América Latina Chávez y Ortega han eludido valorar las afirmaciones de su 'padre espiritual'

Castro predice el apocalipsis

  • El dictador cubano insiste en que habrá un conflicto nuclear pero nadie, ni siquiera sus aliados más cercanos, le hace demasiado caso a sus 84 años

El ex presidente cubano Fidel Castro continúa insistiendo en el peligro de una hecatombe nuclear, aunque su hipotético iniciador, Estados Unidos, parece hacer oídos sordos y fuera de Cuba sus advertencias apocalípticas son acogidas con cautela incluso entre los principales aliados de la isla.

A sus 84 años y "totalmente recuperado" -según sus palabras- de la enfermedad que lo apartó de la presidencia en 2006, Castro defiende que la guerra podría estallar tan pronto como Estados Unidos inspeccione por sorpresa un mercante iraní en cumplimiento con las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU. En su opinión, el conflicto se volvería nuclear y traería el fin de la humanidad.

Insiste en ello ante cualquier ocasión. La semana pasada elogió el libro del ex candidato presidencial mexicano Andrés Manuel López Obrador La mafia que se adueñó de México, pero entre sus críticas destacó que en la obra "se omite toda referencia al inminente riesgo de una guerra nuclear que podría hacer desaparecer nuestra especie".

Al reunirse el jueves último con la senadora colombiana Piedad Córdoba, Castro accedió a recibirla de nuevo cuatro días después junto a otros pacifistas de su país, al considerar que "la unión del pueblo colombiano es un factor de gran importancia en la lucha por evitar que la humanidad colapse en un estallido nuclear".

Para explicar sus teorías, Castro habló el pasado 7 de agosto ante el Parlamento cubano por primera vez en cuatro años, y estimó que la única esperanza de evitar la guerra reside en el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. "Tomamos nota de su discurso. Fue corto", es hasta ahora la única respuesta de Washington, a través del portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley.

El director del Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad de Miami, Jaime Suchlicki, consideró "irónico que el mismo líder que en 1962, cuando la crisis de los misiles, pidiera a los soviéticos que lanzaran sus misiles nucleares contra Estados Unidos, ahora esté tratando de 'salvar a la humanidad'".

En un artículo en el Nuevo Herald, Suchlicki estimó que "la nueva campaña de Castro tiene poco que ver con la salvación de la humanidad" y más bien con el apoyo a Mahmud Ahmadineyad, "su amigo y aliado en Irán", a fin de que Obama "rechace cualquier ataque a Teherán y acepte un Irán nuclear".

Desde hace días, medios cubanos publican muestras de respaldo al llamamiento de Castro a "persuadir" a Obama contra la guerra. Sobre todo aparecen artistas próximos al Gobierno cubano, además de partidos comunistas latinoamericanos. Líderes políticos, pocos.

El presidente venezolano, Hugo Chávez, el principal aliado de Cuba, se refirió al tema en un breve párrafo al final de su columna semanal: "Nos ha permitido entender que lo que está en juego en el Golfo Pérsico es la posibilidad de una hecatombe nuclear si Estados Unidos e Israel no dan marcha atrás en su intención de avasallar a la dignísima República Islámica de Irán". No obstante, en declaraciones el lunes a la televisión, Chávez dijo no poder pronunciarse sobre los escenarios apocalípticos, porque Castro "puede tener información que uno no maneja". Aun así, mencionó las crecientes tensiones en torno a Irán y consideró que en cualquier momento podría desatarse "una gran crisis".

Entre los amigos de Cuba, también el nicaragüense Daniel Ortega celebró que Castro esté "al frente de la gran campaña para que la humanidad prevalezca", pero no entró a valorar sus teorías.

Después de su sonado regreso a la vida pública hace mes y medio, Castro vuelve cada vez más a marcar el tono en la política exterior de la isla presidida por su hermano Raúl. La semana pasada desató las críticas de México por su apoyo a López Obrador. Cuando las relaciones entre ambos países no se han recuperado del todo de las tensiones vividas al final de la presidencia de Fidel Castro, la Cancillería mexicana consideró que éste "pretende descalificar a las instituciones mexicanas y se hace eco de afirmaciones sin sustento sobre el país y su desarrollo".

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