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India: promesas pendientes de una potencia emergente

Rubén Campos Palarea

Coordinador de Programas del Club de Madrid

La India, la democracia más grande del mundo, ha vivido en 2012 un año de promesas incumplidas en sus pretensiones de convertirse en el medio plazo en un gigante político y económico, con capacidad de jugar un papel más activo en el escenario internacional.

Más allá de la estabilidad de su sistema democrático o la fuerza atómica militar, su mayor influencia se apoya en un poder económico en expansión: su economía ha sido en la última década una de las de mayor crecimiento en el mundo, sólo por detrás de China. Sin embargo, el frenazo en el último año del crecimiento de su PIB ha sembrado dudas sobre su vigencia: el crecimiento del 5,3% en el segundo trimestre de 2012 es la tasa más baja en los últimos 10 años y se ha producido a pesar del aumento de las exportaciones de bienes y servicios, por lo que las causas parecen más internas que externas.

Las fortalezas de su economía, como el pujante consumo interno o una fuerza laboral joven con sectores cualificados, no han sido suficientes en 2012 para contrarrestar sus problemas estructurales: un alto déficit presupuestario que frena inversiones públicas, escasa generación de empleo, una rupia débil que encarece la factura energética y  unas infraestructuras insuficientes para una economía en expansión.

Los apagones eléctricos, que en los meses de verano han dejado sin luz a millones de familias en diferentes regiones del país, son un claro símbolo de estos problemas estructurales que la India debe afrontar para mantener el dinamismo de su crecimiento económico, por encima del 8%  del PIB en la última década.

En el ámbito internacional, la Cumbre de los Brics celebrada el pasado marzo en Nueva Delhi simbolizó la todavía incumplida promesa de un nuevo orden mundial con la India como uno de sus centros. Pese a las expectativas generadas, los resultados de la Cumbre quedaron en meras declaraciones de intenciones de las cinco potencias emergentes (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) con intereses diversos y no necesariamente compartidos. La inestabilidad política en la que viven sus vecinos de Asia Meridional, especialmente Afganistán y Pakistán, continúa siendo un factor regional de desestabilización más acuciante para la India que sus promesas de liderazgo global.

Las negociaciones de alto nivel para encontrar fórmulas de resolución a los diversos conflictos que mantiene con Pakistán, incluida su vieja disputa por la región de Cachemira, no han avanzado en el último año y 2013 ha comenzado con enfrentamientos fronterizos que añaden dificultades adicionales al proceso. Durante 2012, el gobierno de centro izquierda del Partido del Congreso ha intentado desarrollar un programa de reformas para afrontar la desaceleración económica y las crisis internas y externas, pero se ha visto condicionado por la inestabilidad de la coalición de una decena de partidos que lo mantiene en el poder y una oposición beligerante que ha rechazado cualquier consenso.

El primer ministro, Manmohan Singh, ha sido muy cuestionado pese a su reconocido prestigio como arquitecto de la política económica de la última década. Su falta de energía para convencer a sus socios de gobierno de la necesidad de emprender un ambicioso programa de nuevas reformas ha perjudicado su liderazgo. Las expectativas de un cambio real dentro del Partido del Congreso están depositadas en la figura emergente de Rahul Gandhi, heredero de la dinastía que llevó al poder a su bisabuelo Jawaharlal Nehru, su abuela Indira y su padre Rajiv, y que, pese a su juventud e inexperiencia, es posible que sea su candidato para las próximas elecciones de 2014.

La oposición de centro derecha liderada por el Bharatija Janata Party, de ideología nacionalista hindú, también ha intentado reconstruirse en 2012 alrededor de otro político carismático, Narendra Modi, jefe de gobierno del estado occidental de Gujarat.

En su favor tiene una excelente reputación como eficiente gestor político y económico y, en su contra, pertenecer en el pasado a la línea más radical e intransigente de su partido. Pese a sus intentos en 2012 de proyectar una imagen como líder moderado y dialogante, su papel como posible instigador político de una matanza de musulmanes en 2002 sigue siendo muy controvertido.

Los inicios de 2013 han estado dominados por la trágica violación de una joven estudiante en un autobús de Nueva Delhi, lo que ha abierto un novedoso debate público sobre los derechos de la mujer en la sociedad india.

Las desigualdades de género, sociales y económicas son un reto pendiente fundamental para la sociedad india dentro de su camino de expansión macroeconómica y de mayor peso internacional. Por ello, el gran desafío para el nuevo año seguirá siendo el hacer compatibles los índices de crecimiento con las políticas adecuadas para que porcentajes más amplios de la población puedan beneficiarse del aumento de la influencia y la riqueza del país.

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