Cultura

Comunicándose con los elementos

  • Alba Moreno y Eva Grau defienden una habitación propia en Casa Sostoa. Xavi Hurtado propone una continuidad ética en Bellas Artes.

SI el land art pasaba por una relación rotunda con la tierra y su silencio, podemos concluir que Many rivers to cross -la propuesta individual, esta temporada, de Casa Sostoa, en calle Héroe de Sostoa, 142- apunta hacia lo primero, pero con un ánimo, por el contrario, de comunicación, más que de aislamiento. ¿Y quienes habitan ese territorio? Alba Moreno (Málaga, 1985) y Eva Grau (Málaga, 1989) firman en común desde hace casi un lustro un proyecto que, paradójicamente, tiene un anclaje visual fotográfico. No es, sin embargo, la única disciplina en la que se mueven: como si la mediación tecnológica humanizara, deliberadamente, su discurso, merced al recurso de la instalación y al hecho de tirar de recursos naturales. Y es que son los elementos (tres en este caso: aire, agua y tierra; disculpamos la ausencia del fuego por motivos evidentes) en los que Moreno y Grau se sumergen para interpelar al espectador en una exposición que -esto lo advierte su comisario, Pedro Alarcón- es "eminentemente sensorial". Así, ya desde el acompañamiento musical de la muestra, a la vista del público (cita previa mediante) hasta el 17 de abril próximo, este tándem prescinde de la voz como instrumento; en su poética, tan depurada, la idea es alcanzar el tallo mínimo de las cosas (como aquel del que nacía Kaguya, la princesa lunar, en el Japón medieval). Una luna perenne ilumina el salón. Lo hace en la instalación Hope (2016), compuesta de arena, metal, fotografía y luz. He aquí el trayecto que Moreno y Grau realizan, desde el paisaje natural al espacio doméstico, que en esta ocasión han modelado a su antojo con ese montículo cuya textura posee reminiscencias volcánicas, aunque la materia prima sea mucho más amable (arena de playas gaditanas, doradas y oscurecidas adrede). Es el punto de un vértice del que se obtienen, gracias a la luz artificial estratégicamente situada sobre el armario de enfrente, otros destellos solares; el techo de la casa queda dibujado por formas redondas, circulares e irregulares, que son caminos atravesados. La piedra puede llegar a ser el apoyo de un pie que camina junto a otro, tanto como un obstáculo para alcanzar un punto deseado: posee esa dualidad.

Así es la vida, o ese río con el que Moreno y Grau certifican una mirada surcada de sudor fluvial (River, 2016) que da paso a un estudio donde el máximo interés se lo lleva Reflecting back on a former obsession (2016), la instalación que mejor expesa la intencionalidad de este colectivo: provocar el movimiento de la imagen que el espejo devuelve por mor del agua, a simple vista invisible. Manipulando la mirada ajena, para que se fije de nuevo en el cielo del hogar, surcado de ese oleaje de luz y sombra, al tiempo que los dedos ondulan el líquido (¿es el movimiento lo que nos mantiene con vida?). Existe un mano a mano para crear, orgánicamente, estas sensaciones (The end result is hand to hand, 2016), mientras observamos esas venas vestidas de novia a las que cantó Algora, azules y límpidas gotas de lluvia microscópicas que trasladan al papel digital (Blue veins through transparent skin, 2016). La interrogación planea en el espacio en forma de pregunta directa (What have you done on the hill?, 2016), o de cuestionamiento imposible, como en Of questioning the unquestionable (2016), obra fotográfica que desprende cierto espíritu de obstinación.

Pero cultivar la obstinación no significa obcecarse en un trazo; a veces es mejor darse la vuelta y continuar por otro sitio. A circle now complete (2016) es la instalación del dormitorio de invitados. En esta pieza (completada por materiales como el cristal y por el tálamo mismo, como objeto), Alba y Eva desdibujan sus identidades en la etimología de sus propios nombres: ese amanecer de la que da la vida. El alumbramiento con el que arranca el camino. Bravo.

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