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El alcalde y la Cultura Premium

  • Apuntes al proyecto de mecenazgo Málaga Cultura Innovadora

Colas para acceder al Centro Pompidou Málaga, en el Muelle Uno, durante una Noche en Blanco.

Colas para acceder al Centro Pompidou Málaga, en el Muelle Uno, durante una Noche en Blanco. / Marilú Báez (Málaga)

DE enorme fracaso podemos llegar a definir el resultado del MCI (Málaga Cultura Innovadora). Intento explicar las razones:

La cultura, en estos pasados siete años, ha llegado a una situación de auténtico desahucio, de la que ni siquiera se han librado la RAE y el Museo del Prado.

En este contexto de desahucio, en el pasado año 2016, un alcalde emprendedor consiguió, con un gobierno de su misma tendencia política, que en los Presupuestos Generales del Estado fuera reconocido como Acontecimiento de excepcional interés público el llamado MCI (Málaga Cultura Innovadora) que, resumiendo, (no explicado para profesionales), consistía en que toda empresa, particular o no, que decidiera convertirse en mecenas/patrono de un proyecto cultural en la ciudad de Málaga, podía aspirar a interesantes beneficios fiscales: de cada 100% invertido en cultura, el Ministerio de Hacienda le permitiría deducir el 90% de lo adelantado en el siguiente ejercicio fiscal anual; así, por cada 100 euros de patrocinio, al año siguiente dejaría de pagar 90 euros a Hacienda, saliéndole así la operación por un coste real del 10%.

Sobre esto, para los economistas profesionales que estén interesados en los pormenores de la operación, les remito a la página web del propio Ayuntamiento.

Al estudiar el asunto, las personas de la cultura no lo podíamos creer, porque era algo que se venía reivindicando desde mucho tiempo atrás y suponía el inicio o, al menos, un intento de empezar a financiar la cultura a la manera anglosajona, olvidándose de las ayudas o subvenciones directas del Estado que tan mala imagen habían creado.

Incluso el entonces secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, presentó en el Centro Pompidou el plan, intentando anunciarlo como que Málaga, con el MCI, se convertía en el lugar experimental de la inminente futura Ley de Mecenazgo.

A los que nos dedicamos a la cultura, tanto creadores como empresarios, se nos llenó el cuerpo de felicidad al creer que, por fin, la cultura iniciaba una etapa nueva de patrocinio / mecenazgo donde cambiaba radicalmente la forma de financiarla; además, con la plusvalía de hacer cómplice al ciudadano y a las empresas de incentivar la cultura en todos sus sectores.

Así, con un plan excelente, un coordinador impecable y transparente (Miguel de Nova, director general de Alcaldía) y una Comisión Interadministrativa liderada por la misma Alcaldía, donde también participaban la Diputación provincial, la Junta de Andalucía, el Ministerio de Hacienda y el de Cultura, el MCI empezó a recibir proyectos de los más variados: no solamente de museos, sino de un grupo de músicos que proponían la grabación en formato CD de la obra del músico malagueño Iribarren (recuperado recientemente); escritores y profesores presentaron proyectos de escritura e investigación de lo más variado; fundaciones e instituciones propusieron encuentros, congresos, certámenes, y festivales diversos; productoras de cine ofertaron proyectos de películas vinculadas al territorio malagueño. En mi caso, una cinta de ficción internacional sobre Bernardo de Gálvez.

Se aprobaron y aceptaron casi 90 proyectos para optar a las ventajas propuestas en el MCI.En medio del periodo de tres años (2016/2018), y en vista de que parecía costar mucho trabajo arrancar, el Ayuntamiento de Málaga sacó un concurso público en agosto de 2017, con un presupuesto de 142.780 euros, para designar una empresa especialista en Patrocinios que acelerara la búsqueda de los mismos. Ganó el concurso la empresa gallega Aquo Mecenazgo y Patrocinio, SL.

Resultado final: sólo cuatro de los proyectos, todos ellos vinculados a museos municipales se han beneficiado de MCI.

En mi caso particular (la película sobre Bernardo de Gálvez), lo interpreto como un fracaso personal. He visitado casi cincuenta empresas, veinte de ellas malagueñas; ha sido imposible conseguir un solo euro de financiación para la misma.

De los casi 90 proyectos aprobados, las cifras iban desde 3.000 a 1.500.000 euros, para los que se pretendía encontrar mecenazgo.

Mi interpretación del fracaso de MCI se resume en lo que habitualmente ocurre en nuestra ciudad: todo se hace desde arriba hacia abajo, nunca se hace desde abajo hacia arriba. El Ayuntamiento no ha hecho nada por apoyar proyectos que no tuvieran que ver con los museos que, además, en su mayoría, son franquicias; y ni siquiera el MCI ha servido para aminorar el enorme coste anual municipal para su mantenimiento.

Una vez más, una iniciativa aparentemente equitativa con todas las especialidades de la cultura en juego, ha fracasado dando como resultado una visión de la cultura que podría definirse como de Tarjeta de Crédito Platinum.

(Carlos Taillefer es productor cinematográfico)

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