Cultura

Ennio Morricone también tenía un precio

  • El proyecto 'Advocanciones' regresa hoy de la mano del MaF con un homenaje al compositor italiano en la Sala María Cristina a cargo de Esplendor, Fellows y Vicente Ortiz

Entre su ya abultadísimo programa, la Noche en Blanco de 2011 guardó una delicatessen muy especial: la primera edición de Advocanciones, una iniciativa inspirada en las veladas que el colectivo The Poetry Project celebra en la iglesia de Saint Mark (en el Bowery de Nueva York) desde 1966. Se trata del uso de espacios de consideración sacra para la celebración de actividades culturales, esencialmente conciertos y lecturas poéticas, en pro de una confluencia de inspiraciones divinas y humanas, así como de las tradiciones que definen a la sociedad del presente. En aquel entonces, el primer envite lanzado desde Málaga tuvo lugar en un espacio plagado de magia, la iglesia de San Jorge del Cementerio Inglés; y la cita (en la que hizo acto de presencia, para sorpresa del personal, el alcalde, Francisco de la Torre, que ocupó su sitio en uno de los bancos del templo para disfrutar de la jornada), que contó con una respuesta abrumadora de público, es todavía recordada como uno de los episodios más bonitos de la historia de la Noche en Blanco. Se echaba de menos, por tanto, una segunda jugada, y un lustro después he aquí que Advocanciones vuelve a acampar entre nosotros; será hoy viernes a las 21:00 cuando el regreso quede materializado en otro espacio consagrado a la música pero de resonancias ampliamente religiosas: la Sala María Cristina, que, como es bien sabido, ocupa, en parte, lo que antiguamente se conoció como el convento franciscano de San Luis el Real, construido en el siglo XV y ganado a la causa profana gracias a las desamortizaciones del siglo XIX. Los grupos de rock Esplendor y Fellows pondrán la materia musical sobre la mesa, mientras que la poesía quedará en boca y alma del malagueño Vicente Ortiz. La reválida de Advocanciones se produce en esta ocasión dentro de la programación del ciclo Málaga de Festival (MaF), con entrada libre hasta completar el aforo. Además, la cita revestirá carácter de tributo dirigido a un compositor indispensable de la historia de la música reciente, el italiano Ennio Morricone, quien también ha dejado su impronta en películas de temática religiosa como La Biblia de John Huston (1966) y La misión de Roland Joffé (1986). Hace un par de meses, además, Morricone ganó su primer Oscar a una banda sonora (el honorífico ya lo tenía) por su trabajo en un registro bien distinto, el de los Odiosos ocho de Quentin Tarantino, filme que de alguna forma devolvió al italiano la gloria del spaguetti-western.

Tal y como apuntan desde la organización del evento, los vallisoletanos Fellows aprovecharán la coyuntura para presentar su segundo disco, The Conquer of the Moon (Clifford Records, 2016), recién salido de una guarida que continúa explorando los muy excitantes y escrutables caminos del blues del delta y del folk, sin escatimar en acercamientos al góspel y al garaje. Por su parte, los malagueños Esplendor aprovecharán este duelo vespertino para la puesta de largo de Tara (Clifford Records, 2015), EP que supuso su estreno discográfico hace medio año con un cancionero impregnado de la psicodelia pop. En cuanto a Vicente Ortiz, el poeta, dramaturgo y miembro de compañías como 19 Sobres de Sopa, Surterráneo y Sueltos encenderá el escenario con sus versos servidos con brutal honestidad y en carne viva. Ganado para la causa dramática ya sin reservas (actualmente el Teatro Cánovas ha rescatado para su programación de abril una de sus últimas obras, Tres, estrenada con gran éxito el año pasado y firmada al alimón con Miguel Zurita), Vicente Ortiz, organizador a su vez del ciclo El mal de Tourette, ha hecho de la poesía escénica una cuestión personal como explorador de vías para la traducción del verso mucho más allá de los márgenes del papel. Fellows y Esplendor combinarán en su repertorio versiones de Morricone con sus propios temas, y Ortiz apuntalará a viva voz la velada. Un menú ideal, al cabo, para poder ir en paz.

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