francia La hija de Le Pen podría reeditar la sorpresa que protagonizó su padre en 2002

El avance imparable de Marine

  • A menos de 100 días de las presidenciales, ni Sarkozy ni el favorito Hollande tienen asegurado su pase a la segunda vuelta debido al auge de la extrema derecha

Cuando faltan menos de 100 días para que se celebre la primera vuelta de las elecciones francesas, tanto el impopular presidente Nicolas Sarkozy como su rival de izquierdas y favorito François Hollande, no pueden dar por asegurado su pase a la segunda ronda por el auge de la extrema derecha.

Marine le Pen, candidata del populista Frente Nacional, cuya influencia en la sociedad se consolidó en estos años de crisis económica, sueña con reeditar el próximo 22 de abril la sorpresa que logró su padre, Jean-Marie le Pen, en 2002, cuando consiguió acceder a la segunda vuelta al superar al socialista Lionel Jospin antes de ser estrepitosamente derrotado por un Jacques Chirac que acumuló todos los votos de los demócratas galos.

Según una encuesta publicada el pasado jueves por el diario Le Monde, un tercio de los franceses se adhieren a las ideas del Frente Nacional (FN) especialmente en lo que se refiere a temas como la lucha contra la inmigración y la salida del euro.

Dos encuestas difundidas el viernes confirmaron el auge de Le Pen, que dispone ahora de entre el 19% y el 21,5% de la intención de voto, un resultado muy superior al 16,86% que consiguió su padre hace diez años.

La candidata del Frente Nacional pisa los talones del presidente, que se sitúa en el 23,5%, mientras que el socialista Hollande se mantiene primero con el 27%, según el sondeo de Ifop-Fiducial para la emisora Europe 1 y el mensual Paris-Match.

El panorama no es alentador para Sarkozy, de 56 años: siete de cada diez franceses consideran negativo el balance de sus cinco años de mandato, principalmente en el sector del empleo (el paro en Francia ha pasado del 7,5 al 10% en ese periodo), del poder adquisitivo y de lucha contra las desigualdades sociales.

Pero el presidente, que todavía no anunció formalmente su candidatura, parece dispuesto a darlo todo para aprovechar los poco más de tres meses que le quedan para convencer a sus ciudadanos de que es el mejor candidato para enfrentarse a una crisis económica que no da tregua.

En pocos días, Sarkozy anunció la creación de una tasa sobre las transacciones financieras, sin coordinarse con el resto de la Unión Europea (UE), abrió una reforma de la financiación de la protección social para rebajar el costo del trabajo y presentó las grandes líneas de una reforma del sistema educativo.

Su rival socialista se dio cuenta del peligro y se esforzó en restarle credibilidad al presidente. Pero con la espada de Damocles de las agencias calificadoras, una de las cuales dejó a Francia sin su triple A, Hollande no especificó todavía cómo piensa crear empleo y reducir la deuda al mismo tiempo.

El candidato socialista, de 57 años, que ganó con holgura las primarias de su partido en octubre, está cediendo terreno en las encuestas de manera lenta pero inexorable.

Sus aliados potenciales, como la candidata de Los Verdes Eva Joly, cuyas propuestas sembraron confusión incluso en su propio partido, o el candidato de la izquierda radical Jean-Luc Melenchon, que defiende un programa de ruptura con las políticas liberales, no se benefician del apoyo perdido por Hollande.

Por el contrario, parece que sería más bien el centrista François Bayrou el gran beneficiado de la situación. Las encuestas le dan entre el 11% y el 14% de las intenciones de voto. En 2007, quedó tercero con el 18% de los sufragios.

Durante su primer mandato, Sarkozy y su Gobierno no escatimaron esfuerzos para tratar de conseguir los votos del electorado del Frente Nacional, al haber convertido el control de la inmigración ilegal en una de sus prioridades, incluso a costa de correr el riesgo de perder el apoyo de la derecha más moderada.

El presidente saliente podría verse perjudicado por la multiplicación de candidaturas de personalidades de derecha como el ex primer ministro Dominique de Villepin o su ex ministro de Defensa Hervé Morin, aunque por ahora ninguno de los dos ha conseguido reunir las 500 firmas de alcaldes que les son necesarias para poder presentarse. Las elecciones legislativas tendrán lugar después de las presidenciales.

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