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La última oportunidad

  • Obama intenta romper la estrategia de bloqueo de los republicanos para sacar adelante la reforma sanitaria publicando su proyecto e invitando a la oposición a hacer lo mismo

Es el último intento del presidente estadounidense, Barack Obama, de salvar su obra de reforma más importante; un último acto desesperado para romper la estrategia de bloqueo de los republicanos y sacar adelante "su" reforma sanitaria. Casi encarecidamente pidió el mandatario a la oposición que ponga finalmente sus cartas sobre la mesa, que haga sus propias propuestas, que abandone la política del frío no.

En pocas ocasiones en los últimos años vivió Estados Unidos una situación de estancamiento político de este tipo. Algunos hablan incluso de "ingobernabilidad". Pero, ¿conseguirá el cambio la "cumbre sanitaria?".

Obama no quiere "teatro político", ni tampoco los altercados partidarios que ya le son tan familiares a los estadounidenses, sino ideas frescas, un intercambio de posiciones más libre, por fin una interacción constructiva entre demócratas y republicanos. Si la oposición hace una buena propuesta, "la adoptaré y diré maravilloso". Así de fácil lo ve Obama.

Pero, en realidad, el presidente asume un riesgo considerable con su "cumbre sanitaria" de mañana. No es casualidad que el mediático Obama quiera que el encuentro llegue en vivo por televisión a cada hogar estadounidense. En lugar de cuidar la tradicional diplomacia del silencio para sondear las posibles posturas comunes y cuidar las buenas y viejas formas diplomáticas en las que ninguna de las dos partes pierde la cara, Obama apuesta en su último acto por una gran aparición pública.

Los expertos objetan que los discursos televisivos improductivos están programados de antemano. El espectáculo en lugar del acuerdo, ¿una nueva escalada retórica en lugar de distensión?

Los republicanos obtuvieron con su oposición frontal hasta ahora éxitos relativos y la lucha contra la reforma sanitaria, contra la injerencia "antiestadounidense" del Gobierno en la vida de los norteamericanos, se ha convertido en el credo de la derecha. El éxito de los republicanos en las últimas elecciones parciales en Massachusetts se convirtió en una luz: nada menos que el casi hereditario escaño del senado del clan Kennedy cayó en manos de los republicanos, algo impensable poco antes.

Con ello, los demócratas no perdieron solamente su "estratégica" mayoría de 60 escaños en el Senado, que necesitan para romper la política de bloqueo de los republicanos. En realidad, sufrieron un shock del que no será tan fácil recuperarse. Nadie espera en Washington que los republicanos cambien su estrategia antes de las elecciones parlamentarias de noviembre, mientras los demócratas ya esperan considerables pérdidas.

Antes del encuentro, los republicanos dejaron claro que Obama apenas puede esperar una mano que le ayude. Además, criticaron la iniciativa de publicidad de Obama, al publicar su boceto de antemano en internet.

"Si (el Gobierno) publica cuatro días antes el plan que quiere aprobar, ¿de qué vamos a hablar realmente el jueves?", se pregunta el líder de la minoría republicana en el Congreso, Mitch McCornnell.

En realidad, la polarización entre republicanos y demócratas desde la asunción del cargo por parte de Obama hace un año se reforzó considerablemente, y los campos parecen cada vez más irreconciliables. El clima político está cada vez más enrarecido para disgusto de los estadounidenses. Según las encuestas, dos terceras partes de los ciudadanos estadounidenses están insafisfechos con la parálisis política que vive el país.

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