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El mundo del cante y la guitarra despide en Madrid a Paco de Lucía

  • Miles de personas acuden a dar un último adiós al guitarrista en la capilla ardiente instalada en el Auditorio Nacional

Antes de su llegada a Algeciras, miles de personas acudieron ayer en Madrid al Auditorio Nacional de España para despedirse de Paco de Lucía, durante las tres horas en las que permaneció abierta la capilla ardiente del guitarrista, fallecido el pasado martes en México.

El féretro del artista aterrizó en la capital española por la mañana del viernes en un vuelo comercial procedente de México que hizo escala en Estados Unidos. Antes de su llegada al Auditorio Nacional, unas 300 personas aguardaban ya al compositor de Entre dos aguas para rendirle homenaje.

El féretro se instaló en el escenario de la Sala Sinfónica, abarrotado de coronas de flores. Junto a él, una fotografía en blanco y negro del hombre que situó al flamenco en el mundo y que revolucionó el género, abriéndolo a nuevos ritmos y armonías y fusionándolo con el jazz, la bossa y toda música con la que consideró que debía hacerlo.

Sobre el ataúd yacían las banderas de España y de Andalucía. Y junto a él, su familia: su viuda, la mexicana Gabriela Canseco; su exmujer, Casilda Varela; sus hijos y su hermano, el también músico flamenco Pepe de Lucía, entre otros.

Fueron también, por supuesto, numerosas las personalidades que acudieron a dar su último adiós al maestro. El príncipe Felipe de Borbón, acompañado por la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, acudió a despedir al guitarrista y se fundió en un abrazo con su hermano.

Al cantante Alejandro Sanz -que mantenía desde niño una relación muy estrecha con Paco de Lucía, sobrino de su hijo Dylan- se le vio desolado, sin querer quitarse las gafas de sol. Sanz fue sólo uno más entre los numerosos artistas que desfilaron ante el ataúd del guitarrista, del que acudieron a despedirse José Mercé, Joaquín Cortés, los guitarristas Cañizares y Vicente Amigo, Pepe Habichuela, Rosario, Josemi y Antonio Carmona, Carmen Linares y Arcángel, Joaquín Cortés, Víctor Manuel y Ana Belén o Massiel.

"Paco, fuiste mi camino", fue la frase que alguna de las personas anónimas de entre las aproximadamente 5.000 que pasaron por el Auditorio Nacional dedicó al músico en uno de los murales del vestíbulo del auditorio que sirvieron también como libro de condolencias por su partida.

"Dos días después de su muerte queda muy poco por decir sobre él y lo poco que queda por decir es atestiguar el enorme cariño que la gente tenía por este artista irrepetible", afirmó durante su visita el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert.

El silencio y la soledad que reinaron durante todo el día en la capilla ardiente y se rompió en los minutos finales, antes de que los restos del guitarrista partieran hacia Algeciras, con el último movimiento del Concierto de Aranjuez y con una marea de aplausos que se prolongó durante diez minutos.

Antes de partir hacia la localidad algecireña, la sobrina del músico Mayte señalaba que la familia estaba "muy cansada", y que su viuda, Gabriela Canseco, estaba "mal" y no quería hablar con la prensa. También la cantante Malú, sobrina del guitarrista, rompía el silencio del a jornada con un llanto desconsolado, al igual que el de las hijas mayores del artista, Casilda y Lucía, fruto de su primer matrimonio.

La gente de la calle, los muchos gitanos y amantes del flamenco, dejaron también sus condolencias por escrito en la entrada al auditorio en tres libros, que se quedaron cortos.

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