Cultura

"Alfonso Guerra me dijo que no sabía cuántos diputados me debía"

  • El rockero Miguel Ríos presentó ayer 'Symphonic Ríos', la materialización del concierto que ofreció este verano con la Orquesta Ciudad de Granada en el marco del Festival de su ciudad

El rockero Miguel Ríos, ayer en el Teatro Real durante la presentación de 'Symphonic Ríos'.

El rockero Miguel Ríos, ayer en el Teatro Real durante la presentación de 'Symphonic Ríos'. / paco campos (efe)

Aplauso cerrado, como en un concierto. De negro rebelde entra la historia del rock de este país en la presentación a prensa del que será su próximo disco. Aplauso cerrado, como en un concierto. Entra Miguel Ríos en la sala Falla (qué bonito nombre) del imponente Teatro Real de Madrid para desenterrar recuerdos y profundizar en los detalles de la grabación de Symphonic Ríos, la materialización en cedé y deuvedé del mágico encuentro entre el rajo eléctrico del granadino y la cadencia de Josep Pons comandando la Orquesta Ciudad de Granada que tuvo lugar este verano en el Palacio Carlos V de su tierra durante el Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Una cita con la que el músico no se atrevió a soñar "ni harto vino" y un disco que siempre le recordará "el orgullo" de escuchar sus canciones "con la dimensión que sólo una orquesta clásica les puede dar".

Un compacto que verá la luz mañana, y que lleva una cuidada y medida gira aparejada, con el que el septuagenario rockero vuelve a "traicionar" su palabra (Bye Bye Ríos, 2015) por un motivo "al que no podía decir que no". "Al igual que no pude rechazar el caramelo de irme de nuevo de gira con mis amigos Ana y Víctor (Ana Belén y Víctor Manuel) o participar en algún concierto benéfico, tampoco pude, porque no quise, decir que no al concierto en el Festival de Granada en el Palacio Carlos V porque siempre ha sido un festival de música clásica, con apertura también al flamenco, pero donde no ha habido rock. Y el proyecto con la Orquesta Ciudad de Granada, una de las mejores orquestas del país y, sobre todo cuando la dirige Josep Pons, significaba hacer algo que a mí me apetecía mucho que era oír mis canciones en toda su dimensión y amplitud". "Quería ponerme a prueba a mí mismo -proseguía el músico- y Josep también quería poner a prueba a la orquesta, averiguar si podía seguir los accidentes del rock. Así si Josep hubiera visto que este producto no tenía calidad yo no lo hubiera hecho y con Josep es garantía de que el producto tuviera calidad".

Cercano, rodeado de cariño y extenso en las respuestas a las preguntas que le lanzaban tanto el presentador de la cita, Juan Ochoa, como los periodistas presentes en el encuentro, Ríos no sólo se recreó en explicar "el fácil diálogo" entre la música sinfónica y el rock ("los músicos nunca separamos los géneros, son otros los interesados en separarlos porque los músicos mezclamos, nos juntamos y casamos") sino que se detuvo en "algunos de los descansillos" más importantes de su "escalera" hacia el éxito, como "la importancia" que tuvo el Himno de la Alegría o "el pelotazo" (aunque el granadino odie esa palabra y ese concepto) del Rock and Rios del que se han cumplido 36 años. "Es algo de lo que me siento muy orgulloso... Fue mucho ese disco y lo que vino después porque, sobre todo, creo que contribuí a facilitar a mis compañeros el trabajo, como ellos en otras ocasiones han facilitado el mío".

Y habló Miguel Ríos de ellos, de Leño, del propio Rosendo, de Asfalto, de Topo, de Triana... Y también se acordó de que los viejos rockeros nunca mueren, aseverando que Chuck Berry "es inmortal" para él "aunque algunos lo creyeran muerto en vida, como los blancos de su ciudad que impidieron que celebrara su 60 aniversario en el teatro más importante de esa ciudad"; y se acordó de los poperos y rockeros del presente, del "discazo" que se ha marcado Vetusta Morla, "a la altura de los Beatles en el sentido de la praxis de su música, de estar en el mismo sitio pero rompiendo", de sus paisanos de 091 "brutales" y de todos aquellos músicos que predican la música "que toca algún órgano vital más allá de la entrepierna". "Nosotros también hacíamos entrepierna, también hacíamos mover la cadera, claro, pero no nos olvidábamos del cerebro. Y estos chicos, los rockeros de los años en los que la movida era un aviso, junto con los cantautores, evidentemente, se encargaron de mover las adormecidas neuronas de la sociedad española".

Alabó Ríos a los que se abren camino a golpe de rock en un panorama musical donde cada vez hay menos sitio en los medios, "ni en los medios ni en los centros", guaseó, y agradeció "profundamente" a los "hijos, nietos y, casi ya, bisnietos" del rock and roll que siguen acudiendo a sus conciertos y ondeando sus temas como emblemas y haciendo de la música un legado, haciendo cultura. Temas que en Symphonic Ríos no podían faltar como Memorias de la carretera y Bienvenidos ("con los que empiezo todos mis conciertos") o infravalorados como Boabdil el Chico que, a juicio de su creador, "no tiene el lugar que se merece ya que en su momento, cuando las radio fórmulas empezaron a poner en valor el single, el resto de temas de un disco pasaban desapercibidos". Temas que volverán a sonar en una gira "de unos 20 conciertos" en lugares "donde se den las condiciones para que suene la orquesta en toda su amplitud" y que ya tiene sus primeras fechas confirmadas (Barcelona, 21 de junio; Marbella, 23 de agosto; Murcia, 1 de septiembre; Salamanca, 5 de octubre; Valladolid, 20 de octubre; Bilbao, 1 de diciembre, además de otras ciudades españolas con día por cerrar como Sevilla (aunque se oyó hablar del 15 de diciembre en Fibes), Valencia, Santander y el propio Teatro Real de Madrid).

Con "ganas de carretera" está esta personalidad de la historia de la música española y de la historia sin más apellidos. "Como figura musical supongo que no pero, ¿se ha sentido poco valorado como figura sociológica de nuestro país?", preguntó un compañero casi al finalizar la cita. "Mira uno no puede controlar lo que genera alrededor, hasta el gran Silvio Rodríguez tenía una canción que decía, la gente que me odia y que me quiere, y yo pensaba, ¿pero quién va a odiar a este hombre?, y sí, lo odiaban los de la otra facción diferente a la suya... Con esto te digo que habrá gente que no me valore... Yo me siento querido. Mucho... Lo que hay en el exterior no importa, aunque Alfonso Guerra me dijo una vez, cuando yo estaba por la causa socialista, que no sabía cuántos diputados me debía", contestó.

Aplauso cerrado, la leyenda del rock hispano abandona la sala. Pronto volverá, otra vez.

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