Daniel Barenboim. Músico

"Hay que respetar el relato del otro, sobre todo cuando no se está de acuerdo"

  • El maestro argentino israelí ofrecerá este miércoles un concierto en el Auditorio Manuel de Falla de Granada al frente de la Orquesta West-Eastern Divan, que interpretará un programa de Mozart.

A los 72 años Daniel Barenboim atesora una excepcional carrera musical y una candidatura al Nobel de la Paz. No sólo ha recibido los premios más prestigiosos y ha dirigido a las orquestas más famosas, también ha conseguido cuatro nacionalidades: argentina, española, israelí y palestina. Hay un punto en el que su compromiso por los derechos humanos y su talento para la música interseccionan: la Orquesta West-Eastern Divan. En el germen de este proyecto, que arrancó en 1999, estuvo acompañado por el filósofo palestino Edward Said y el objetivo era reunir a jóvenes árabes e israelíes en torno a la música como vehículo de convivencia entre personas procedentes de sociedades en conflicto. Mañana recalará con esta orquesta de jóvenes en el Auditorio Manuel de Falla para ofrecer un concierto, al que seguirá el jueves otro en el Teatro Cervantes de Málaga.

Pero antes, esta misma tarde a partir de las 19:00 en la Fundación Euroárabe, se proyectará la película Selves and others (Los mismos y otros), un documental sobre las últimas reflexiones del intelectual palestino antes de su fallecimiento. El motivo de esta proyección es el mismo que el de estos dos conciertos: celebrar el 80 aniversario del nacimiento de Said, por lo que su viuda asistirá a la proyección para participar en una charla coloquio.

Inteligente, amable y de palabras justas, Barenboim recibe al Grupo Joly para hablar de sus proyectos musicales y de sus inquietudes vitales tras los últimos acontecimientos políticos.

-¿Por qué ha elegido un programa de Mozart para esta ocasión?

-¿Por qué no? Es una música maravillosa y es muy bueno para aprender porque en Mozart todo es tan transparente que no se pueden cubrir debilidades, por no decir defectos. Este proyecto tiene también algo educativo, porque los músicos son gente joven y algunos necesitan aprender. Unos son parte de las grandes orquestas y los otros van a llegar a eso.

-La semana pasada usted declaró que Argentina debería abrir las puertas a los refugiados sirios. ¿Le han escuchado?

-Ayer [por el domingo] fueron las elecciones. Vamos a ver ahora. Argentina tiene tres comunidades sirias: una siria musulmana, otra cristiana y otra judía. Siempre fue un país muy acogedor para los inmigrantes: mis antepasados también vinieron a finales del XIX. Y Europa sola no puede con el problema de los refugiados. Es un problema mundial.

-¿Prevé una movilización de personas?

-Eso espero. El problema es que hasta ahora los países de fuera de Europa no se han animado a participar en una solución para un problema que es tan grave. Ni siquiera los países árabes que son estables y que tendrían que ser los primeros interesados.

-Ha afirmado que el problema sirio no es igual que el de otros países, que tiene unas singularidades muy específicas. Pero, ¿cree que habrá un movimiento global, un éxodo de países en vías de desarrollo a los del primer mundo?

-Eso no lo sé, pero parece que sí. En Europa hay mucha gente, sobre todo en Alemania, que tiene el corazón abierto a recibirlos pero otros prefieren no saber nada de eso. Y hay otro grupo, una tercera comunidad, que tiene miedo a que se pierda la cultura europea. Yo creo que para eso hay que darles, sobre todo a los niños, una verdadera educación, porque eso es algo que se aprende. Si vienen con otras culturas o sin cultura, como es el caso de muchos, van a bajar el nivel. Por eso es tan importante que haya un programa de educación muy fuerte, justamente para que aprendan los valores y quién fue Cervantes, Goethe y Baudelaire.

-Pero hay muchas regiones de Europa, como Andalucía, que son precisamente fruto de mezcla de culturas.

-Andalucía es muy especial porque tuvimos las culturas árabe y judía en el medievo. Francia y Alemania, en cambio, no tienen eso.

-¿Las nuevas generaciones de esta comunidad autónoma están perdiendo eso de vista?

-No sé, no vengo lo suficiente a Andalucía para tener una opinión. Sí sé que todos los años que estuvimos en Sevilla haciendo el trabajo inicial con la Orquesta sentía el contacto de la población andaluza con el pasado. Pero si eso sigue así ahora, lo desconozco.

-Con cuatro nacionalidades, ¿en qué país se siente Daniel Barenboim más cómodo?

