Cultura

Antonio de la Torre aboga por un cine gratuito, "como la educación o la sanidad"

  • El actor malagueño, candidato al Goya por su trabajo en 'Balada triste de trompeta', presentó ayer en Madrid su última película, 'Dispongo de barcos', un artefacto experimental dirigido por Juan Cavestany

El actor Antonio de la Torre, aspirante al premio Goya por Balada triste de trompeta, aseguró ayer en la presentación de su nuevo filme, Dispongo de barcos, que "por debajo de cierto nivel de renta, el cine debería ser gratuito, como lo es la educación o la sanidad" El intérprete malagueño explicó en Madrid que, pese a todos los problemas del cine español, no le preocupa su desaparición porque "el cine es inmortal, porque siempre existirá la necesidad de contar historias" y que, pese a la descarga ilegal de archivos en internet, que ha considerado "un problema", "lo importante es que ahora se ve más cine que nunca".

Y aunque el director de su nueva película, Juan Cavestany, sí abogó por la aprobación de la ley Sinde, De la Torre reconoció que él no se define tan tajantemente. "Lo que sí es cierto es que si no tenemos fuente de financiación para hacer cultura no podemos hacerla", aseguró De la Torre, quien cree que "las rencillas de las que se habla en el cine español no son tales". "Álex (de la Iglesia) y Ángeles (González-Sinde) actúan con total honestidad y haciendo lo que ellos creen que está bien. Y me consta que entre ellos han conversado", aseguró.

Sin embargo, para él hay un problema al que no se le está prestando la atención suficiente. "El cine español tiene un elemento vertebral que le fastidia bastante y es el doblaje", algo que él "eliminaría por decreto", dijo. Dicha situación es una consecuencia del franquismo, "un régimen detestable que atrasó a este país y que en algunas cosas todavía lo mantiene atrasado", según el actor, que el próximo domingo podría conseguir su segundo Goya, tras el que ganó como secundario por AzulOscuroCasiNegro, de Daniel Sánchez-Arévalo.

Antonio de la Torre ejerce también de productor en Dispongo de barcos, en la que Juan Cavestany Cavestany, quien triunfó con su obra teatral Urtain para la compañía Animalario y debutó en el cine con Gente de mala calidad, radicaliza sus posturas haciendo uso "del lujo de no tener medios", muy a pesar de otros compañeros de viaje como el actor Roberto Álamo y el director teatral Andrés Lima, también participantes en Urtain. Dispongo de barcos, que se estrenará el viernes en una sola sala de Madrid y en una sola sesión al día durante una semana, es la historia de cuatro personajes "que deambulan, que viven sin rumbo sin saber qué quieren pero queriendo algo", según Cavestany. Sus protagonistas planean algo que no saben muy bien qué es, sólo por "ese anhelar, ese intentar hacer algo juntos", y buscan encontrarse a sí mismos, o al menos llegar a ese lugar "donde se acepte a la gente por lo que aparenta ser, no por lo que realmente es", como reza uno de los diálogos de la película.

De esta manera, haciendo uso de la retórica, bordeando el absurdo y mezclando géneros con cámara digital al hombro, la película avanza a modo de "viaje extraño e insólito" que, "a partir de la nada", va buscando los caminos de ese concepto tan intangible como es el desconcierto, definió Cavestany. "Es un planteamiento distinto, pero no es de rechazo ni de negación", explicó su autor, que ha presentado la película en los festivales de Gijón y Sitges, y reconoce "influencias, que no comparaciones", con Luis Buñuel o con Inland Empire, filme que marca "la transición de David Lynch hacia su lugar fuera de la industria".

Pero, aunque reconoce que le encantaría, Cavestany asume que no es un filme destinado a la distribución convencional. "Esta película está destinada a tener una vida peculiar como ella misma", aseveró su director. "Normalmente puedes escribir muchas cosas que luego no se pueden rodar, pero esta vez he escrito algo que se podía rodar inmediatamente. La película, de hecho, somos nosotros mismos intentando hacer la película", añadió el también guionista de Los lobos de Washington. Y así, Dispongo de barcos, rodada entre descanso de rodajes y preparaciones de nuevas obras de sus artífices, ha tenido "coste de producción cero, al margen de los gastos de intendencia: móvil, menú para que comiera el equipo, y el dinero para que ahora alguien pueda estar sentado viendo esta película en una sala", resumió. Cavestany justifica así su lanzamiento al vacío de la abstracción: "Para fracasar ya fracaso yo solo. Mis experiencias anteriores han sido modestas y me han puesto en un sitio discreto".

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