Cultura

Ecos de un pasado mejor

  • Richard Hawley tendió anoche en el Cervantes un puente con los años 50

Lonesome town define toda la obra de Richard Hawley un músico sepia salido de una burbuja temporal aparecida en Sheffield, deprimida ciudad industrial inglesa. La canción fue uno de los éxitos de Ricky Nelson, en el lejano 1958, y anoche se convirtió en un regalo y casi en una confesión ante un silencioso y estupefacto Teatro Cervantes, cuyo público estuvo y siempre estará con el inglés. Fue en el bis, momento culminante de un concierto que desde ya es uno de los grandes momentos de ese escenario.

Richard Hawley es una rareza temporal, un encantador anacronismo, que desde que decidió en 2001 publicar sus canciones -antes tuvo una depresiva carrera en Longpips, como músico a sueldo y como guitarra en directo de Pulp- en un pequeño sello indie, Setanta, no ha dejado de crecer. Si su repertorio en disco es soberbio en directo es una fuente de emociones que va más allá de la perfecta ejecución de él y de su banda -son músicos escondidos, que podrían estar en un crucero, pero que están a un nivel ya poco común-.

De aspecto rocker, de maneras caballerosas y de humor británico -hizo un guiño a Fawlty towers-, Hawley nunca ha dejado de ser fiel a esos años 50 en los que parecen vivir sus canciones. El éxito, más de crítica que de ventas, le ha llevado a disfrutar de buenos hoteles, mejores restaurantes, un público expectante y un contrato multinacional -Mute y EMI lo compraron, como hizo RCA con Elvis-, pero componer bajo los focos no ha variado el espíritu melancólico: ahí está Lady's bridge (2007) para quien quiera salir de dudas.

El de anoche fue el último concierto de la gira que comenzó el año pasado, y se notó que disfrutó y que no esperaba que un teatro de la Costa del Sol se le rindiera a la primera nota. Eso fue lo que pasó. ¿Lo mejor? Además de su voz, entre Roy Orbison y Scott Walker, cuando al final decidió demostrar que es uno de los mejores guitarristas en activo: The ocean, el último tema, sonó sobriamente épico con un sonido reverberante que impresionó y convenció. Muy grande.

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