-Cómodo me siento en todos los sitios pero en Argentina, naturalmente, tengo muchos recuerdos sentimentales. Todo esto que hago, el trabajo con jóvenes de diferentes culturas, en cierto modo lo aprendí en Argentina. Allí no hay problema con identidades múltiples: con ser árabe y argentino, judío y argentino o italiano y argentino. Hay una convivencia entre todas las comunidades que es realmente excepcional. Única a mi modo de ver. Por eso pienso que Argentina tiene que jugar un papel importante con el tema de los refugiados sirios.

-¿Y cómo se trasladarían hasta allí los refugiados?

-Ahora muchos llegan ya agotados. Tal y como yo veo la cosa, Argentina debería encontrarlos en la región: en Líbano, Jordania y Turquía. Se pueden ir directamente de allí a la Argentina.

-¿Ha pesado más en su vida la música o estas tareas de trabajo por la paz?

-Yo de profesión soy músico y toda esta actividad, todo lo que hago, es a través de eso. De educación tengo mis ideas, pero de lo que yo me ocupo es de la educación musical.

-¿Cómo ve Granada en temas de música?

-A la OCG hace mucho que no la oigo pero he venido muchísimas veces, como usted sabrá, al Festival Internacional de Música y Danza y a estas magníficas salas del Auditorio. Hay mucho interés y creo que a la gente aquí le encanta la música. De músicos sólo conozco a Pablo Heras-Casado, que es amigo mío.

-La gira de la orquesta del Divan finaliza esta semana con un concierto en las Naciones Unidas. ¿Qué tiene previsto para esa ocasión tan especial?

-Este mismo programa. El motivo del concierto es celebrar el Día de los Derechos humanos, que es el 10 de diciembre, pero, lamentablemente, en esa fecha no nos era posible actuar. Estoy muy agradecido a las Naciones Unidas porque han cambiado la fecha de la conmemoración para que este concierto se pueda hacer.

-¿Hasta cuando estarán los músicos juntos?

-Esta semana ya es la última.

-Estos viajes deben ser tan importantes para ellos como los conciertos.

-Sí, están todo el tiempo juntos. Eso es muy importante porque nosotros no buscamos un consenso político pero sí buscamos que tengan la curiosidad por conocer el relato del otro y respetar su lógica, sobre todo cuando no están de acuerdo. Eso es lo importante.

-¿Y no están de acuerdo a menudo? ¿En la orquesta hay muchos debates?

-Claro, lógicamente, vienen de sociedades enfrentadas.

-¿Y en lo musical como funciona esa mezcla?

-No, en la música hay un consenso absoluto y poco a poco, a través de los años, hay más respeto por el otro, por el relato del otro.

-¿Qué se puede esperar en ese sentido en el futuro?

-Mire, la orquesta se convirtió en un mito del mundo en Europa, en Asia, en América... Pero en la región hay muchos en contra, tanto en Israel como en Palestina, porque están muy enfrentados. La orquesta llegó a un nivel extraordinario, es una de las mejores del mundo, pero a mí me gustaría que tuviese una influencia más grande en la región, que sea aceptada, porque allí tenemos muchos admiradores pero también muchos detractores. Pero como hay detractores de ambos bandos, algo debo estar haciendo bien. Si fueran los detractores sólo de un lado, me preocuparía.

-¿Qué pasa con la formación cuando termine esta semana?

-Cada uno vuelve donde vive o trabaja habitualmente, y nos volveremos a encontrar en el verano.

-¿Cómo ha recalado ahora en Andalucía?

-Siempre hacemos un concierto aquí. Muy a menudo es en Sevilla, pero también en otras provincias y Granada es un sitio ideal.

-¿Y usted volverá al Festival de Música y Danza en breve?

-Por el momento no. Me gustaría volver. El sitio, antes que nada, es magnífico. Siento no haber podido venir en los últimos años.

-¿Cómo está funcionando la Academia de Estudios Orquestales de la Fundación?

-Yo creo que bien. Antes venían profesores de Alemania, de la Orquesta de Berlín, y yo tenía contacto diario. Ahora son más independientes pero estuve en un concierto que la Orquesta de la Academia dio en junio y realmente tocaron muy, muy bien.

-Tuvo problemas para interpretar a Wagner en 2001 en Israel. ¿Cree que ahora se están superando estas cosas o se han exacerbado?

-El tema de Wagner no fue un problema de uno contra el otro; fue, a mi modo de ver, una falta de inteligencia. Naturalmente, los supervivientes del Holocausto no pueden ni oír el nombre porque les trae recuerdos extraordinarios, pero eso no quiere decir que los que gracias a Dios no tienen esas asociaciones no puedan ni escuchar esa música. Wagner vivió en el siglo XIX. Se puede decir todo lo que se quiera sobre él, que era antisemita, que era un hombre espantoso, pero no se le puede dar la responsabilidad de lo que pasó. Fue Hitler el que lo acaparó.

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