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El nuevo Congreso de EEUU nace con la intención de parar los pies a Obama

  • La mayoría republicana en la Cámara de Representantes tiene una obsesión: revocar las principales medidas del presidente · Nunca antes un mandatario se enfrentó a una oposición tan radicalizada

El nuevo Congreso de Estados Unidos se inaugura hoy con un objetivo claro: hacer todo lo posible para ponerle las cosas más difíciles aún al gobierno del presidente Barack Obama, cuyo Partido Demócrata entra en el nuevo Capitolio con las fuerzas visiblemente menguadas. Sobre todo en un año en el que empezarán a afilarse los cuchillos de cara a las elecciones presidenciales de 2012.

La oposición republicana, con numerosos miembros del ultraconservador movimiento Tea Party en sus filas, asumirá la mayoría en la Cámara de Representantes de la mano del nuevo presidente de la sala, John Boehner.

Mientras, en el Senado los demócratas sólo mantendrán la mayoría por la mínima, lo que les dificultará aún más impedir las estrategias obstruccionistas de leyes que los republicanos ya ejercieron con gran eficacia en los últimos dos años.

Repeal, revocar, parece ser el mantra republicano en este nuevo Congreso y el primer objetivo está ya fijado: acabar con la reforma sanitaria tan detestada y denostada por la oposición y por la que Obama y los suyos se jugaron buena parte de su capital político.

No ha abierto sus puertas el Capitolio y ya hay sin embargo una fecha para esta primera votación: el 12 de enero, incluso antes del tradicional discurso sobre el Estado de la Unión que pronunciará Obama a finales de mes.

"El pueblo estadounidense quiere un gobierno más pequeño y más responsable. Y a partir del miércoles, la Cámara de Representantes va a ser un puesto de avanzada de los estadounidenses en Washington", declaró Boehner al diario The Washington Post.

"Vamos a luchar por estas prioridades: recortar el gasto, revocar la ley de reforma sanitaria que está matando la creación de empleo y ayudar a que nuestra economía vuelva a ponerse en marcha", resumió un proyecto de legislación que se basa en el principio de "menos gobierno, menos gasto" machaconamente repetido por el Tea Party.

Aunque los demócratas ya han advertido que tratarán de frenar las promesas de "deshacer" lo logrado en los dos años de presidencia de Obama tanto desde el Senado como ejerciendo la capacidad de veto presidencial como último recurso, está claro que esto les supondrá una dura batalla.

Consciente de ello, el propio Obama, de vuelta de las vacaciones navideñas de Hawai, llamó en la noche del lunes a los legisladores para que dejen de lado el juego político con miras a las presidenciales de 2012 y a concentrarse en la verdadera prioridad del país, "crear empleos".

"Mi esperanza es que John Boehner y Mitch McConnell (el líder de la minoría republicana en el Senado) se den cuenta de que va a haber mucho tiempo para hacer campaña para 2012 en 2012", dijo Obama a los periodistas a bordo del avión presidencial Air Force One. "Y que nuestro trabajo, este año, es asegurarnos de que continuamos la recuperación" económica, apuntaló.

Un mensaje que ya había lanzado con tono conciliador en su discurso semanal el pasado sábado, cuando insistió en la necesidad de buscar caminos convergentes en un Capitolio con mayorías repartidas pero responsabilidades "compartidas", dijo.

Obama no será el primer presidente que gobierna con un Capitolio hostil. Y que incluso logra una reelección tras una paliza legislativa electoral como la que sufrió el actual inquilino de la Casa Blanca en noviembre. Pero pocos mandatarios iniciaron la segunda parte de su mandato en un clima tan hostil y con una oposición tan radicalizada.

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