Cultura

Burbujas de cemento

Thomas Wolfe. Trad. Juan Sebastián Cárdenas. Periférica. Cáceres, 2013. 96 páginas. 14,50 euros

El lirismo arrebatado de Thomas Wolfe, que brilla hasta el exceso en las dos espléndidas y voluminosas novelas que publicó en vida, caracteriza de igual modo sus incursiones en la distancia media, como prueban las recientes ediciones de Periférica. Frente a Una puerta que nunca encontré (1933) o El niño perdido (1937), esta otra que los editores presentan con el nombre de Especulación -Boom Town (1934)- es acaso menos conmovedora, pero trasciende el marco de sus obsesiones personales para ofrecer -sin dejar de remitir a ellas- un retrato sorprendentemente actual de las fiebres cíclicas que llevan a las sociedades a autodestruirse en tiempos de prosperidad engañosa. La obra de Wolfe nace del desarraigo y de una incurable melancolía por la pérdida de las raíces, los seres queridos o los escenarios de la infancia: en Especulación todo ello se vincula a la nostalgia de los entornos incontaminados y del ciclo de las estaciones que marcaba la vida de las pequeñas ciudades, cuando aún no habían sido arrasadas por la "fealdad de la industria" y los equívocos avances del progreso.

Situada en la época inmediatamente anterior a la Gran Depresión, julio de 1929, la novella cuenta el regreso de un profesor universitario al pueblo del que procede, donde contempla entre indignado y perplejo los devastadores efectos de una carrera desenfrenada por la compraventa de inmuebles que ha alterado para siempre la fisonomía de las calles y el equilibrio con la naturaleza, como consecuencia de un vértigo especulativo que afecta a su propia familia. Todos han perdido la cabeza y Wolfe muestra su desvarío con impactante crudeza, de un modo que no puede calificarse de visionario respecto de la realidad americana de los años 30, cuando estaban a la vista las consecuencias del crecimiento desaforado, pero sí de circunstancias parecidas -por no decir idénticas- en lugares y tiempos otros. Entre los promotores de la ciudad del boom, descritos como sanguijuelas desquiciadas, destaca la figura inquietante de un verdadero "demonio" -medio loco y destrozado por las adicciones, pero tenido por infalible- al que sus convecinos veneran irracionalmente, perfecto emblema de la descomposición que lleva a poblaciones enteras a endeudarse y perderlo todo. El resultado -bien lo sabemos, aunque hay quien sigue sin enterarse- no puede ser otro que la ruina.

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