Concierto de Año Nuevo de la OFM

Otra Viena en el corazón de Málaga

  • Con los Strauss por bandera, al Concierto de Año Nuevo de la OFM no le faltó este jueves ningún ingrediente

Georg Mark dirige a la Orquesta Filarmónica de Málaga, este jueves, en el Teatro Cervantes.

Georg Mark dirige a la Orquesta Filarmónica de Málaga, este jueves, en el Teatro Cervantes. / Javier Albiñana (Málaga)

El llamamiento del Teatro Cervantes a que el público acudiera al Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Málaga vestido de gala volvió a tener una respuesta discreta, aunque sensiblemente más notoria que el año pasado. Las rebecas y atavíos al uso fueron predominantes entre el público que casi llenó este jueves el coso hasta el Paraíso para disfrutar de la actuación, aunque poco a poco la insistencia parece ir prendiendo en una ciudad que únicamente demuestra saber engalanarse en lo personal cuando hay un Cristo de por medio. He aquí, por tanto, un camino a seguir para que el Concierto de Año Nuevo de Málaga revista el carácter de fiesta que le corresponde. Nada mejor que apuntarse a este teatro para empezar el año con los mejores augurios; quien prefiera no apuntarse, sencillamente, se lo pierde.

Georg Mark, toda una autoridad en estas lides, supo aprovechar los momentos de relumbrón

En lo musical, el salzburgués Georg Mark, toda una autoridad en estas lides, condujo a la Filarmónica por los senderos esperados, con la dinastía de los Strauss como argumento esencial con tal de que no faltara ningún ingrediente, y el público respondió con sus ovaciones en consecuencia. Hubo, eso sí, más allá de lo machacado del repertorio, momentos de relumbrón como en el Vals del Emperador así como en los Cuentos de los Bosques de Viena, equilibrados y brillantes en su poder de evocación. La excepción a los Strauss la pusieron Karl Michael Ziehrer con su Liberación (otro de los momentos álgidos) y Richard Heuberger con la obertura de El baile la Ópera. Y luego, claro, no faltaron ni la Pizzicato Polka, ni la A la caza ni otras polcas de salón; como tampoco faltó la Marcha egipcia con los maestros de la orquesta a coro y todo el humor servido en su jugo. Para los bises, adivinen: el Danubio azul y la Marcha Radetzky despertaron en el respetable la ilusión de que Viena entera cabía entre la calle Frailes y Madre de Dios. En el intermedio hubo ocasión de brindar por el 2019, por todo lo que vendrá y por el deseo de que nunca nos falte la música, da lo mismo con frac que con vaqueros. Y por la evidencia del regalo que significa para Málaga, todavía, el oficio y la querencia de su Orquesta Filarmónica. Feliz año nuevo a todos.

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