Cultura

España en blanco y negro

  • Ediciones del Viento recupera tres cuentos de Rafael Azcona en 'Pobre, Paralítico y Muerto', un volumen que recoge su crítica social disfrazada de pesimismo

"El nacer pobre es un pecado que se paga toda la vida", decía Rafael Azcona (1926-2008), sin duda el guionista de nuestro cine y aventajado discípulo del mejor humor español, aquel que tosían Mihura, Jardiel Poncela, Tono y demás luminarias de La Codorniz, revista en la que el de Logroño echó los dientes. Muchos han disfrutado de sus guiones, como los de El verdugo o Belle Epoque, pero pocos sabían quién los había escrito, y quienes sí lo sabían desconocían que Azcona también había creado historias para el papel y no solo para el celuloide.

Ediciones del Viento acaba de publicar Pobre, Paralítico y Mortal (2008), un pequeño volumen que recoge tres cuentos que Azcona publicó en 1960. El segundo de ellos es el origen de El cochecito (1960), película del italiano Marco Ferreri cuyo guión firmó Rafael Azcona, y que protagonizó Pepe Isbert.

La escritura del guionista en negro sobre blanco es tan pesimista como cuando lo hacía para la gran pantalla. Personajes y situaciones son reconocibles como suyas, y casi como sólo suyas. Un mundo de mesa camilla, cigarrillos de liar y cafés chismosos, es el que pintan las palabras secas de Azcona, quien no juega a ser un estilista de las letras, sino que se sabe un duro retratista de una España cruel, mezquina y fea en la que la supervivencia está por encima de los sentimientos.

Lejos de ser un émulo de Ignacio Aldecoa, el Azcona escritor es un satélite independiente de sus padrinos literarios: los humoristas del franquismo, hombres superiores al orden en que se sentían cómodos, no así el de Logroño, incómodo y asqueado con esa España a la que critica aunque parezca denunciar sólo a los españoles.

Feliz recuperación la que Ediciones del Viento ofrece, que en los próximos meses se verá completada con la publicación de Los ilusos, una novela corta que Azcona dio a imprenta en los sesenta pero que en los últimos meses había repasado y reescrito, en lo que seguro habrá sido su último esfuerzo creativo. Con él se fue una mirada crítica, pero no su mundo.

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