Manolo Sanlúcar. Guitarrista y compositor

"Aún me tengo que partir el pecho para luchar por esta cultura como un principiante"

  • El artista inaugura esta tarde el primer Congreso de Guitarra Flamenca con una conferencia en la que abordará la importancia y el arraigo del flamenco en Andalucía.

Desde los ocho años la pasión de Manolo Sanlúcar (Sanlúcar de Barrameda, 1943) ha sido la guitarra, una compañera que lo ha proyectado a nivel internacional y lo ha situado en lo más alto del panorama flamenco. El músico y compositor ha luchado por la dignificación de este instrumento y, sobre todo, por la formación de los intérpretes. En 2013 anunció que dejaba los escenarios y ahora su trabajo se centra en el análisis del instrumento de las seis cuerdas, la publicación de sus estudios y en la composición. Esta tarde, a las 20:00, será el encargado de inaugurar el primer Congreso de Guitarra Flamenca de Córdoba en la Sala Orive.

-Abre el primer Congreso de Guitarra Flamenca con una conferencia titulada Una manera de sentir la vida. ¿Qué contará en su intervención?

-Voy a centrarme en la historia del pueblo andaluz vista desde la independencia de no haber pertenecido nunca a la oficialidad de este país, de España. Soy una persona que conoce o cree conocer profundamente a este pueblo ya que he podido viajar mucho por el mismo y por el mundo, y así puedo hacer comparaciones y sacar conclusiones de nuestras diferencias. Esto no me hace entender a este pueblo como superior ni inferior, sino saber que tenemos una identidad que nos da un sitio en el mundo y una personalidad con la que podemos luchar, nos puede hacer amar nuestra cultura e historia. Me referiré a esta naturaleza de nuestro pueblo, a la procedencia de esta cultura y a sus valores. Hablaré también de música en el sentido científico, de manera breve. Soy músico y no puedo dejar de tocar este asunto puesto que el flamenco está lleno de poesía y literatura pero vacío de explicación musical, cuando el flamenco primero es música. La prueba es que un señor con una guitarra se sienta en un escenario y, sin que haya cantaor ni bailaor, se pone a tocar por soleá y está haciendo flamenco. Al igual que le pasa a un cantaor, pero si sólo leyera la letra estaría recitando. Las letras del flamenco se pueden cantar con otra música, pero la música del flamenco no se puede hacer de otra forma porque se destruye. El problema es que cuando músicos de otras partes del mundo han querido informarse de cómo es el flamenco y han acudido a los libros, se han enterado hasta del número de zapato que gastaba Manuel Torres, pero pentagramas ni uno.

-¿Por qué ocurre esto?

-Porque desde el principio la gente de esta cultura se plantea si la música debe ser transmitida de forma escrita o a través del maestro. En aquella época se decidió que se transmitiera directamente del maestro al alumno, es decir, que lo vea como ejecuta e incluso pueda preguntarle. Andalucía, que es la que hace flamenco, era prácticamente hasta la Edad Media una isla porque Sierra Morena era una frontera enorme, vivía su mundo de una manera particular, más cercana a los pueblos del Mediterráneo que al norte de España. Pero cuando se abrieron las comunicaciones, el flamenco, que tenía una manera de expresarse, descubre que hay un mundo musical que desconoce, el de la armonía y la polifonía, y entonces los guitarristas se enamoran de esa forma de hacer música. Ojo, no de esa música, sino de la complejidad musical de la polifonía. Pero como no tienen una escuela que la explique, van recogiendo el sonido de oído. Por otra parte, en el mundo de la guitarra también tenemos un comportamiento distinto a Occidente, ya que ellos tocan música que ha compuesto otra gente. Por ejemplo Andrés Segovia, que era un intérprete genial, tocaba la música que había compuesto otro. Generalmente nosotros los flamencos, como Paco de Lucía, Ramón Montoya o Niño Ricardo, todos los más grandes, tocamos la música que componemos nosotros. Los que he nombrado no tenían el conocimiento teórico musical pero yo sí lo tengo porque he estudiado. Y como estudié música sé el valor que tiene el conocer ese mundo. Eso es lo que le falta al flamenco y el reto que tiene el guitarrista flamenco. En toda su historia, hablando de gente reconocida, yo soy el primer músico que ha escrito una sinfonía. Otros han tocado melodías, pero las orquestaciones las han escrito profesionales de la cultura clásica. Este año por ejemplo mi obra Medea, interpretada y grabada por Manuel Barrueco, ha sido nominada a los premios Grammy latinos.

