Nazismo

Georg Elser: El carpintero solitario que se quedó a 13 minutos de matar a Hitler

  • Elser fue quien, el 8 de noviembre de 1939, más cerca estuvo de lograrlo, junto con Claus von Stauffenberg y su Operación Valquiria

  • En la actualidad 66 calles y plazas, así como varios colegios, llevan su nombre en Alemania

Georg Elser

Georg Elser

El carpintero alemán Georg Elser vivió hace 80 años el fracaso de su obra más minuciosa: un atentado contra Hitler perfectamente planeado, del que el dictador tan sólo se libró porque aquella noche en Múnich hacía niebla.

De todos los planes fallidos para acabar con el genocida, Elser fue quien, el 8 de noviembre de 1939, más cerca estuvo de lograrlo, junto con Claus von Stauffenberg y su Operación Valquiria (interpretado por Tom Cruise en el filme homónimo) en un nuevo intento en 1944.

Sin embargo, la figura de Elser quedó relegada al olvido durante décadas debido en parte a que durante mucho tiempo los historiadores no creyeron que aquel hombre de orígenes humildes hubiera podido actuar en solitario y pusieron en duda la legitimidad de sus motivaciones.

Durante 30 noches, Elser había acudido a la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich, donde cada 8 de noviembre Hitler daba un discurso para conmemorar su golpe de Estado fallido de 1923, el conocido como Putsch de la Cervecería.

Cada noche, pedía la cerveza más barata y luego se escondía en el baño hasta el cierre del local. A continuación, se dedicaba a vaciar meticulosamente la columna delante de la cual el dictador, rodeado de su plana mayor, iba a dirigirse a sus acólitos.

En el hueco, Elser colocó una bomba de fabricación casera, que construyó a partir de explosivos robados de una cantera y con un reloj a modo de temporizador, programado con tres días de antelación.

Guiándose por años anteriores, el carpintero calculó que Hitler hablaría por lo menos una hora y media y programó su bomba para lo que esperaba que fuera el cenit del discurso, a las 21:20 horas.

Sin embargo, el otras veces locuaz dictador acortó su intervención y abandonó la cervecería a las 21.07 para llegar a tiempo al tren que le devolvería a Berlín: la espesa niebla no le hubiera permitido realizar el trayecto en avión, como hacía habitualmente.

La bomba de Elser funcionó a la perfección y explotó puntual, llevándose por delante a ocho personas -siete miembros del partido nazi y una camarera- e hiriendo a otras 63.

Cambiar la historia

Nacido en 1903 en el pueblo de Hermaringen (sur de Alemania), el carpintero pretendía modificar el curso de la historia y evitar un conflicto internacional.

La invasión de Polonia había comenzado seis semanas atrás, cuando Elser ya se encontraba diseñando el atentado, pero los historiadores coinciden en que, si su plan hubiera tenido éxito, la Segunda Guerra Mundial hubiera sido muy distinta y el Holocausto probablemente se habría evitado.

No obstante, Hitler sobrevivió y Elser fue detenido esa misma noche cuando intentaba cruzar ilegalmente la frontera con Suiza; consigo llevaba pruebas que le incriminaban, que pensaba usar para evitar la extradición o en caso de que fuera inculpado un inocente.

A pesar de su insistencia en que había actuado solo, los nazis acusaron a los servicios secretos británicos de estar detrás del carpintero.

El movimiento opositor en Alemania también desconfió de aquel solitario desconocido y consideró que el ataque era probablemente un atentado de falsa bandera diseñado por Hitler para reforzar su apoyo entre la población.

Un hombre libre

Tras ser interrogado y torturado por la Gestapo (la temida policía política), Elser pasó cinco años y medio en confinamiento solitario en el campo de concentración de Dachau; allí mismo fue ejecutado de un disparo, por orden personal de Hitler, pocos días antes de que el lugar fuera liberado por los aliados.

"Con mi acción, quería evitar un derramamiento de sangre aún mayor," había declarado Elser, según la transcripción de su interrogatorio, que fue descubierta por un historiador en los años 60.

"He sido un hombre libre (...) hay que hacer lo que es correcto. Si el ser humano no es libre, todo lo demás muere," dijo también, haciendo hincapié en que nadie le había incitado a la acción y él mismo no se la había confiado a nadie.

Según quienes le conocieron, en sus treinta y cinco años de vida anteriores al atentado, Elser siempre había destacado por su ansia de independencia.

Perfeccionista y parco en palabras, valoraba su libertad por encima de todo, pero aún así era sociable; aunque estaba afiliado a una organización vinculada al partido comunista, nunca militó de forma activa ni parece que la ideología desempeñara un papel en su acción.

De acuerdo con testigos presenciales, sentía un rechazo visceral ante el régimen de Hitler; se negaba a realizar el saludo romano, abandonaba la habitación si la radio transmitía un discurso del dictador, y en una ocasión había declarado: "prefiero que me peguen un tiro antes que dar un solo paso por los nazis".

En las últimas décadas, los historiadores han rescatado la figura de Elser del olvido, y en 1998 se levantó el primer monumento en su honor.

En la actualidad 66 calles y plazas, así como varios colegios, llevan su nombre en Alemania.

Con motivo del 80 aniversario del atentado fallido, el presidente de la República Frank-Walter Steinmeier inauguró esta semana un monumento en el pueblo natal del carpintero.

En su discurso, destacó que Alemania le debe "reconocimiento, respeto y agradecimiento".

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