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El grave fantasma de la abstención

  • Los expertos se preguntan si es realmente representativo un Europarlamento al cual van a votar menos de la mitad de los ciudadanos censados en los 27 países que componen la actual Unión Europea

Desde Lisboa a Riga y desde Dublín a Nicosia, las calles de las principales urbes de la UE exhiben desde hace días carteles y pósters electorales de cara a los comicios europeos que se iniciaron el jueves. Sin embargo, la que, en principio, promete ser una gran fiesta democrática para 375 millones de electores puede quedar opacada por la amenaza de una bajísima participación, que las encuestas colocan en torno al 42%.

¿Se puede avalar como "representativa" una votación con una participación por debajo o menor que esa cifra? Éste es el nudo gordiano que intentan desatar los gurús de la demoscopia.

En principio, estos comicios a la Cámara de Estrasburgo adquieren el rango de históricos por varios motivos. En primer lugar porque la Eurocámara es la segunda en importancia en el mundo, tras el populoso Parlamento indio, y en segundo término porque -a la postre- se trata de la única institución supranacional elegida democráticamente -desde 1979- por la población europea.

También posee una dimensión relevante el número de países involucrados en la votación, 27, un verdadero ejercicio coordinado de democracia para elegir a los futuros 736 eurodiputados (en la actualidad el Parlamento Europeo cuenta 785 diputados). En caso de que se sancione favorablemente el Tratado de Lisboa, el Europarlamento obtendría todavía más poderes que en la actualidad, gracias a un reforzamiento de sus capacidades de codecisión, en pie de igualdad con el Consejo de la UE.

Pero ahí radica precisamente una de las paradojas. A pesar de que de la Eurocámara emana cerca del 70% de la legislación comunitaria, en forma de directivas o reglamentos, sigue siendo la gran desconocida por la población, al igual que la mayoría de instituciones europeas.

Las encuestas no arrojan datos muy esperanzadores. Desde 1979, el porcentaje de participación del electorado europeo en los comicios de Estrasburgo no ha dejado de disminuir. Hasta finales de la década de los 80, la participación alcanzaba cerca del 60% y desde entonces no ha dejado de desinflarse.

Para Sara Hageman, analista del Centro de Política Europea (EPC), un porcentaje de participación relativamente bajo supondría un "agrio fracaso para el Parlamento Europeo".

Mientras, su colega Piotr Kaczynski, del Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS), lamenta la indiferencia que muestra la opinión pública en relación con estas elecciones, sobre todo teniendo en cuenta "que la mayor parte de las leyes que rigen la vida de los europeos emana de la Eurocámara", sostiene.

No obstante, a pesar de que goza de prestigio y de, en general, buena reputación, el Parlamento Europeo ha sido criticado en muchas ocasiones por el supuesto boato y dispendio de algunos sus miembros y por sus excesos y extralimitaciones en gastos o por su poco transparente política de contrataciones. Para contrarrestar esta imagen negativa, la Eurocámara ha publicado los sueldos de sus miembros, que han pasado de los 7.665 euros de la anterior legislatura a los 5.963 de la próxima.

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