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Un 'sí' que valdría el Gobierno

  • Yiorgos Kaminis, alcalde de Atenas y nueva estrella en ascenso de la política griega, alerta de que el país se juega su permanencia en la Eurozona

No se trata de un representante de la política local más. Yiorgos Kaminis, el alcalde de Atenas, es la nueva estrella en ascenso del panorama electoral griego y cada vez más expertos lo señalan como el posible nuevo primer ministro de Grecia si mañana el actual, Alexis Tsipras, perdiera el referéndum y con él cayera todo su Ejecutivo. Ayer, los últimos dos sondeos demoscópicos mostraban un empate técnico entre las dos opciones, con apenas unas décimas de diferencia entre una u otra y con todavía casi un 15% de indecisos.

Nos citamos con Kaminis, en la sede del Ayuntamiento a petición suya, después de que decidiera realizar un llamamiento a parte de la prensa internacional desplazada hasta la capital helena para ofrecer su visión personal y análisis de la actual situación, además de explicar los motivos por los que enarbola la bandera del mañana.

Sorprende su capacidad para expresarse en un fluido español, además de en inglés y francés. Nos presentamos y nos responde que conoce "muy bien Andalucía, en especial las playas de Huelva y Cádiz", y que, cuando hace ya algún tiempo estudiaba nuestro idioma en Madrid, "a menudo realizaba escapadas de relax" a la costa andaluza.

"Creo que hay que votar porque contrariamente a lo que intenta hacer creer el Gobierno, en caso de que el domingo gane el no, Grecia será expulsada de la Eurozona. Y la catástrofe económica llegará el mismo lunes, porque los bancos no van a abrir, eso está muy claro. ¿De dónde van a conseguir dinero? ¿De los mercados internacionales? ¿De la UE? ¿Van a ir pidiendo dinero a la gente persona a persona…?", vaticina de manera retórica.

Su voz es muy escuchada y considerada en el país. Antes de ser alcalde de la capital helena, Yiorgos Kaminis fue durante años Defensor del Pueblo griego, además de un reputado académico constitucionalista. Su origen humilde (padres inmigrantes griegos en EEUU; él nació en Nueva York, pero regresó a Atenas de muy niño) le otorga además una mayor pátina de respetabilidad ante la castigada ciudadanía, que no lo ve como un integrante de las élites políticas históricas encarnadas en los apellidos Papandreu y Karamanlis. Además, tampoco pertenece a ninguno de los partidos clásicos. Ganó la alcaldía de Atenas presentándose como independiente.

El Ayuntamiento de Atenas está a sólo 200 metros de la populosa Plaza Omonia, enclavada en un barrio tan efervescente intelectualmente y crisol de razas y culturas como deprimente y con la impresión constante de encontrarse, sobre todo al caer la noche, al borde de la involución, del estallido social. Kaminis se mueve por él con una soltura pasmosa. Nos cuentan que baja a diario a almorzar "lo que le pongan" a un bar destartalado junto al consistorio.

En Omonia se mezclan oficinas de negocios y edificios institucionales con puestos ambulantes de comida rápida tradicional griega, cafés y restaurantes para turistas (atraídos por la fama de barrio bohemio y underground), bazares regentados por inmigrantes procedentes en su mayoría de Pakistán, Chipre, Siria o Libia, clubes de striptease y decenas de prostitutas que ofertan su cuerpo casi las 24 horas del día en cada esquina junto a miles de personas sin hogar que deambulan sin rumbo fijo intentando lograr algo que comer. Y todo bajo la permanente vigilancia de una de las mayores comisarías de Policía de la ciudad, con agentes muy jóvenes, fornidos y fuertemente pertrechados con armas, chalecos antibala y material antidisturbio. "Lo normal es que cuando sales de la Academia te manden aquí o incluso a otros distritos peores para que te foguees bien", nos comenta provocando la risa de sus compañeros Panayotis, un agente de 23 años que hace guardia a las puertas del edificio.

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