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Cultura

Duelo unánime por la muerte del literato

  • La esfera política, el mundo académico y el ámbito literario lamentan la pérdida del centenario autor

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, envió hoy un telegrama a la viuda de Francisco Ayala, Carolyn Richmond, en el que califica al escritor de "mirada lúcida" de España y afirma que, con su fallecimiento, "la Cultura se ha quedado huérfana". 

En el texto, difundido por el Palacio de la Moncloa, Zapatero expresa su "más honda tristeza" por el fallecimiento del "tan querido" escritor. "Nos ha regalado 103 maravillosos años de magisterio y sabiduría; ése es el más grande de los recuerdos que habremos de agradecerle", asegura.

El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, lamentó la muerte de Ayala y recordó que "con su mirada sociológica, narrativa y ensayística ha sabido iluminar el transcurrir de los últimos años de la historia de Andalucía y de España". En un comunicado, el presidente andaluz trasladó su pésame a la familia y allegados del escritor granadino, "un testigo de excepción del siglo XX". La desaparición de Ayala, que durante su carrera literaria se erigió como uno de los escritores más importantes en lengua hispana, representa "una pérdida irreparable" para las letras andaluzas y para el conjunto de la comunidad hispanohablante.

El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, se dijo hoy "desolado" por la muerte de Ayala, un escritor que vivió "ajeno a todo rencor" y que en España "fue un referente de la convivencia y de la concordia". "Conservó la lucidez hasta el último momento", aseguró García de la Concha, reconociendo que en la Academia todos están "desconcertados y desolados", por más que supieran que, dada su edad, "cualquier día podía morir".

A Ayala se le puede considerar "el último representante de la generación del 27, porque aunque fuera muy joven por aquellos años, ya formó parte cercana a ese grupo y al de los escritores de la etapa de la República, como intelectual, gran jurista, sociólogo y brillantísimo creador". Durante el largo exilio del escritor en Argentina, Puerto Rico y Estados Unidos, los libros de Ayala fueron llegando "lentamente" a España, pero tras su regreso definitivo, al comienzo de la Transición, "hubo una progresión de ir descubriendo su figura en todas estas facetas que él había cultivado".

"La celebración de sus cien años, en 2006, sirvió para que toda España lo conociera en profundidad, porque fue una celebración intensísima y que él resistió de manera admirable. Participaba en todos los actos con una generosidad de respuesta al cariño que le mostraba todo el mundo", afirmó. Y en cuanto a la Academia de la Lengua, García de la Concha subrayó que Ayala "era un verdadero admirador" de esta institución. "Se hartó de repetir, desde hace muchos años, que la Academia había sido para él la casa más ejemplar de convivencia, de servicio a una causa noble y con un ambiente familiar de gran respeto", añadió el director de la RAE.

Por su parte, el poeta granadino Luis García Montero también lamentó la muerte del escritor, de quien dijo que hizo la literatura "más inteligente del exilio", aunque ha reconocido que, para él, más que un escritor "se ha muerto un amigo". Un Ayala de amistad diaria con quien hasta ayer "cuando se apagaba" compartió "ironías sobre la vida que nos quedaba y que él ya no viviría", según explicó el poeta, que viajaba de Granada a Madrid tras enterarse de la pérdida.

Eran precisamente esa "lucidez" e "ironía", junto a la "bondad" las cualidades que el poeta García Montero admiraba de su íntimo amigo, un novelista con el que "la literatura española ha perdido un referente fundamental, que pone fin a una época deslumbrante, que él mantuvo viva el recuerdo".

García Montero, que fue el comisario de los actos organizados en Granada durante 2006 y 2007 con motivo del centenario del nacimiento de Ayala, dijo que con su muerte a los 103 años "se acaba un tiempo", y añadió que el autor granadino representaba la "evidencia de la Generación del 27 y de la literatura de la República".

