Cultura

Amores de Pinypon

Drama, EEUU, 2014, 118 min. Dirección y guión: Akiva Goldsman. Intérpretes: Jennifer Connelly, Russell Crowe, Will Smith, Matt Bomer, Colin Farrell, Kevin Durand. Fotografía: Caleb Deschanel. Música: Hans Zimmer. Cines: Málaga Nostrum, Vialia, Rosaleda, Plaza Mayor, Miramar, Cañada, Plaza del Mar, Rincón de la Victoria, Ronda, El Ingenio.

Akiva Goldsman tiene a su favor haber escrito los guiones de dos muy correctas películas basadas en novelas de John Grisham y dirigidas por Schumacher (El cliente y Tiempo de matar) y de una buena película dirigida por Ron Howard (Cinderella Man). Y tiene en su contra haber escrito los guiones de los dos peores Batman (Batman Forever y Batman y Robin), haber destrozado -el solito: el problema es de guión- una historia potencialmente apasionante (Una mente maravillosa), haberse cargado una maravillosa novela de Richard Matheson (Soy leyenda) y transfigurarse en churrero de calentitos recalentados al reescribir para el cine los muy vendidos churros de Dan Brown (El Código Da Vinci y Ángeles y demonios).

Si un espectador benévolo encontraría que la balanza entre sus buenas y malas películas podía equilibrarse con una ligera ganancia de las malas, llega Cuento de invierno y hace que el platillo de las malas toque el suelo. No sé quién le habrá recomendado que se meta a adaptar el best-seller de Mark Helprin publicado hace 30 años y tampoco sé quién le habrá aconsejado que además deje su oficio de guionista para dirigir la película. Pero quien lo haya hecho, y quien le haya guiñado el ojo diciéndole que el Día de San Valentín (el de la matanza y Jorge Rigaud) era la fecha idónea para estrenar una cosa tan romántica, merecería que nunca Goldsman nunca volviera a dirigirle la palabra. Porque flaco favor le ha hecho.

Una historia con un romántico ladrón, una señorita malita, diablos y ángeles, un caballo blanco alado y un amor que desafía a la muerte y detiene el tiempo… No hacen falta adjetivos, ¿verdad? Quién sabe si este hombre ha querido hacer un Titanic -romanticismo a tope- en el que el iceberg es la muerte o una cosilla místico-romántica-poético-religiosa adaptada al concepto de milagro y de religión comprensibles para quien, como Goldsman, se ha tomado la molestia de leer y adaptar a Dan Brown.

Si esto es romanticismo, mejor ser misántropo. Si esto es amor, mejor ser eremita o estilita. Si esto es religión, mejor ser ateo. Si esto es un milagro, mejor ser radicalmente positivista y racionalista. Hay un muy buen reparto desperdiciado que incluye, además del Colin Farrell que debería ponerle una demanda al estilista capilar y una Jessica Brown blandita, a William Hurt, Russell Crowe o una recuperada y venerable -fue Edie en La Ley del silencio y Eva Kendall en Con la muerte en los talones- Eva Marie Saint que, pese a rozar los 90 años, debería vivir lo suficiente para que esta cosilla no fuera su última película. También se desperdician una buena fotografía del gran Caleb Deschanel -el maestro de la fotografía que trabajó con algunos de los grandes de los 70 y los 80 y dirigió la apreciable Maestro en fugas- y una buena banda sonora de Hans Zimmer.

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