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Incertidumbre por la gestión de Boudou

La operación de Cristina Fernández y cuánto tiempo tomará su recuperación despiertan incertidumbre sobre quién tomará ahora las decisiones en un Gobierno personalista y presionado por la agenda electoral y económica.

Aunque en lo formal el Ejecutivo queda a cargo del vicepresidente, Amado Boudou, analistas consultados mostraron sus dudas sobre si será él quien verdaderamente tome las decisiones en el día a día. "No sabemos si la convalecencia será de 30 ó 90 días. Esto genera mucha incertidumbre en el escenario político y económico de Argentina", dijo Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político. Los asuntos económicos son los más apremiantes para el Gobierno, como la inflación, las presiones cambiarias y el tema irresoluto de la deuda.

En lo político, el reposo de Fernández afecta de lleno a la estrategia electoral del oficialismo para las legislativas del día 27, tras unas primarias marcadas por triunfos opositores en los principales distritos del país. "Pero lo electoral pasa a segundo plano. Lo más importante es quién va a tomar las decisiones en un contexto donde está el equipo económico peleado entre sí y donde justamente la economía está al tope de la agenda", sostuvo Giusto.

Boudou se hace cargo en lo formal del Ejecutivo justo cuando en las últimas semanas el oficialismo, según Giusto, lo confinó a viajes oficiales en el exterior, lejos de la campaña, "porque es uno de los dirigentes con peor imagen". Boudou gobernó en enero de 2012, cuando a Fernández le extirparon la glándula tiroidea, pero los analistas dudan de que sea él quien coordine la toma de decisiones.

Sin un hombre fuerte en la Jefatura del Gabinete, tampoco los analistas saben hasta qué punto los ministros y secretarios pudieran responder al hombre de mayor confianza de Fernández en el Gobierno, el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, en ese cargo desde la gestión de Kirchner.

El analista Jorge Arias, de Polilat, apuntó que "no hay un cuerpo de generales que esté detrás de la presidenta con cuotas de poder claramente establecidas que, con una mínima coordinación, debiera poder funcionar". "Aún cuando muchos analistas consideraran equivocada la dirección del Gobierno, es mejor una dirección equivocada que la falta de coordinación. Ése es el riego más grande que enfrenta el Gobierno", dijo.

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