El barítono malagueño Carlos Alvarez recibió ayer en el Paraninfo el III Premio de Cultura Universidad de Sevilla (US) de manos del rector en funciones, Miguel Ángel Castro, en un acto que el cantante entendió como "un reconocimiento a la música como el producto más genuinamente humano de esta civilización". Durante el acto se le hizo entrega de una reproducción facsímil de Il Gabinetto Armonico, de Filippo Bonanni, de 1772, cuyo original pertenece al Fondo Histórico de la Biblioteca de la Hispalense.

Álvarez confesó sentirse "transmisor de una tradición lírica que se remonta hasta el siglo XVII y que aún está de plena actualidad por cuanto sirve al deleite sensorial y al estímulo de la reflexión y el criterio". El músico, que desveló que su primera vocación fue la medicina, "hasta que la incompatibilidad física entre el ámbito hospitalario y el espacio escénico, porque aún no tenía el don de la ubicuidad como Plácido Domingo, me hizo tomar la decisión definitiva", habló de su papel frente a la comunidad. "Si consultan Wikipedia", dijo, "podrán encontrar mi devenir artístico, mis reconocimientos, incluso mis incertidumbres durante el tiempo de mi afección vocal, verdadera universidad de la vida que relativiza y propone prioridades; pero no podrán encontrar determinadas actitudes que me han permitido presentarme ante ustedes como alguien que trasciende su actividad meramente profesional para intentar otros derroteros menos artísticos pero, en mi opinión, más meritorios: el fomento de la cultura en colaboración con la sociedad".