Cultura

Conmemoraciones desiguales

Programa nº 9. Teatro Cervantes. Programa: 'Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor, op. 97' de R. Schumann, 'Iberia (selección)' y 'Navarra' de Albéniz/Fernández Arbós. Intérpretes: Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). Director: Miguel Ángel Gómez Martínez. Aforo: Tres cuartas partes del total.

Una de las virtudes que está teniendo el discurrir de la presente temporada, pese a las voces críticas que enarbolan una posible inestabilidad en las interpretaciones de nuestra formación malacitana, es el acercamiento a una variopinta paleta de programas de notable interés. Véase el caso de anteriores ediciones y el que anoche se aproximó nuevamente tanto a Albéniz como a Schumann en su doble faceta de homenajeados (de ambos se cumplen las conmemoraciones de su natalicio).

Por tanto, hablamos de un programa bien trazado, con similitudes entre ambas figuras, donde sus creaciones pianísticas, por las que son ampliamente conocidos, se desarrollan para la orquesta como instrumento. Algo que me hace recordar una reciente conversación con un compositor consagrado y sabio toreador de las lides musicales españolas sobre el genio catalán. Un diálogo que se dirigió a los prodigios que supone desplegar la música pianística de Albéniz en la orquesta y observar toda una cantidad de matices que el propio teclado no consigue.

Con esa intención me acerqué a degustar la prodigiosa orquestación que realizó el compañero de batallas y "hermano musical" Fernández Arbós (no está demostrada si la hermandad fue conjunta en torno al arquitecto universal, ya me entienden). Sin embargo, centrándome en esta pieza que se dispuso durante la segunda parte vino a reflejar una constante de la primera. Hablamos de desigualdades, o lo que es lo mismo, momentos muy buenos que no tienen que ver con otros poco claros.

El tempo marcado en las piezas orquestadas por Arbós fueron fidedignos en general. Recordemos que existen grabaciones remasterizadas en las que el propio orquestador empuña la batuta. Y aunque es fácil dejarse llevar por el apasionamiento de la propia música, cosa que sucedió especialmente en Corpus Christi en Sevilla, esto se convierte en algo superfluo cuando hay sonoridades ásperas e inclusive confusas, para no dejar entrever en este caso el verdadero entramado a la propia partitura. Algo que se contrapone a una preciosa Evocación de brillante sonido de calidad (fundamentalmente proveniente de las maderas solistas) pero que volvió a evidenciar la poca sintonía entre los efectivos orquestales y la batuta, como en Navarra.

Schumann en la primera parte también se fundió en esta idea generalizada que se expone. Tras unos primeros números correctos y bien matizados por Gómez Martínez, el imponente Feierlich, pieza seductora y poseedora de una innegable profundidad expresiva, se tradujo en sonido quebradizo por parte de las trompas aunque aceptablemente equilibrado por la cuerda. Sin embargo, Lebhaft aportó algo de esa luz que la faltó a su predecesor para desembocar en una ejecución bien matizada.

Confiemos en que las voces críticas que aludía al principio no lleven la razón al fin y al cabo, y que todo haya quedado en un galimathias musicum mozartiano.

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