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'American Pie', el regreso

  • Llega hoy a los cines la cuarta entrega de esta saga que recuperó con éxito la comedia picante de instituto de los años 80 con sus alocados protagonistas 13 años después

La actual comedia americana carece de los antecedentes propios del género y, si los tuviera, intentaría desprenderse de ellos. La neurosis de Woody Allen nunca fue tan innecesaria como lo es ahora para la mayor parte de las productoras. Encontraron un filón con la faceta más retro de la adolescencia actual y con ella llenaron relatos, crearon estereotipos prácticamente dados en bandeja, y contrataron a jóvenes modelos para que corriesen en topless por las playas de los campamentos de veraneo. Y pese a que esta corriente tenga referencias actuales excelentes, tales como el más que atractivo lienzo de silicona ensangrentada de Piraña 3D, es más que obvio que se había estancado tras unas cuantas producciones así. De todas maneras, hoy día se sigue exprimiendo una gran cantidad de géneros, y todo porque una gran coro de guionistas decide hacer piña y crear una saga donde el espectador se sienta lo bastante cómodo como para quedarse hasta que lo entierren.

El caso de American Pie constituiría un ejemplo a seguir, a excepción de la larga lista de spin-offs que podrían haber hecho de la saga una marca comercial. American Pie: El reencuentro constituiría esa caótica congregación que esperaría cualquier seguidor de la serie, y más, teniendo en cuenta que la atmósfera que se respira durante toda su proyección iría con el mismo dinamismo que las asambleas de La cosa o, ya más reciente, las de Los vengadores.

El conjunto se promociona muchísimo mejor si se organiza entre el elenco protagonista, y no en sus correspondientes subdivisiones. Trabajar con tantos personajes se hace más fácil cuando a cada uno se le cede una personalidad particularmente extrema, y a partir de ahí, se moldea hasta crear una figura que hace algo más que aparecer en pantalla. Otros se quedan en meros estereotipos sociales, que cumplen a la hora de ofrecerle cierta irregularidad a la cinta. Pero, como ese Steve Stifler (Sean William Scott) ya ha pasado a la posteridad como choque de trenes entre sinvergüenza y carismático, que sea el común denominador de todo el conjunto es todo un privilegio, y más en una época donde no hay fuerza para dotar a los personajes de algo de trascendencia.

Puede que Tara Reid sea la única que dependa estrictamente de la saga, aunque también de algún que otro especial de la revista Playboy que haya podido protagonizar. El espíritu de la actriz marcaría una diferencia entre lo que sería una intérprete sin método y otra sin papel. En este caso, Reid ofrece un talento que sólo funciona si se limita a las fronteras de la saga, demostrando que es pura presencia cuando la comedia se balancea hacia el drama, y seguir esa pauta hace de la cinta un muy correcto ejercicio de entretenimiento, que muestra cada una de sus convencionales facetas comerciales cuando realmente lo requiere. Incluso la mayoría de los proyectos de los hermanos Farrelly (Algo pasa con Mary) necesitan cebarse de esos aires para conseguir llegar al gran público.

El universo de esta pandilla motivada por las caderas de las adolescentes, y por el alcohol que acabará adornando los jardines de medio vecindario ha encontrado su clímax en una cinta donde le dejan muy claro a todos sus seguidores que estaban ahí para algo más que hacer reír.

Una promoción noventera que se ha ganado su posición sin ningún antecedente, aunque ya puede sonar Mrs. Robinson cuando Eddie Kaye Thomas se saqué el graduado, que aquí todos seguirán riendo.

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