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Matanza en el corazón turístico de Marraquech

  • Un suicida se inmola en un café de la popular plaza Jemaa el Fna acabando con la vida de al menos 15 personas · Ningún grupo ha reivindicado hasta el momento la autoría

Una matanza en pleno corazón turístico de Marruecos. Un kamikaze, del que poco se sabe, dejó un reguero de sangre y muerte en la soleada terraza del café Argana, que cuelga sobre la popular plaza de Jemaa el Fna pasadas las once de la mañana.

El suicida, según el relato de un testigo ocular recogido por el diario electrónico Lakome, hizo su aparición en la concurrida terraza del popular café para pedir un zumo de naranja. Al poco, relataba el mismo testigo, se produjo la explosión que, al cierre de esta edición, había causado 15 víctimas mortales y más de 20 heridos de distinta consideración, según fuentes de la televisión nacional. No obstante, otras fuentes cifraban en 18 los fallecidos. Las vidas de varias personas más afectadas por la deflagración corrían peligro a última hora de ayer. De los veladores y las humeantes teteras de la terraza sólo quedaba ayer el recuerdo apesadumbrado y un reguero de cuerpos.

La mayoría de los heridos, clientes del bar, turistas, eran extranjeros. Según la televisión pública marroquí -citando fuentes hospitalarias-, seis de los fallecidos serían de nacionalidad francesa, cinco marroquíes y otros cuatro extranjeros cuyas nacionalidades no se han confirmado. El Ministerio de Exteriores español confirmaba en la tarde de ayer que no tenía constancia de víctimas mortales de nuestro país en el atentado del café Argana. Probablemente, de haberse producido el ataque una semana atrás, el balance habría sido distinto, ya que los turistas españoles abarrotan la terraza desde la que se avista esta plaza Patrimonio Inmaterial de la Unesco durante las vacaciones de Semana Santa.

Las autoridades marroquíes reaccionaron ayer con rapidez. Poco tardaron en calificar de "atentado criminal" lo que en un primer momento parecía que había sido la consecuencia de la explosión fortuita de una bombona de butano. Mohamed VI se mostró enérgico y contundente al calificar de "atentado criminal" lo sucedido en la ciudad turística por excelencia del país vecino. El ministro de Comunicación, Jalid Naciri, fue más allá en sus declaraciones y hablaba sin tapujos de "atentado terrorista". De momento, ninguna organización ha reivindicado la autoría. 

"Es una auténtica lástima porque el ambiente de Marruecos y el de la ciudad de Marraquech es normalmente muy tranquilo y apacible. El turismo se va a resentir con toda seguridad porque es un sector muy sensible. Ya lo hemos notado en los primeros meses del año, a partir de que comenzaran las revueltas en el mundo árabe", aseguró a este periódico Teresa Castelló, una española residente en la ciudad ocre y empresaria. Precisamente ayer varios ministros marroquíes se encontraban en España en una visita destinada a reforzar los lazos comerciales entre ambos países.

Los sucesos de ayer en la ciudad ocre ocurren en plena efervescencia social en el país magrebí. Desde el pasado mes de febrero, inspiradas por las revueltas que recorren el mundo árabe, las protestas contra el régimen se repiten semana tras semana. El pasado domingo más de cien localidades de todo el país registraron concentraciones de protesta contra las autoridades marroquíes. Las quejas se resumen en la exigencia de una Constitución nueva que limite los poderes del monarca con vistas a iniciar un proceso de transición democrático.

Rabat -y Palacio- son conscientes de la fragilidad de la paz social marroquí y han movido ficha en las últimas semanas aumentando las subvenciones y realizando concesiones de corte social. La última de ellas llegaba el martes, cuando el Gobierno presidido por Abbas el Fassi -del Istiqlal- acordaba con los sindicatos la subida de las pensiones, del salario mínimo del sector privado y del sueldo de los funcionarios. El rey, cuyos deseos han de inspirar a la clase política, ha manifestado en varias ocasiones sus pretensiones de que las clases más desfavorecidas se beneficien de estas mejoras profesionales. No en vano, el 9 de marzo, Mohamed VI pronunciaba un importante discurso en el que anunciaba reformas.

El atentado de ayer en Marraquech sigue la estela de los sucesos del 18 de mayo de 2003, cuando 12 kamikazes se inmolaban en varios puntos de la ciudad de Casablanca -entre ellos el restaurante de la Casa de España- dejando 45 muertos y decenas de heridos. La autoría de los mismos constituye aún una incógnita. El de Marraquech es el segundo suceso de estas características que se registra en el país vecino. El movimiento islamista marroquí -liderado en la calle en las últimas semanas por los salafistas- denuncia cada vez más abiertamente a las autoridades magrebíes por las violaciones de los derechos humanos practicadas sobre sus miembros. Acusan al régimen de convertirlos en chivos expiatorios en su combate contra el terrorismo y de ser objeto de torturas y encarcelaciones injustas.

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