La Cabeza de Lavoisier

La libertad de la ciencia, la ciencia de la libertad

  • Sobre el reconocimiento de la Academia Malagueña de Ciencias al Centro Principia

Entrega del reconocimiento de la Academia de Ciencias a Principia, en el Rectorado

Entrega del reconocimiento de la Academia de Ciencias a Principia, en el Rectorado / M. H.

El heliocentrismo es “filosóficamente absurdo y, formalmente, herético”, dictaminó el Santo Oficio el 24 de Febrero de 1616. Los orbes celestes de Copérnico, las cenizas de Bruno, y las paredes de Galileo, fueron fraguadas por los golpes del autoritarismo.

Sin embargo, esos golpes dejaron huella. El rastro ahogado de los precursores de la razón y del método fueron seguidos por otros, por otras. Así, finalmente, el ser humano y su mundo dejaron de ser el centro del Universo para ser el centro de lo cuestionable, superando la verdad de la Naturaleza a las verdades bíblicas. Tras eternos siglos de dedicación, difusión, investigación, enseñanza y reunión, la ciencia y su metodología se han institucionalizado, se han asumido, dejando atrás a las arrugas aristotélicas. La herencia de hombres y sombras la hemos recibido nosotros, y la disfrutamos día a día, hijo a hijo. Nuestra esperanza de vida, nuestra tecnología, nuestra comunicación, y, sobre todo, nuestro estilo de vida, se apoyan sobre los hombros de investigadores, de profesores, y de divulgadores científicos. Así, gracias a nuestros antepasados intelectuales y a sus semillas de libertad de la razón, se crearon instituciones como la Academia Malagueña de Ciencias , fundada en 1872, la cual aprobó en junio, en Asamblea General y por unanimidad, conceder su Placa de Honor (máxima distinción a instituciones) al Centro de Ciencia Principia “en reconocimiento a su excelente contribución a la divulgación de la Ciencia y a fomentar su acercamiento, amable y riguroso”. La formalización de tal distinción y entrega de la Placa de Honor (sólo concedida en tres ocasiones) se realizó en un solemne acto público, ante las autoridades y académicos presentes, el pasado 22 de Octubre.

Esta distinción es un reconocimiento a los fundadores del Centro de Ciencia Principia, quienes soñaron con la ciencia y la enseñanza minimalista bajo el prisma de la experimentación en vivo, un grupo de profesores generosos y desinteresados. Pero este premio no sólo lo recogen los fundadores, también lo merecen voluntarios, monitores, docentes, patrocinadores y visitantes quienes, aunque ausentes, han perpetuado el sueño a lo largo de dos décadas de silenciosa entrega diaria. Finalmente, quienes han recogido el testigo, y actualmente son los propagadores del pensamiento científico, heredan este honor, esta responsabilidad.

El reconocimiento expresado por la Academia no lo es únicamente por la divulgación de la ciencia: implícitamente también es causa y consecuencia de la autoridad de la razón frente al autoritarismo del miedo, el miedo a desprenderse del poder. Si los progenitores de la libertad de pensar lo que se quiera, sin más armas que la racionalidad, honesta y desnuda, hubieran dejado su autonomía de pensamiento y método científico en brazos de sus verdugos, hoy no tendríamos reconocimiento ni reconocidos.“Eppur si muove” (“Y, sin embargo, se mueve”), quisiera haber gritado Galileo sobre La Tierra ante sus inquisidores. Apócrifos antes, distinguidos ahora, este, es un premio a la libertad de la ciencia, a la ciencia de la libertad.

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