Cultura

Ai Weiwei: "Me dijeron que era libre; ahora quiero una vida normal"

  • El camino para la llegada del artista al CAC en septiembre se despeja tras su negativa a ir a Londres

El artista y disidente chino Ai Weiwei quiere "una vida normal", ya sea fuera o dentro de China, a donde puede volver si lo desea, según le aseguraron las autoridades del país asiático cuando le devolvieron el pasaporte. En una entrevista publicada ayer en el diario alemán Süddeutsche Zeitung, Ai indicó que no le pusieron "casi ninguna" condición para poder abandonar el país después de haber sido detenido en 2011. "Me prometieron también que podría regresar, algo que era muy importante para mí. Me dijeron: Es usted un hombre libre", aseguró el famoso artista chino de 57 años, que llegó el pasado jueves a Alemania en su primer viaje al exterior tras recuperar el pasaporte.

Ai fue detenido en 2011 y pasó 81 días en prisión. Después fue puesto en libertad, pero le retiraron el pasaporte. Lo recuperó una semana antes de viajar a Alemania. Ahora sólo desea una vida normal. "No tengo miedo. Lo que me pase no juega ningún papel", respondió sobre si le atemoriza que a pesar de todo no pudiera regresar a su país. "Sólo pido una vida normal. Quiero decir y hacer cosas que ayuden a la sociedad. No sólo criticar, sino también ofrecer soluciones".

Ai llegó a Múnich en su primera parada europea. En esta ciudad fue tratado de una hemorragia en el cerebro consecuencia de unos golpes recibidos por la policía en 2009. Ahora acudió para someterse a una revisión. "Era la primera desde entonces. Parece que está todo bien". La paliza recibida no le dejó secuelas. "Mi memoria disminuye. No tengo ya la energía que tenía, pero es normal a mi edad", reconoce. El artista vivió situaciones "extremas" durante el tiempo que pasó en prisión. "Experimenté todos los grados de la detención. Muchas situaciones fueron extremas. El tiempo cuando no tenía ni idea de dónde estaba, cual era la denuncia y cual sería la sentencia", explica.

El gobierno chino acusó después de su detención a la compañía Fake Desing, que gestiona su estudio, de irregularidades económicas, pero no hubo proceso alguno. "Querían acabar con mi reputación y credibilidad. Es lo que se hace en China con los presos políticos". A pesar de su libertad para viajar, Ai es consciente de que las autoridades chinas le mantienen bajo vigilancia. "Siguen con exactitud lo que digo y hago, pero es muy diferente a como era antes. La atmósfera es más abierta. Se puede hablar un poco con la gente ahora". En su opinión, las autoridades ya no se mueven fuera de la ley como en la época de su detención. "Aunque naturalmente la policía tiene el derecho de detener a sospechosos, lo que con frecuencia es sólo una técnica para controlarlos".

Personas que como él muestran sus críticas al gobierno chino son vistas como "muy peligrosas". "El entramado social en China es muy frágil. Si se mueven un poco se puede desmoronar todo. Sé que puede sonar raro, pero no hay una cultura social moderna. No hay individualismo, libertad para hablar, ni autonomía personal". Hace un año, Ai aseguró que su hijo viviría en una China democrática. "Sigo siendo demasiado optimista y naiv", afirma ahora. "La gran pregunta es cómo se puede crear en China una sociedad moderna".

Mientras tanto, el camino para que Ai Weiwei esté presente en la inauguración de su exposición Circle of animals/Zodiac Heads (una serie de doce esculturas que se conservan a buen recaudo en el mismo centro de la calle Alemania desde el pasado mes de junio) el próximo 18 de septiembre en el CAC Málaga se encuentra más despejado. Hace unos días, según publicó el diario El País, el equipo del artista confirmó al CAC la intención del mismo de asistir a todas las inauguraciones previstas para las próximas semanas en distintos museos europeos. Ai Weiwei, sin embargo, confirmó en las redes sociales que no estará en la apertura de la retrospectiva que acogerá la Royal Academy of Arts de Londres justo al día siguiente, el 19, después de que el Reino Unido haya decidido restringir su entrada al país y concederle un permiso de residencia válido únicamente para veinte días, lo que el artista interpreta como "un rechazo" a sus derechos "como ciudadano". Precisamente, y dada la proximidad de las fechas, este episodio puede jugar muy a favor de la presencia de Ai Weiwei en Málaga.

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