Antonio Torralba. Músico

"Nos interesan las músicas que conectan lo popular y lo culto"

  • Cofundador del Grupo Cinco Siglos, presenta el undécimo trabajo discográfico del conjunto cordobés, dedicado al Cancionero de Palacio.

Músicas para la cámara de Isabel de Castilla. Delia Agúndez, soprano. Cinco Siglos. Fonoruz (Gaudisc).

-Cinco Siglos nace en 1990 en Córdoba, una ciudad bastante periférica en materia de música antigua. ¿Cómo han hecho para resistir ya casi 25 años?

-El estar apartados, tan en la periferia, ha sido sin duda un inconveniente a la hora de tener una trayectoria de conciertos más fluida y continua. Pero también ha tenido algunas ventajas: el grupo hace un trabajo muy sistemático, porque nosotros solo tocamos en Cinco Siglos y nuestras colaboraciones con músicos freelances han sido siempre ocasionales. Esto le ha dado al grupo una notable personalidad. Además el tener menos conciertos nos permite trabajar a un ritmo muy lento, le damos muchas vueltas a las piezas, porque no tenemos la presión de producir rápido. Creo que en la música antigua hace falta un retorno a las fuentes, que son mucho más diversas de lo que se muestra a veces. El hecho de que se hayan creado escuelas ha provocado una cierta uniformidad en los planteamientos y los resultados. Nuestra manera de trabajar tiene mucho de seminario de investigación, y eso nos lo ha dado el aislamiento.

-Durante muchos años, Cinco Siglos se dedicó casi exclusivamente a la música medieval, pero en los últimos tiempos ha pasado al Barroco y al Renacimiento, como con este último disco. ¿Por qué?

-En general nos han interesado siempre los repertorios que conectan lo popular con lo culto. De la Edad Media pasamos a hacer música del Barroco español, y en los últimos tres años empezamos a acercarnos a todo ese repertorio del Renacimiento que comparte el mismo carácter, es decir, música que no está rigurosamente fijada, que aparece en fuentes diversas, en contextos diferentes. Eso nos permite trabajar sobre las glosas, no necesariamente desde el punto de vista de la improvisación, que también lo hemos hecho a veces, sino sobre la glosa escrita. Y nos dimos cuenta de que la glosa no era solo musical, sino también literaria, poemas surgidos de variaciones a partir de un estribillo, por ejemplo.

-Ustedes llevan mucho practicándolas, pero la improvisación y la glosa se han puesto de repente de moda entre los grupos de música antigua.

-Trabajamos mucho la improvisación cuando hacíamos música medieval. Tanto en el Barroco como en el Renacimiento hemos optado por esta idea de la glosa escrita. Circula el tópico de que la música antigua es como el jazz. Pero creo que la propia esencia de las sociedades renacentista y barroca no se prestaba a la libertad máxima de la improvisación, sino a la idea de una glosa pensada, que se da igualmente en la literatura.

-¿Y de estas ideas de combinar lo musical y lo literario surge la idea de hacer un disco con una cantante?

-Sí, hemos trabajado con cantantes muy puntualmente, y todos nuestros diez discos anteriores eran exclusivamente instrumentales. Contactamos con Delia Agúndez hace poco más de un año, y nos dimos cuenta de que era una cantante muy flexible y versátil. Además hubo empatía desde el principio, y nos pusimos a trabajar con ella sobre esta idea.

-El disco se titula Músicas para la cámara de Isabel de Castilla. ¿Puede comentar brevemente el sentido del título y su contenido?

-Este año ha sido el aniversario de la muerte de Ambrosio Montesinos, un escritor que hizo por encargo de la reina Isabel I muchas versiones a lo divino de canciones de su época. El musicólogo Emilio Ros-Fábregas las ha identificado, así que conocemos cuáles eran las canciones preferidas de la reina, que es la parte nuclear del CD. Hemos grabado las versiones profanas, pero está en prensa un disco que hemos hecho para la diputación de Cuenca con las versiones a lo divino, preparadas no solo por Montesinos, sino por otros poetas. Casi todas las piezas provienen del Cancionero de Palacio, salvo un romance sefardí y Dime triste corazón de Francisco de la Torre, que si bien figura en el índice del Cancionero no está en su interior, aunque por suerte se ha preservado en el de la Colombina.

-¿Y cuál es el punto de cruce entre lo culto y lo popular en estas músicas?

-Se trata de música cortesana, culta, pero nace de la fascinación por lo popular. En muchos casos son piezas de origen popular, pero que gustan tanto a los músicos y poetas cercanos a la corte (Juan del Enzina, Ponce, Gabriel...) que construyen para ellas una armonización. Y en este sentido, el estilo de canto de Delia nos pareció ideal. No se trataba de caer en la idea de hacer versiones populares de este repertorio, sino de acercarnos a la versión que haría un cortesano, al que por ejemplo le encanta un estribillo concreto, y lo glosa, pero a su manera, en su estilo culto. Este es el espíritu en el que nace la música recogida en los cancioneros españoles del Renacimiento. De todos modos, incluimos dos armonizaciones que no son de fuente original. De Aquel pastorcico, madre, que sabemos era la canción favorita de la reina, y por eso Montesinos hizo de ella tres versiones a lo divino, se conserva sólo la melodía en dos fuentes distintas, sin armonizar. Ros Fábregas hizo un montaje en que tres sopranos cantaban a cappella la melodía. Gabriel Arellano, miembro del grupo, la ha armonizado al estilo de Gabriel, uno de los autores que figuran en el Cancionero, y le hemos añadido también letra, una glosa literaria, que es mía. La otra armonización que ha hecho Gabriel Arellano es la del romance sefardí (Triste está el rey David), del que existen suficientes evidencias que lo identifican como uno de los más antiguos que se conservan.

-El Cancionero de Palacio ha sido muchas veces llevado al disco, ¿qué le aporta Cinco Siglos?

-Diría que tres cosas. Una, la inclusión de piezas nunca grabadas, como En Ávila mis ojos o Por mayo era por mayo, dos casos además en que los poemas son muy conocidos. Otras se han grabado alguna vez, pero hace tiempo que no están disponibles, como Nuevas te traigo carillo que hizo en su día Teresa Berganza con Narciso Yepes. Dos, las glosas instrumentales, de las que ya le he hablado. Y tres, la instrumentación, a la que damos mucha importancia. Esta música suele hacerse o con un instrumentario proveniente del Renacimiento más clásico, con violas da gamba, por ejemplo, o con un instrumentario muy arcaizante. Nosotros utilizamos algunos instrumentos poco usuales hoy día, pero comunes en la época, como la bandurria o el rabel bajo renacentista, que aparece muy documentado. Es curioso lo poco que se emplea este instrumento, cuando sabemos que había consorts de rabeles, igual que los había de violas o de flautas. No usamos instrumentos de la misma familia haciendo polifonía, sino una especie de broken consort, lo que le da a la música un color distinto, un sonido que puede ser más agrio si quiere, pero lleva nuestra personalidad.

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