-Ahora por fortuna la guitarra flamenca se puede estudiar en los conservatorios. Usted ha sido uno de los impulsores de ello.

-El asunto es que hay un handicap: la enseñanza en el conservatorio está pensada desde el mundo de la música clásica. Entonces nosotros los flamencos para aprender armonía tenemos que hacer una traducción a nuestro mundo, no se puede aplicar como lo explica esa escuela. Si se hace así, se destruyen los signos de identidad de nuestra cultura. De ello resulta un vacío que siempre estará pendiente. Será un handicap mientras que los guitarristas flamencos no decidan estudiar música y comprendan esas diferencias. Yo llevo pidiendo toda la vida que la guitarra flamenca llegue al conservatorio pero no a los de música clásica y que la expliquen los clásicos, que es lo que finalmente han hecho. Lo que pedía era que fuera explicada por los maestros y que éstos recibieran una formación para poder dar esas clases. Ya está bien que a los músicos que se interesan por nuestra cultura, por cómo se canta una seguiriya, les digan 'para eso hay que nacer'. Para eso habrá una explicación, ¿no? Comencé con ocho años en los escenarios y voy a cumplir 71 y aún me tengo que partir el pecho para luchar por esta cultura como un principiante. Pertenecemos a un país donde nuestra cultura es despreciada por mucha gente porque creen que se ganaron ese derecho en el momento en el que Andalucía fue conquistada, y piensan que aquí debe hacerse cultura a la manera en que Castilla la ha hecho.

-En este congreso se va a prestar una atención especial a Paco de Lucía, su compañero y compadre. ¿Cómo lo recuerda?

-Como un genio de la guitarra flamenca con muchos valores, con una personalidad arrolladora que revitalizó mucho a este arte, que lo mostró al mundo, que ganó para el flamenco mucho público. Pertenece a una época en la que los medios de comunicación no favorecían su difusión, eran muy cortitos. Y gracias a la figura de Paco afortunadamente el flamenco ha podido ser conocido en el mundo.

-¿Hacia dónde se dirige la guitarra flamenca?

-Hay una serie de guitarristas con capacidad para expandir esta cultura nuestra. Pero también hay un peligro que nuestros mayores no tenían, que ahora escuchamos música permanentemente queramos o no. Esa música entra en tu mente y el músico necesita saber separar las ideas musicales. Es mucho más fácil que un artista de hoy se infecte de música ajena que hace un siglo.

-¿Se refiere por ejemplo a las fusiones?

-Por ejemplo. Ya lo decía Platón, que en su manera de entender la música explicaba lo que es una música formal, docta, reflexionada, y el valor que tiene al lado de una música sin regla y sin forma. Entonces ya el hombre reparaba en este tipo de cosas. Un músico profesional, ¿cómo lo distingue? Sólo tiene como defensa el oído, pero depende de cómo esté educado. Por eso el guitarrista flamenco necesita formación musical. ¿Y quién da esa formación? Esa es la complejidad del asunto. Yo quise enfrentarme a esto hace muchos años y, de hecho, dentro de poco se va a publicar una obra audiovisual en la que llevo trabajando siete años y en la que me enfrento a muchos de estos asuntos.

-Lleva muchos años vinculado a Córdoba a través de los cursos formativos del Festival de la Guitarra. ¿Cómo se vive aquí la guitarra?

-Con conciencia cultural. Creo que es un pueblo ideal para esta responsabilidad. Lo que yo he sentido en Córdoba siempre es que el pueblo cordobés se responsabiliza de la defensa del flamenco y cuando esto ocurre es algo maravilloso. La Administración puede promover o provocar cosas, pero eso no tiene por qué tener un fondo de apoyo de los ciudadanos. En el caso de Córdoba se percibe inmediatamente que el pueblo se siente orgulloso de haber adquirido esa responsabilidad y de proteger una cultura tan nuestra y a la vez tan universal.

-¿Qué nivel tienen los guitarristas que conoce en estos cursos?

-Los hay de todo tipo. Es sorprendente cómo gente de procedencia tan lejana llega a la guitarra flamenca con ese amor tremendo, con esa pasión. Si me aprietan un poquito me atrevería a decir que se esfuerzan más los que acuden al flamenco que la gente del propio flamenco.

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