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Esperanza y desafíos tras la contundente victoria socialista en Grecia

Imponente fue la victoria alcanzada por los socialistas griegos y su jefe de partido, Giorgos Papandreu, en los comicios parlamentarios del domingo. "Un 43,94% para los socialistas y un 34,5% para los conservadores, eso se llama triunfo para el vencedor y caída y bofetada para el perdedor", comentaba ayer la radio griega.

Indignados por los escándalos económicos, el nepotismo y las promesas vacías de reforma del pesado aparato estatal, los griegos enviaron al primer ministro conservador, Costas Caramanlis, y a su partido Nueva Democracia (ND) al banco de la oposición, tras cinco años y medio en el Gobierno.

"Victoria histórica", titulaba ayer el diario ateniense Ta Nea. La victoria de Papandreu es además un portador de esperanza para la socialdemocracia europea, que desde hace tiempo vive derrotas electorales casi por doquier, señalaba la prensa griega.

Sin embargo, con la victoria de los socialistas Grecia no está salvada: el jefe de los socialistas Papandreu tiene ante sí un camino escabroso y lleno de curvas. "El camino será largo", dijo tras su victoria.

Una de sus tareas centrales será sacar a los griegos de la grave crisis económica en la que se halla inmersa el país, frenar el desbordante endeudamiento estatal y combatir la corrupción.

"Será una tarea que podría convertirse fácilmente en un trabajo de Sísifo", opinan muchos griegos. En 2004, cada griego tenía una media de 13.000 euros en deudas, cifra que asciende actualmente a 25.000 euros debido al despilfarro de los últimos años.

Las expectativas de los griegos en el nuevo Gobierno, en especial de quienes menos ganan, son grandes: "Por fin podremos operarnos en un hospital estatal sin tener que pagar sobornos y también se acabará que dos personas tengan que vivir con una jubilación de 500 euros al mes", decía una jubilada en la radio.

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