Arte

Elegido para la pintura

  • La obra que Matías Sánchez exhibe en el CAC constata el proceso de depuración y economía representativa y formal que está desarrollando sin disimular su ironía

Los cuatro grandes cuadros -gigantescos- y el conjunto de treinta pequeños retratos de artistas del siglo XX que componen Elegidos para la gloria, parecen el lógico estado de evolución de un proceso de depuración y economía representativa y formal que lleva obrando en su pintura Matías Sánchez. De este modo, los rasgos más característicos de su producción anterior como la densificación de símbolos de todo tipo, la saturación del espacio pictórico desde un inicial horror vacui que convertía sus obras tanto en abarrotados mosaicos como en una suerte de palimpsestos, la abundantísima presencia de personajes sólidos y bien construidos, el contundente y variadísimo ejercicio sarcástico y caricaturesco de éstos, la presencia de un estrato verbal mediante filacterias, bocadillos de historieta o simplemente inscripciones, así como un afán no sólo porque sus pinturas representasen sino que narrasen con la mayor elocuencia a pesar de esa sensación opresiva y de inflación icónica y simbólica, han ido desapareciendo en pos de una pintura más lírica y abstracta, aunque igualmente agresiva, expresionista e incisiva, en la que ha descendido el número de personajes, la entidad y definición de éstos, en favor de unos fondos que hasta hace escasas fechas pasaban inadvertidos.

Verdaderamente, uno se pierde en las sugerencias que ofrecen éstos, en especial en El artista y los aduladores. Esta reducción, por tanto, no sólo deja ver el sutil trabajo de esos fondos, sino que nos muestra un Matías Sánchez más abstracto. El artista onubense, a pesar de que construye una crónica irónica del oficio de pintor y la consecución del éxito, ha reducido considerablemente el grado de iconicidad de los elementos puestos al servicio de la representación más evidente, aliviando a lo pictórico, nunca liberándolo, del servilismo hacia el contenido y los referentes figurativos.

Hasta cierto punto, la dosificación y lo ajustado de esos elementos figurativos imprecisos que entran en juego impiden construir con rotundidad un relato, sólo enfrentarnos con la pintura a través de valores complementarios y antagónicos como la inmediatez, la agresividad, la sugerencia, lo burdo, lo sutil, el lirismo, lo matérico o lo expresivo; en definitiva: la sensualidad, violencia y fisicidad de la pintura.

Para construir el relato y dar sentido a todo ese cúmulo de elementos, estímulos y sensaciones, quedan los títulos de las obras, que actúan como anclaje y permiten que el espectador dé sentido a esas imágenes que sólo en ese momento pasan a convertirse en (re)presentaciones irónicos y burlescos del falso éxito de los jóvenes pintores, de los peligros de éste, de la erótica del poder, la loa vacua, los clientelismos que provoca o la naturaleza caprichosa y puede que eventual y fugaz del éxito. Esto es, de la gloria a la que parecen predestinados esos pintores, esos monigotes que ufanos se presentan en la pieza que da título a la exposición. En ese proceso de depuración y de autorreferencialidad pictórica, lo verbal, frente a sus obras anteriores, ha sido exiliado al título.

Sin embargo, que Matías Sánchez haya depurado su universo y nos ofrezca progresivamente espacios de mayor sutileza no implica que haya disminuido la ironía que lo caracteriza. Mantiene una figuración informe, expresionista y caricaturesca proveniente de un compromiso y un talante crítico. Es más abstracto, hay menores dosis de iconicidad, puede que sea más ensimismado o hermético, pero sigue siendo punzante: sus obras y títulos son sentenciosos y lapidarios. La denuncia, la irreverencia y el sarcasmo tienen como dianas los condicionantes y repercusiones sociales del ejercicio de la pintura. Nada nuevo en él a pesar de su mudanza lingüística.

Este interés por pintar el oficio de pintor ha estado presente en las últimas generaciones de artistas andaluces, aunque no con este talante cáustico e irónico ni con la vertiente social que presenta Matías Sánchez (tal vez Curro González se halle cerca). Autores cercanos a la Nueva figuración como Pérez Villalta o Carlos Durán se imbuyeron en problemáticas intelectuales, cultismos y hermetismos consustanciales a la naturaleza de la pintura; Chema Cobo lleva tiempo pintando las posibilidades y especificidades de esta disciplina; o Curro González, quien en su última muestra en el CAC abordó las fuentes y el proceso pictórico a través de la imagen del estudio del artista.

'Elegidos para la gloria'. Lugar: CAC Málaga. Alemania s/n., Málaga. Hasta el 15 de noviembre.

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