Cultura

'Buried', Rodrigo Cortés y el milagro de lo nunca visto

  • El film protagonizado por Ryan Reynolds se convierte en la cinta española con mayor distribución internacional

Tras 115 años de historia del cine, Rodrigo Cortés crea el milagro de ofrecer algo nunca visto al aceptar el reto de rodar toda una película dentro de un ataúd. El resultado es Buried (Enterrado), la película española más esperada del año y con único protagonista, el estadounidense Ryan Reynolds.

"El guión llevaba dando un año dando vueltas por Hollywood pero nadie quería producirlo. Todo el mundo consideraba que era estupendo, pero era básicamente imposible de rodar", reconoce Cortés. Escrito por Chris Sparling, el guión se lo "pasaron casi como una consulta" para saber su opinión. "Nadie tenía la intención concreta de producirlo y en cuanto supe de su premisa desarrollé un entusiasmo absolutamente adolescente y les pedí que me lo enviaran en el acto", comenta.

Ésa es la explicación de cómo un director español cuya única película, Concursante, había pasado relativamente desapercibida, acabó dando el salto mortal hasta la que es la película española con mayor distribución internacional -8.000 copias en todo el mundo- jamás estrenada. "El resumen es que nadie sabe nada", reconoce Cortés, encantado con un fenómeno bola de nieve que comenzó en el Festival de Sundance, donde el boca a boca provocó colas de seis horas para ver Buried e incluso la reventa de entradas.

"Yo percibí la historia como algo grande", asegura este hombre que ya es comparado con Alejandro Amenábar, Steven Spielberg o Alfred Hitchcock, aunque de quien se declara admirador absoluto es de Martin Scorsese. "En sus películas hay más cine que en todos los demás", dice.

Pero además de la pirueta técnica que requirió rodar en 17 días en Barcelona una película de planificación complicadísima -Cortés habla de "coreografía"-, casi en total oscuridad -"el making of se ha rodado con infrarrojos", explica- y con un actor de renombre como Ryan Reynolds, había que nutrir ese esqueleto con mucha carne emocional. "La película es ante todo un viaje", explica Cortés. "Tenemos en un personaje del que no sabemos nada, abandonado en un agujero negro y al final de la película, hora y media después, hemos llevado todo un universo a esa caja", añade.

"Cuando se tienen premisas pequeñas, la capacidad metafórica es enorme", asegura. "Todo el catálogo posible de emociones humanas desde el pánico a la esperanza, desde el miedo primario a la alegría, a la frustración a la ira, a la aceptación", asegura.

Cortés da la vuelta a lo estático hasta hacerlo trepidante y con dos millones de euros crea el señuelo de una superproducción. En ella caben referencias a la Guerra de Iraq y a la obstaculización burocrática y todo ello "bajo el paraguas de un thriller de alta tensión". "Lo que impulsa a Buried (Enterrado) por encima de otra cosa es el hambre de saber y cada diez minutos aparece una información nueva que abre una nueva dimensión dentro de esa caja", afirma, aunque reconoce que tiene miedo de que ese cine que es casi una experiencia física ahuyente al espectador claustrofóbico.

El que ha demostrado no tener problemas con los espacios cerrados es Ryan Reynolds, que el último día del rodaje, "el más duro de todos", según Cortés, incluso tuvo incluso una ambulancia y dos paramédicos en el set ante el riesgo de que acabara enterrado de verdad. "La gente tiende a valorar la interpretación de alguien si el resultado global a ese nivel", resume Cortés para defender que el trabajo de Ryan Reynolds, pese a que sus películas nunca han recibido muy buenas críticas, "siempre ha sido impecable".

"Nunca había podido ser tan evidente cuál es su talento hasta ahora, porque no hay otro sitio al de mirar, todo el peso de la película se sostiene sobre sus hombros y no se pueden repartir méritos", aclara.

Y ahora, llega el momento de la verdad en términos de rentabilidad, algo ante de lo que Cortés se muestra prudente: "Las reacciones del público siempre son sorprendentes. Las circunstancias son favorables y estamos en el lugar donde queríamos estar hace un año, pero no olvidamos lo mismo que nos ha hecho llegar hasta este punto: no sabemos nada".

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