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La matanza de Tiananmen cumple 20 años enterrada en el silencio forzoso

  • Veinte años después, el tema se ha convertido en un tabú, ya que cualquier mención está considerada una confabulación para derrocar al régimen.

La matanza de Tiananmen, perpetrada por el Ejército chino en la noche del 3 al 4 de junio de 1989, cumple este miércoles su vigésimo aniversario rodeada de silencio oficial, fuertes medidas de seguridad, un aumento de la censura contra Internet y recordada sólo por unos pocos en China, sobre todo las madres de las víctimas.

Sólo el aumento de la policía en la plaza que da nombre a la masacre y el bloqueo de un buen número de webs en las últimas horas -entre ellas Hotmail y Twitter- hacen el día diferente a otros en Pekín, donde hablar en público de la matanza sigue siendo un tabú.

Hace 20 años, después de siete semanas de protestas pacíficas, muchos fueron asesinados, y aunque uno de cada diez pequineses participó en la manifestación que hizo tambalearse al PCCh, saben que es peligroso hablar de ello.

"El partido lo ha convertido en un tabú. Cualquier mención está considerada una confabulación para derrocar al régimen", explicó el profesor Andrew J. Nathan, de la Universidad de Columbia.

Solamente algunos familiares de las víctimas y los disidentes exiliados han alzado su voz cada mes de junio estos veinte años.

"El dolor sigue vivo en el lugar más profundo del corazón", señaló a Zhang Xianling, de 72 años y cofundadora de la asociación Madres de Tiananmen, que reúne a 120 familiares que han confirmado datos de 195 asesinados.

Las Madres, basándose en las cifras publicadas en los hospitales aquella noche, creen que en total fueron 2.000 los muertos.

Los soldados mataron al menor de sus tres hijos y lo enterraron en la misma plaza sin identificar, con otros, para no dejar rastro.

Pero el cadáver de Wang Nan, que murió con 19 años a las 3 de la madrugada del día 4 tomando fotos frente a los fusiles para "que la Historia conociera la verdad", fue enterrado junto al muro de la Escuela Secundaria Número 28, y emergió a la superficie con la lluvia.

Zhang enseña el casco que llevaba el hijo: la bala entró por la sien izquierda, atravesó el cráneo y salió por detrás.

Los amigos de Wang lo buscaron durante once días en 24 hospitales, donde vieron cadáveres "de niños de menos de un metro y de ancianas de pies de loto" -nacidas en la época imperial-, "todos regresaban muy enfadados o llorando".

Jeff Widener, quien tomó la famosa foto de un joven frente al tanque, explicó a Efe que el día 4, cuando los soldados salieron a limpiar las calles con mangueras, "el suelo de la avenida Chang'An era literalmente rosado", lo que da una idea de la sangre derramada.

Zhang, ingeniera de telecomunicaciones, dejó de trabajar en 1989, después de confirmar la muerte de su hijo: "No podía levantarme de la cama. Hasta que me di cuenta de que no era una tragedia personal, sino de muchas familias, de un país entero. Fue una matanza".

Ding Zilin, de 82 años, es la otra fundadora de Madres, y tiene la cara lacerada por el dolor. Perdió a su único hijo, Jiang Jielian, de 17 años, la noche del 3 en el puente de Muxidi.

El Ejército no sólo cargó contra los estudiantes, sino también contra los vecinos que miraban desde los balcones, por lo que allí, a 4 kilómetros al oeste de la plaza, fue donde murió la mayoría.

La anciana, que se intentó suicidar seis veces, dice que los ruegos del movimiento, "democrático y patriótico", siguen teniendo hoy sentido: frenar la corrupción y mayor libertad y democracia, y deplora que los gobiernos democráticos ya no presionen a Pekín.

Como todos, Ding sigue culpando al fallecido líder Deng Xiaoping y al entonces primer ministro, Li Peng, y agrega: "No tengo muchas esperanzas en el gobierno actual. Tiananmen no se puede resolver de forma aislada, sólo si se instaurara una democracia".

Wu Xiangdong era un obrero de 21 años de la fábrica de televisores Dongfeng y de noche estudiante de tercero de la Universidad de Tecnología de Pekín, recuerda su madre, Xu Jue (69).

"La noche del 3 de junio salió a acompañar a su novia a casa, pero no regresó nunca", explicó Xu. "Encontré el cadáver de mi hijo en el Hospital Fuxing con el cuerpo lleno de sangre, sin un zapato, y a su lado otros cuerpos de estudiantes, ancianos, niños..."

Dice que cada año intentan dialogar con el Gobierno para que atienda las peticiones del grupo: cómputo oficial de muertos, compensaciones, perdón oficial y un juicio a los responsables.

Xu se conforma con una compensación, "no por el dinero, sino porque con eso las autoridades reconocerían que mataron a mi hijo".

"No lo van a hacer", asegura Nathan, "entre otras cosas porque el Gobierno creería que está dando señales de que han cambiado respecto a Tiananmen. Y eso abriría las esclusas para otras demandas".

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