Cultura

Cuerpo lleno de sabiduría flamenca

  • La intérprete sevillana Isabel Bayón recibe el Premio Nacional de Danza junto a Marcos Morau, coreógrafo de la compañía valenciana La Veronal.

Por mucho que algunos andaluces sigan sin creérselo, el flamenco es hoy uno de los grandes motores de la danza universal. La prueba es que una de sus más genuinas representantes, Isabel Bayón, se añade desde hoy a la lista de intérpretes flamencos en posesión del Premio Nacional de Danza. Una lista, que en el apartado de Interpretación, contenía ya nombres sevillanos como los de Manuela Carrasco, María Pagés, Javier Barón o Israel Galván. En el caso de Bayón, su nombramiento ha sido "por la calidad y pureza de su baile, y la puesta en valor del flamenco de raíz, junto con su valentía para interpretar los lenguajes más arriesgados del flamenco actual, ampliando constantemente sus registros habituales".

Junto a una enorme satisfacción, la primera imagen que me viene a la cabeza de Isabel Bayón (Sevilla, 1969) es la de una noche dedicada al flamenco en el Festival de Bérgamo (Italia). Debía ser el año 84 u 85 cuando, tras un recital de Romerito de Jerez, a modo de premio final, Isabel (traje oscuro y sombrero calañés) nos regaló una rondeña que aún recuerdan algunos de los que la presenciaron, sumidos en un religioso y embobado silencio. Nunca tuve tan claro como esa noche el carácter universal del baile, ni que aquella tímida adolescente, de apenas 15 años, era una de las elegidas por los dioses para darlo a conocer.

Aquella que entonces llamaban "jovencísima promesa" llevaba ya 10 años poseída por el baile, en la repetida historia andaluza de la niña que, a los cinco años, después de aprender sevillanas en su barrio, empieza a compaginar su larga coleta y el uniforme del colegio con el moño, la falda de volantes y la academia -la de Matilde Coral, naturalmente- en la que irá atesorando a lo largo de los años todas esas enseñanzas de la que hoy se denomina Escuela Sevillana de Baile. Esa niña con sólo diez años aparece ya bailando en los Reales Alcázares de Sevilla, en el Congreso Homenaje a Antonio Mairena, presentada por el mismísimo Antonio Ruiz Soler mientras que, con apenas 16, obtiene legítimamente el título de Danza Española en los Conservatorios de Córdoba y Sevilla y, junto a sus padres -que siempre la apoyaron y para los que sin duda es también el Premio recibido- pasea su arte por numerosos escenarios de Andalucía.

Con el paso de los años su presencia se hizo imprescindible. Fue solista en el espectáculo Azabache producido para la Expo 92, y en la primera Compañía Andaluza de Danza, a las órdenes de Mario Maya. Su humildad la ha hecho siempre colaborar con los artistas que se lo han pedido, desde Fernando Romero (Bachdaliana, 2000), Javier Barón (Notas al pie, 2005) o Miguel Poveda hasta Israel Galván, en cuyo último espectáculo, Lo real, interpreta un particularísimo papel. Pero al mismo tiempo, la artista madura se ha aventurado en primera persona por muchos y arriesgados caminos, confiando plenamente en otros profesionales, como José Luis Ortiz Nuevo o la directora de escena Pepa Gamboa, con quien ha llevado a cabo espectáculos tan aplaudidos como La mujer y el pelele, La puerta abierta (Giraldillo al Mejor Espectáculo en la XIV Bienal) o Tórtola Valencia.

Tanto en estos como en el resto de sus trabajos, Del alma (2002), En la horma de sus zapatos (2011) o Caprichos del tiempo, su último espectáculo en solitario, estrenado este mismo año en el Festival de Jerez, la calidad de su baile está siempre por encima de todo, porque su cuerpo, sabio de ritmos y cadencias heredados y enriquecidos, rezuma danza por todos sus poros. Se dice que sus hombros y sus caderas son únicos por tangos y que su cola por alegrías es digna heredera de la de su gran maestra.

Por si fuera poco, consciente en su madurez de las fuentes que atesora, quiere transmitir sus conocimientos a la generación que llega y actualmente imparte clases de formación para profesores de baile flamenco en Madrid. ¿Puede haber una mayor dedicación o un premio más merecido?

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios