Cultura

Antequera despliega su afecto para despedir a Muñoz Rojas

  • El poeta, fallecido la noche del lunes, fue enterrado ayer en el municipio que le vio nacer hace casi un siglo, en una jornada marcada por la intimidad a pesar de la presencia de políticos, escritores y vecinos

La iglesia de las Descalzas de Antequera amaneció ayer sombría bajo un cielo que fue nublándose conforme pasaban las horas. Semejante arrebato otoñal habría inspirado a José Antonio Muñoz Rojas, el poeta fallecido la noche del pasado en la misma localidad, la que le vio nacer, y que el próximo 9 de octubre habría cumplido cien años. Durante toda la mañana propios y extraños fueron acercándose al templo, en el que al mediodía se celebró el funeral que sirvió de despedida al Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y Premio Nacional de Literatura, antes del entierro en el panteón familiar del cementerio de Antequera. Representantes institucionales, escritores, vecinos y allegados se sumaron a la familia en una jornada que sin embargo quedó marcada por la intimidad y la discreción, muy al estilo que más gustaba a Muñoz Rojas.

La comitiva de la Junta de Andalucía que asistió al funeral estuvo encabezada por la consejera de Cultura, Rosa Torres. Junto a ella acudieron la delegada del Gobierno andaluz en Málaga, María Gámez; el delegado en Málaga de la consejería de Cultura, Manuel García Martín; la delegada en Málaga de Obras Públicas, Dolores Fernández; la directora general de Industrias Culturales, Ana Navarro; la directora general del Libro, Rafaela Valenzuela; el coordinador del Centro Andaluz de las Letras, Julio Neira; el parlamentario socialista Paulino Plata y la parlamentaria popular Ana Corredera. La diputada de Cultura, Susana Radío, y el director del Área de Cultura, Juan Antonio Vigar, representaron a la Diputación provincial de Málaga. Asistió igualmente la corporación municipal antequerana al pleno, encabezada por el alcalde, Rafael Millán, junto al ex alcalde Jesús Romero. Por parte del Ayuntamiento de Málaga acudieron el delegado municipal de Cultura, Miguel Briones; el director del Área de Cultura, Óscar Carrascosa; y el director del Instituto Municipal del Libro, Alfredo Taján. El Ministerio de Cultura no envió a ningún representante pero sí hizo lo propio con una corona de flores, que lució junto a otra enviada por el presidente del PP andaluz, Javier Arenas.

Antes del funeral, Rosa Torres atendió a los medios de comunicación y expresó su pesar al afirmar que si el martes "tuvimos al poeta muy presente a través de nuestros recuerdos y de la lectura de su obra", ayer miércoles se respiraba "una sensación de pérdida mucho más fuerte", aunque apuntó que ésta "debe vivirse con la misma naturalidad con la que Muñoz Rojas pasó por la vida". La consejera invitó a todos los andaluces "a sentir cerca a Muñoz Rojas mediante la lectura de su obra, porque así descubrirán al ser humano además de al poeta", y, como vecina de la localidad, afirmó que Antequera "siempre lo conservará en su memoria y siempre se preocupará por saber mantener su presencia".

En cuanto a la nómina de escritores, si bien se echó en falta una representación más nutrida que diera cuenta de la talla poética del antequerano (signo, al cabo, de la distancia que éste siempre quiso mantener respecto a los círculos literarios), sí acudieron los más allegados, quienes han mantenido una especial complicidad con el autor de Las cosas del campo en los últimos años. Así, además del citado Alfredo Taján, asistieron los malagueños Rafael Ballesteros, María Victoria Atencia, Nicolás Ramos, Juan Alcaide, José Luis Miranda y Juan Benítez (también profesor y coordinador de los actos conmemorativos que se celebrarán este mes en el marco del centenario de Muñoz Rojas); el jerezano José Mateos y los sevillanos Aquilino Duque y Fernando Ortiz. Todos ellos tuvieron ayer la oportunidad de reivindicar la obra, el testimonio y la influencia del poeta vinculado a la Generación del 36, así como la deuda histórica que pide a gritos una mayor proyección y estudio de un legado esencial para comprender el devenir de la literatura española del último siglo.

La antequerana iglesia de las Descalzas se llenó por último de vecinos, representantes de las diversas cofradías antequeranas, la directiva del colegio La Salle-Virlecha (al que estuvo especialmente vinculado el fallecido) y otros amigos, que no cesaron de llegar durante la celebración de la misa, en la que participaron seis sacerdotes y que estuvo presidida por Lorenzo Orellana. La eucaristía contó además con la participación de Lucas Muñoz, uno de los cinco hijos de Muñoz Rojas, quien glosó la figura de su padre en un emotivo discurso, y de dos de sus nietos, que leyeron algunos de sus poemas y otros de Jorque Manrique.

Posteriormente, ya en el cementerio, y acompañado por una comitiva más reducida, José Antonio Muñoz Rojas recibió sepultura en el panteón familiar del cementerio de Antequera, rodeado de todos sus hijos y nietos. El entierro consistió en un sencillo acto en riguroso silencio sólo roto por una breve oración, tras el que los hijos del poeta despidieron a los presentes.

Con la muerte de José Antonio Muñoz Rojas desaparece no sólo una de las voces más singulares de la lírica española del último siglo, también una tradición poética que aspiraba a la depuración del lenguaje como filtro de las emociones y que hundía sus raíces en el más reconocible espectro clásico: una herencia que mantuvo al antequerano en fértil conexión con otros contemporáneos como Antonio Machado y buena parte de la Generación del 27, pero también con poetas ingleses como T. S. Eliot. Desde ayer, dos enormes paneles recuerdan a José Antonio Muñoz Rojas en la sede de Unicaja de la Plaza de la Marina de la capital malagueña, con un verso extraído de su libro Cantos a rosa: "Te seguirá mi verso donde vayas". Y su mirada, la misma que durante un siglo se hizo paisaje y vida.

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