ICÓNICA SEVILLA FEST | INAUGURACIÓN

Dos grandes iconos para una apuesta segura

  • Sara Baras y José Carreras estrenan un nuevo festival de otoño que fusiona música y gastronomía en el entorno de la Plaza de España

  • Diego Villegas firmó con su saxo tenor uno de los momentos más interesantes de la velada

Carreras y Baras al inicio del concierto.

Carreras y Baras al inicio del concierto. / Juan Delgado. ICÓNICA Sevilla Fest

Una de las grandes apuestas de los últimos tiempos, guste esto más o menos, es la de presentar a Sevilla como una ciudad de ocio. En ese sentido, la oferta es cada vez mayor. Podría decirse que, con sus teatros, sus conventos, su enorme patrimonio arquitectónico y su clima, la ciudad está en condiciones de presentar propuestas para cada tipo de público.

Según algunos, sin embargo, faltaba un festival boutique, un punto de encuentro en el que un público vestido de domingo (de los domingos de antes) pudiera asistir a un espectáculo agradable en un precioso entorno, tomar una copa y hacerse la ilusión de que vive en una ciudad y en un mundo ordenado, limpio y, sobre todo, más amable. Algo parecido a lo que fue el Festival de Danza de Itálica cuando se celebraba en el anfiteatro de la ciudad romana. Un Festival en el que, además de glamour, pudimos ver a las mejores compañías de danza del momento.

En cualquier caso, el que ahora saludamos es el Icónica Fest que proponen los que ya crearan otros festivales como el de Cap Roig en Cataluña, y en una línea parecida al más reciente Festival Tío Pepe de Jerez.

Un festival de otoño que nace en un espacio tan hermoso y emblemático como es la Plaza de España de Aníbal González, en el entorno del Parque de María Luisa. Un lugar que guarda la memoria de la Exposición Iberoamericana de 1929, de las noches inolvidables de los Festivales de España, de las sevillanas en la Feria de Abril, de la Damasco en que se convirtió para la película Lawrence de Arabia y de tantísimos niños y niñas que recorrieron su círculo en su célebre carrito tirado por un burro.

El montaje general -con algunos fallos que subsanarán sin duda para los nueve conciertos restantes- incluye un gran escenario con su patio de butacas y sus palcos y un village donde se puede disfrutar de una variada oferta gastronómica. Un proyecto privado caro y complicado de organizar que requiere, por encima de todo, una apuesta segura y sin riesgos en el terreno artístico. De ahí la elección de dos grandes iconos para apadrinar y amadrinar respectivamente el festival: el prestigioso tenor José Carreras, el inolvidable Don José de la ópera Carmen, parte integrante de los célebres Tres Tenores y Premio Príncipe de Asturias de las Artes, entre otras cosas, y la gaditana Sara Baras, una bailaora (Premio Nacional de Danza) que no ha dejado de agotar las localidades en todos los teatros del mundo desde que creara su compañía hace ya 25 años.

Josep Carreras & Sara Baras es un espectáculo circunstancial que crearon en 2006 para algunos festivales y grandes teatros y que anoche revivieron ante el edificio central de la Plaza de España sin otra ambición que la de ofrecer una velada agradable, con sendas muestras de su arte.

Carreras rindió homenaje a la gran canción lírica española. Carreras rindió homenaje a la gran canción lírica española.

Carreras rindió homenaje a la gran canción lírica española. / Juan Delgado. ICÓNICA Sevilla Fest

Carreras, de retirada ya, nos ofreció al piano una serie de variadas canciones, reducidas y aligeradas de acuerdo con sus condiciones actuales: La rosa y el sauce de Carlos Gustavino, tres temas de Falla, algunas canciones populares de Lorca (El paño moruno, Los cuatro muleros, El café de chinitas…), e incluso se atrevió con una canción de Carlos Gardel (Lejana tierra mía), con el Concierto de Aranjuez que secundó la guitarra de Keko Baldomero y con ese Granada de Agustín Lara que ha servido de tarjeta de presentación a casi todos los tenores españoles.

Y como todo es bailable, incluso el silencio, a muchas de estas canciones puso movimiento una Sara Baras en plena madurez, con sus vestidos siempre en vuelo, su torbellino de giros, sus pies poderosísimos y su técnica irreprochable. Con ella, cinco bailaoras perfectamente ataviadas y provistas de mantones, abanicos y bastones mostraron en unos espectaculares unísonos la precisión que caracteriza a su ballet mientras que, detrás, los músicos de su compañía iban de la serrana a la guajira o al martinete. Con ellos, un invitado especial que, de seguro, no estuvo en 2006: Diego Villegas.

El joven músico de Sanlúcar de Barrameda, el rey de los vientos flamencos, protagonizó con su saxo tenor un dúo con la Baras que fue de lo más aplaudido de una velada que terminó, como no podía ser de otro modo, con varios bises y el "Viva Sevilla", de las Sevillanas del siglo XVIII arregladas por Federico García Lorca.

Una velada de la que muchos recordarán también una luna espectacular, rodeada de nubes amenazadoras pero respetuosas, y los efectos del equinoccio de otoño, un tiempo ideal para limpiar emociones inútiles y entregarse a una nueva vida, a una normalidad de la que, esperemos, no nos hagan volver atrás.

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