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Iraq se desliza de nuevo por la pendiente de la violencia

  • Una oleada de atentados contra los chiíes deja al menos 68 muertos en un momento en el que se profundiza la división entre las distintas confesiones

Una ola de atentados contra peregrinos en el sur de Iraq y en dos barrios chiíes de Bagdad dejó ayer al menos 68 muertos y decenas de heridos, lo que ha reavivado las tensiones entre comunidades cuando el país atraviesa una profunda crisis política.Los ataques son los más sangrientos desde la cadena de explosiones del pasado 22 de diciembre en la capital, cuatro días después de la salida de los últimos soldados estadounidenses del país.

Un kamikaze activó el cinturón de explosivos que llevaba cerca de Nasiriya (sur), en medio de un grupo de peregrinos que acudían andando a la ciudad santa de Kerbala para celebrar el Arbain, un duelo religioso que conmemora la muerte del imán Husein en esta ciudad.

Según Hadi Badr al Riyahi, jefe de los servicios sanitarios de la provincia de Zi Qar, 45 personas murieron y 68 fueron heridas.

En Bagdad, cinco atentados se cebaron con dos barrios chiíes emblemáticos: Kazimiya, donde se encuentra el mausoleo del séptimo imán, Musa al Kadum, y Sadr City, el barrio chií más grande de la capital.

En Kazimiya, dos coches bomba explotaron en varios cruces, provocando la muerte de al menos 14 personas e hiriendo a 31, según fuentes de los ministerios del Interior y de Defensa.

En Sadr City, una moto explotó cerca de un grupo de jornaleros que buscaban trabajo, dejando siete muertos y 20 heridos, explicó un responsable del ministerio del Interior.

Poco después, dos bombas escondidas cerca de una carretera estallaron cerca del principal hospital del barrio cuando los heridos eran trasladados al centro médico, lo que provocó la muerte de dos personas e hirió a 15 más, dijo la misma fuente.

El ministerio de Defensa confirmó un balance de nueve muertos y 35 heridos por la explosiones en el barrio de Sadr City.

"¿Dónde están las fuerzas de seguridad? ¿Dónde están los puestos de control? ¿Cómo ha podido explotar este coche-bomba aquí?, se preguntaba, furioso, Achur Abdula, un hombre de 60 años cerca del lugar de los atentados en Kazimiya, donde trabajaban miembros de las fuerzas del orden y de los servicios de emergencias.

Una mujer gritaba y lloraba: "¡Mueren inocentes, los matan sin motivo! ¡Que Dios cumpla su venganza sobre los que han cometido estos crímenes!".

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