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América Latina, a toda marcha

Germán Ríos

Director de Asuntos Estratégicos de la Oficina en Europa del CAF

La economía mundial ha experimentado una profunda transformación desde el comienzo de la crisis en 2008 con la caída del banco de inversión Lehman Brothers. Desde entonces, las economías desarrolladas han pasado por una fuerte recesión y una lenta recuperación. De hecho, Estados Unidos apenas comienza a recuperarse en 2012, con riesgos a la baja, mientras Europa sigue en recesión con alto desempleo.

En este contexto, los países emergentes se han convertido en el motor del crecimiento de la economía mundial, y hoy en día explican el 75% del mismo. Dentro de los emergentes, América Latina ha tenido un desempeño favorable creciendo a tasas promedio superiores al 4% en el período 2005-2012, contribuyendo junto con Asia y África a impulsar a la economía global.

Existen muchas razones para el buen desempeño de Latinoamérica en los últimos años, y en particular en 2012. Por una parte, en la mayoría de los países se ha profesionalizado y mejorado considerablemente el manejo de la política económica. Por otra parte, el sector externo ha sido muy favorable para la región, debido principalmente a la creciente demanda de China de materias primas, que ha impulsado tanto el incremento de precios, como de los volúmenes de producción. De hecho, en un período muy corto, China se ha convertido en uno de los principales socios comerciales de varios países latinoamericanos, desplazando a mercados tradicionales como Europa y Estados Unidos. Es importante destacar que los bancos de los países de América Latina fueron poco afectados por la crisis financiera internacional, debido a su solvencia y a la buena regulación y supervisión a las que están sometidas las instituciones financieras de la región.

El buen desempeño económico se ha reflejado de manera importante en los indicadores sociales. América Latina ha conseguido importantes logros en materia de reducción de la pobreza y de inclusión social, gracias principalmente a aumentos sostenidos de la remuneración laboral y del empleo. Esto está conformando una clase media pujante, con poder adquisitivo creciente, y aspiraciones económicas, sociales y políticas. Los gobiernos latinoamericanos han sido innovadores en materia de política social, y los cambios políticos reflejan que el tema es prioridad en la agenda de reformas pendientes. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer, y la región sigue siendo la más desigual del mundo, lo que amerita mayor agresividad en las políticas de inclusión social.

Otro de los grandes desafíos que enfrenta la región es su transformación productiva, y reducir su dependencia excesiva de la producción y exportación de recursos naturales. A tal efecto, es imperativo que la región fomente la innovación, el emprendimiento y la consolidación de cadenas productivas. Uno de los prerrequisitos para lograr este objetivo es conseguir una mayor integración productiva entre los países latinoamericanos a través de la inversión en infraestructura y logística. En esta dirección apuntan los esfuerzos de organizaciones como el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), que se ha convertido en una de las principales fuentes de financiación multilateral en la región para proyectos de infraestructura y energía, y que contribuyen a la integración física latinoamericana.

Llegar hasta aquí no ha sido fácil, puesto que, durante más de 30 años, la región vivió intensas crisis económicas. No obstante, se aprendieron algunas lecciones, lo que ha permitido a América Latina convertirse en una de las regiones más dinámicas del mundo. Una de las lecciones es que, para crecer, es necesaria la estabilidad macroeconómica. La mayoría de los países latinoamericanos han hecho importantes esfuerzos para consolidar sus cuentas fiscales, reducir su endeudamiento externo y disminuir su dependencia de flujos de capitales externos. Adicionalmente, se han podido generar ahorros producto del aumento de los precios de las materias primas, lo que ha permitido implementar políticas anticíclicas para mitigar los efectos de la crisis económica mundial.

Aún persisten riesgos importantes para la región, tales como un aterrizaje brusco en China y el agravamiento de la situación en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, hoy día Latinoamérica está mejor preparada para enfrentarse a estos riesgos y cuenta con instrumentos de política fiscal y monetaria que mitigarían los efectos de un agravamiento de la crisis. Esto permite ser cautelosamente optimistas sobre las perspectivas de la región a mediano y largo plazo.

Una América Latina a toda marcha ofrecerá oportunidades de inversión interesantes para empresas europeas, y en particular para empresas españolas, que ya cuentan con una importante presencia en la región. Adicionalmente, el surgimiento de las empresas multilatinas implicará mayores flujos de inversión desde América Latina hacia Europa. Las condiciones están dadas para un fortalecimiento de las relaciones birregionales, donde ambas partes podrán ganar y contribuir al crecimiento y el progreso.

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