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John le Carré regresa a Viena

  • Estados Unidos y Rusia intercambian espías a plena luz del día y sin el habitual secretismo en el aeropuerto de la capital austriaca · Los dos gobiernos tienen prisa en 'olvidar' cuanto antes el incidente

A plena luz del día, Estados Unidos y Rusia intercambiaron sus agentes secretos descubiertos. Aun cuando el caso es sorprendente, despierta reminiscencias en la capital austriaca: desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Viena fue considerada como una plataforma del espionaje entre el Este y el Oeste e inmortalizada en las novelas de espías de, entre otros muchos autores, John le Carré.

Quizá un intercambio así habría hecho que el agente 007 se jubilara horrorizado: nada de secretos, sino a plena luz del día y antes las cámaras de televisión, Estados Unidos y Rusia intercambiaron a sus espías en Viena. Los dos países querían solucionar el problema lo antes posible, justifican los expertos la sorprendente claridad del acto.

Con el intercambio de espías en la pista de aterrizaje del aeropuerto vuelven a recordarse historias de espías en Viena. Las viejas verjas de alambres de tiempos de la Guerra Fría siguen desplegadas junto al Danubio.

Poco después de las once de la mañana un Jakolev Jak-42 blanco con bandera rusa planeaba en un cielo azul sobre Viena-Schwechat hacia tierra. Poco después el avión chárter de Vision Airlines aterrizaba también.

La información oficial de vuelos no tenía las dos máquinas en sus pantallas. Los dos aviones estuvieron uno junto al otro durante alrededor de hora y media en una esquina apartada de la pista de aterrizaje mientas algunas personas, probablemente los 14 espías, los diez que trabajaron para Rusia y los cuatro que lo hicieron para Estados Unidos cambiaban de avión. Y después, cada avión volvía hacia su país de origen.

Rusia y Estados Unidos querían solucionar el problema lo antes posible, explica el experto en espionaje y director del centro austriaco de estudios de seguridad servicios secretos y propaganda de la universidad de Graz, Siegfried Beer.

Los dos países no tenían interés en desatar un conflicto. Naturalmente es algo muy insólito que todo el mundo pueda observar un intercambio de agentes. "Pero en tres días estará todo olvidado".

El hecho de que se escogiera la ciudad austriaca para el intercambio no es difícil de explicar: el país alpino es tradicionalmente políticamente neutral, una de las sedes de la ONU y no es miembro de la OTAN. A ello se añade una situación geográfica favorable y las estructuras aún en pie de los servicios secretos internacionales que datan de la época en la que Viena era el último bastión de Occidente contra el bloque del Este. "Que los servicios secretos sigan pensando igual sobre Viena no me sorprende", añadió Beer.

Según cálculos del Informe sobre Protección a la Constitución, el país alpino sigue siendo un importante espacio de intervención para servicios secretos. La cifra de los servicios internacionales activos de este tipo dentro de las fronteras del país es proporcionalmente alto y no se prevé que merme en los próximos años.

Sólo en Viena actúan, según Beers, hasta 3.000 agentes internacionales, ocultos a ojos de otros diplomáticos de la ONU. Hoy en día se trata sobre todo de espionaje económico, científico o técnico más que político. Pero también la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) con sede en Viena es un objetivo preciado.

Los austriacos son indiferentes a la preferencia de la ciudad para los servicios secretos, mientras sus actividades no se dirijan contra su propio país.

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