La directora de la Residencia de Estudiantes, Alicia Gómez Navarro, lamentó profundamente la muerte de Ayala, el último representante de "la Edad de Plata", como "una gran pérdida" para la cultura española. "Era el último que quedaba vivo de esa generación que fue tan especial para la cultura española y testigo viviente de esa generación" de intelectuales, literatos y artistas, que destacaron en las tres corrientes significadas por los años 1898, 1914 y 1927, indicó Gómez Navarro.

Como "nuestro referente y nuestra luz", así veía a Ayala la directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral, quien, hablando por ella y por su equipo, dijo: "Ha muerto nuestro patriarca". Del Corral consideró al novelista "un referente literario, ético y humano" y destacó la sorprendente lucidez que ha mantenido hasta el final de su longeva vida, cuyos aniversarios se han ido celebrando con todo el mundo literario desde que cumplió los cien años. De esa larga vida, la directora de la Biblioteca recordó que Ayala "siempre se ha movido con su tiempo. Tenía mucho gancho con los jóvenes".

La directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, se unió a las muestras de condolencia con la muerte de Ayala mediante un comunicado en el que dijo de él que era el "escritor más querido" y que con su desaparición "se cierra la gran literatura española del siglo XX". "Ayala amó la vida pese al desesperanzado exilio y las ingratitudes, repartió generosidad por dos continentes y fue el intelectual modélico en el que se reconoce lo mejor de nuestra cultura", subrayó Caffarel.

Para el poeta valenciano Francisco Brines la muerte del ensayista y novelista supone la pérdida "de un ejemplo, como escritor y como persona", subrayando el hecho de que en él se unieran "literatura y pensamiento". "Angustiado" por la noticia, Brines indicó que sobre todo "hemos perdido un escritor con una vocación que ha iluminado toda su vida",  y recordó las "vicisitudes" por las que tuvo que pasar a lo largo de su carrera, incluido su obligado exilio y su regreso posterior a España.

El dramaturgo, novelista, poeta y ensayista Antonio Gala dijo que Ayala fue un escritor espléndido de la lengua castellana "que ha sido mucho menos leído de lo que merecía". Gala consideró que quizá sucedió así porque "pasó demasiados años fuera de España", pero también porque "aquí se le ignoró, casi por orden superior".

"Francisco tenía una cosa muy curiosa -recordó Gala-, pero en un sentido poético: tenía y ha tenido siempre la mala follá granadina, una mala follá que es graciosa, y te hace reír y yo mismo me río al recordar lo que acabo de decir", indicó.

Manuel Vázquez Medel, catedrático de Literatura y Comunicación de la Universidad de Sevilla y especialista en la figura del escritor lamentó el fallecimiento del intelectual en Madrid y destacó que de su obra "permanecerá su dimensión ética y su mirada sobre el ser humano". Según Vázquez Medel, quien, tal y como relató, estuvo "hace poco más de una semana con el escritor, que se encontraba bien y muy cariñoso", Ayala "murió muy apaciblemente, como a él le hubiera gustado porque no tenía miedo a la muerte". "De alguna manera toda su obra y su vida creativa son precisamente una llamada de atención para vivir con dignidad y que cada cual cumpla con su propio destino y de acuerdo a su propia visión de la vida, en definitiva, para hacerlo con esa dimensión ética que introdujo en toda su obra", manifestó.

El rector de la Universidad de Granada (UGR), Francisco González Lodeiro, abogó hoy por promover actos de homenaje en torno a la figura del escritor. Lodeiro indicó que la muerte de Ayala supone "una gran pérdida" debido a la labor que desarrollaba y ha destacado del escritor que era un "granadino mundial y la memoria del siglo XX, del que no fue un actor pasivo durante épocas como la Guerra Civil y la posguerra". Manifestó a su vez que la UGR promovió su nombramiento como Doctor Honoris Causa en 1994 y la creación de la Fundación Francisco Ayala y ha recordó que el literato, en una de sus últimas citas con el rector, "mantenía una cabeza lúcida y un ingenio enorme".

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