MUNDIALES EN EL RECUERDO

1990. El África negra pide paso con Camerún

Roger Milla

Roger Milla / FIFA

El Mundial de 1990 en Italia, segundo país que repetía organización tras México, fue el primero en el que algunas de las selecciones llamadas emergentes dieron un golpe sobre la mesa. Había ocurrido con la sorprendente Corea del Norte en el 66, Marruecos avanzó a octavos en México 86, Irlanda del Norte en un par de ocasiones, el Perú del 70..., pero se trataba, en cualquier caso, de torneos con pocos equipos en los que un par de resultados aceptables te llevaban a estar entre los ocho primeros.

En Italia fue otra cosa. Primero, y principalmente, porque fue la primera vez que un país del continente africano, Camerún, llegó a las rondas decisivas y tuvo incluso opciones reales de estar entre los cuatro primeros, pero también porque modestos como la debutante Costa Rica y Colombia lograron algún resultado brillante -empate colombiano ante Alemania, triunfos costarricenses sobre Escocia y Suecia- y ofrecieron un fútbol a ratos vistoso.

Ganó Alemania, San Paolo apoyó a Maradona ante Italia y Roger Milla dio un curso con 38 años

Pero lo mejor corrió a cargo de la selección camerunesa que, ocho años después de su debut en España y a los 16 de la primera aparición del África negra en el torneo, con Zaire, se permitió el lujazo de ganarle a Argentina en el partido inaugural, con el gol de Omam-Biyik, y mandar en un grupo con la albiceleste, Rumanía y la última URSS, a la que no le sirvió de nada su repaso final a los cameruneses (4-0). Luego se deshizo de Colombia en octavos y sólo Inglaterra, por 3-2 y en la prórroga, le cerró el paso a las semifinales.

Llevó Camerún a Italia una selección mezcla de veteranos del 82 (Milla, NKono, Kunde, Bell) y de futbolistas desconocidos pero en forma (Makanaky, los hermanos Omam y Kana Biyik, Mfede) entre los que sobresalió el mayor de todos, un Roger Milla con una sólida carrera en Francia a sus espaldas que llegó al Mundial con 38 años -aún estaría en EEUU 94 con 42 años- y que, sin ser nunca titular aunque jugó todos los partidos, con sus cuatro goles estuvo cerca del máximo artillero del torneo, el italiano Schillaci. Particularmente importantes fueron los dos que le hizo a Colombia en la prórroga, el segundo de ellos tras aprovechar uno de los habituales excesos de confianza del meta cafetero René Higuita, que no acertó a regatearlo cuando se encontraban casi en el centro del campo y dejó el balón suelto para que Milla se marchara en solitario hacia una portería desguarnecida y después, tras marcar, hiciera su clásico bailecito en el banderín de córner.

Camerún pasó, y sólo dos goles de penalti de Gary Lineker impidieron que los africanos se vieran las caras en la semifinal con una Alemania que acabaría llevándose el título ante la Argentina de Maradona -parte de San Paolo apoyó a Argentina en la semifinal con Italia y para la historia quedan los insultos de Diego a los tifosi mientras éstos abucheaban el himno argentino antes de la final- para igualar a Brasil a Italia con tres títulos y, por sus tres subcampeonatos, liderar el palmarés.

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