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El 'ave fénix' no piensa tirar la toalla

Acostumbrado a leer en la prensa sus supuestos epitafios políticos, Silvio Berlusconi nunca se rinde, ni siquiera a sus 77 años, y promete seguir plantando batalla en la vida pública de Italia, a pesar de un último golpe, de los más duros, que le deja fuera del Parlamento italiano.

Ave fénix que renace de sus cenizas cuando todos le dan por políticamente muerto, el magnate italiano no renuncia a la faceta de su vida que, desde hace dos décadas, le ha convertido en uno de los mandatarios más populares del mundo, idolatrado por unos y odiado por otros.

Nunca como hasta ahora, Berlusconi había sentido el peso de la Justicia y sus consecuencias políticas sobre sus hombros, pero, a pesar de todo, de que cada vez su liderazgo en el centroderecha italiano está más cuestionado, no tira la toalla, una advertencia que, visto lo ocurrido en otras ocasiones, no hay que ignorar.

El último de esos supuestos epitafios políticos se escribió el pasado 2 de octubre, cuando terminó volviéndose en su contra la iniciativa que había perpetrado días antes junto a los radicales de su partido abriendo una crisis de Gobierno destinada a presionar al Partido Demócrata (PD) del primer ministro, Enrico Letta.

Berlusconi quería evitar que continuara el proceso para su expulsión del Senado, pero todo se volvió en su contra cuando su delfín y viceprimer ministro, Angelino Alfano, se reincorporó al Gobierno tras la dimisión a la que fueron "invitados" él y otros cuatro ministros, y mostró su apoyo a Letta. Entonces, il Cavaliere quedó en evidencia y tuvo que dar marcha atrás para evitar una ruptura en directo de su partido, pero días después supo retomar el timón como presidente de la formación, anunciando su disolución para refundarse en Forza Italia y obligar así a Alfano y a los moderados a la escisión.

Letta dio, incluso, por acabada "la era Berlusconi" en la política italiana el 6 de octubre, pero lo cierto es que sigue condicionando la vida pública de Italia.

Sobre Berlusconi se han escrito otros epitafios que él ha sabido tachar, como el que le llevó a dimitir como primer ministro en noviembre de 2011 en medio de una cada vez mayor presión de los mercados sobre la deuda de Italia.

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