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La guerra civil se extiende ya a las pequeñas poblaciones de Siria

  • La llama de la violencia alcanza a varias localidades, especialmente las emplazadas en los alrededores de Homs · La situación puede empeorar si el conflicto se expande a otras minorías como los cristianos

El edificio aún está en llamas. Cinco cadáveres de miembros de los mokabarat, los servicios secretos sirios, están esparcidos en la puerta y el interior, uno de ellos tapado con un fino cojín con motivos florales, rodeados de miembros del Jeish al Hor (Ejército Libre Sirio), que han tomado su cuartel general en Al Qusayr, una localidad de 40.000 habitantes al sur de Homs.

Hay algunos papeles tirados el suelo, denuncias a medio quemar, una gorra del Ejército leal al presidente Bashar al Assad con una chapa en forma de águila. Algunos niños curiosos se asoman desde fuera, con curiosidad. "¡Libertad, libertad!", gritan dos soldados del Ejército Libre ataviados con pasamontañas negros, alzando sus kalashnikov.

Las fuerzas armadas revolucionarias comienzan a tomar posiciones en este enclave, donde en las últimas horas se aproximaron cuatro carros de combate del Ejército regular desde el norte, según fuentes rebeldes.

En esta ciudad la vida está paralizada por completo desde hace once meses. Hay 20 francotiradores apostados en la ciudad que disparan a hombres, mujeres y niños. Los soldados del régimen están atrincherados en el hospital central y el ayuntamiento, unos 400 hombres. "Todos los días mueren una o dos personas, estamos así desde hace mucho tiempo, pero nadie nos ayuda", asegura Omar, un activista de la zona.

Los funerales deben realizarse veinte minutos inmediatamente después de la muerte y los cuerpos se entierran en un cementerio improvisado en zona segura, al abrigo de las balas. Para refugiarse del impacto de los morteros la población se refugia en las plantas más bajas, sin luz, sin comunicaciones y desconectados completamente del mundo.

Mientras las noticias centran su atención en el bombardeo masivo de la ciudad de Homs -la más castigada por la represión del régimen- y se vive una situación de emergencia humanitaria con centenares de muertos en los últimos días, la lucha armada se extiende a otras ciudades de toda la provincia de Homs, en el centro del país, como Rastan, Al Hula, Tall Jalal, Palmira, además de otras localidades de otras provincias del país como los alrededores de Alepo, Ildib, Hama, Daara, Raka o Hesaka, Zuaida (de mayoría drusa), o Deir Al Sour, además de los suburbios de Damasco.

"Lo único que hacemos es defendernos, porque durante mucho tiempo hemos estado manifestándonos de forma pacífica, y lo único que hemos conseguido es que nos metan en prisión o nos maten", asegura Omar.

En Al Qusayr, desde el inicio de las revueltas han muerto más de 70 personas, la mayoría por disparos de francotiradores. Muchos de sus habitantes ha sufrido torturas en la prisión de Homs, como Abu Amar. "Estábamos en una celda de un metro cuadrado unas ocho personas, no podíamos ni sentarnos. Nos llevaban uno a uno a interrogar, y cuando regresaban siempre sangraban o estaban heridos y no había doctor para ellos. Nos tuvieron sin comida durante cinco días", asegura. "A mí me ataron las manos, me pusieron una venda en los ojos y me llevaron a una habitación en la que me colgaron por los brazos, me pusieron agua en la espalda y recibía descargas eléctricas. Al final tuve que pagar 2.000 dólares por mi libertad".

En los últimos días comienzan a vivirse pequeños capítulos de una guerra civil de larga duración. Los comités locales, compuestos por civiles, tratan de evitar que prenda la mecha de la violencia religiosa en esta localidad donde hay presencia de minorías cristianas.

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