Cultura

Feria de reencuentros, remiendos y Puertas Grandes in extremis

  • Los festejos quedarán marcados por un cambio en la estructura de la empresa, unos resultados más que interesantes en el ruedo y el debate abierto sobre quién es el triunfador

Se marcha la Feria de Málaga diciendo adiós en forma de blanca pañolada y dejando en el calendario la marca irrevocable de un resultado que puede satisfacer el interés general. Los balances, que transcienden los números para adentrarse en las emociones, sólo evocan a un recuerdo que ha de perpetuarse imborrable. Esta será recordada como la feria taurina del adiós de Simón Casas, Manuel Martínez Erice, Ramón Valencia y Antonio Matilla y el hola de José Carlos Escribano y Martín Lorca en solitario -todavía no se sabe por cuánto-. Será recordada como la feria en la que intentaron echar a la presidenta con el plata o plomo de los hierros que anduvieron de baile en cada mañana más de 30 y tantas veces y de cómo el aficionado dijo basta a la intrahistoria de un sistema de frívola moralidad que se presenta insostenible. Será esta la feria de los pitos a El Juli por su dejadez en una plaza a la que llegó con todo atado y se fue con nada resuelto -quien sabe si la última en unos cuantos años-. Pero esta también será recordada como la feria de la cadencia capotera de Saúl, los casi triunfos ennegrecidos por los aceros albaceteños y el reencuentro de un triunfador con su afición, un año después, volviendo a atravesar el atrio del éxito junto al futuro, que es Roca Rey. Será la feria en la que la empresa quiso reconciliarse con el abonado, sacó a relucir una importante campaña de marketing por la ciudad y acercó el toro a la juventud con las redes sociales y los Minotauro. Esta será la feria de muchas cosas. Entra ellas, el toreo y el toro.

Más de 30 toros fueron rechazados en los corrales por el equipo veterinario de la plaza

EN LOS CORRALES

Llegaron y se fueron más de 30 toros a las dependencias de La Malagueta en solo ocho días. Los motivos, muchos más: ni pitones, ni sustancia cornea, ni características zootécnicas, ni peso (por bajo o por alto), por cornadas, por no tener capacidad de apoyo... También desfilaron por el albero 9 toros de 4 ganaderías con las que no se contaba: 5 novillos de Antonio Ordóñez, un toro de La Plata, 2 de Palmosilla -fruto de líos de despacho- y uno de Parladé. En total, casi un 20% de imprevistos.

Pero también ha servido para resolver la eterna duda con la que se han abierto las mayores discusiones: ¿Y el toro de Málaga? Existe, y lo trajo Álvaro Núñez en la 6º de abono. La de Cuvillo fue el ejemplo de lo que debe lidiarse en La Malagueta. Y no sólo por hechuras, también por comportamiento, especialmente con el lote de Padilla, y más concretamente con el cuarto. Una vez más, los premios a los toros no se reflejan en las tablillas, sino en las retinas. Igual que el año pasado no fue Jaráiz, sino el sexto de Javier Conde el mejor toro de la feria, este año no ha sido Montero, premiado con la vuelta al ruedo, sino Ponderoso caído en manos del jerezano.

Así que, una vez resuelto el enigma, solo queda conocer porqué siguen viniendo a Málaga inexpertos novilleros a por una oportunidad trampa que inunde su corazón de esperanza para acabar sintiendo el ardor de la desilusión. Si se quiere apostar de verdad por los de la tierra, que les echen novillos y no animales más serios que los que luego vinieron a no moverse. Como los del Vellosino. Al menos esta última sirvió para quitar una careta que llevaba mucho tiempo fija.

Si finalmente se logra solucionar este galimatías, solamente quedaría responder a una pregunta: si en todas las plazas hay baile de corrales, ¿por qué las figuras alzan la voz para denunciarlo solo en Málaga? A otra cosa, pues.

EN LA PLAZA

En cuanto a los diestros que pisaron el albero de La Malagueta, quedará para el recuerdo la imagen de Enrique Ponce y Roca Rey a hombros tras cortar ambos tres orejas al encierro de Juan Pedro Domecq en la tarde del sábado 18. Un triunfo generacional y doble Puerta Grande, una situación, la de dos matadores a hombros en la misma tarde, que no se daba desde el 17 de agosto de 2011, cuando también Ponce y José María Manzanares lograron atravesar el dintel de la Puerta Grande Manolo Segura.

Sin el mismo resultado, el malagueño Jiménez Fortes cuajó hasta el día de hoy la que ha sido su mejor tarde en La Malagueta, llevando a cabo una de las mejores actuaciones de la Feria, especialmente con el primero de su lote de un encierro manejable de Núñez del Cuvillo. Su toreo de capa templado y variado con más de 20 lances fue un perfecto prólogo a lo que sería una faena sólida por ambos pitones.

Otra de las fechas claves y cada vez más consolidadas en el abono se trata de la Corrida Picassiana, una vez más adornada la plaza para la ocasión por el artista francés Loren Pallatier. A pesar de ser el triunfador numérico de la tarde el diestro Sebastián Castella, que cortó la única oreja del festejo, los mejores momentos vinieron de la mano de Miguel Ángel Perera, que tras su ausencia el pasado año, se reencontró con la afición malagueña con un toreo basado en las cercanías, poder y trazo largo.

También una oreja, con petición de la segunda, obtuvo Juan José Padilla en su despedida de Málaga, en una tarde con una gran carga emotiva en la que el público arropó al jerezano en todo momento, pudiéndose ver en los tendidos banderas piratas, carteles y brindándole cariñosas ovaciones.

El punto negativo de la Feria fue El Juli, así como Alejandro Talavante y José María Manzanares, cuya presencia en Málaga fue meramente simbólica, al estar por debajo de las condiciones de sus oponentes y con una pasividad asombrosa, una actitud que no recriminó un público que este año se ha mostrado aún más conformista y generoso en la petición de las orejas.

En cuanto a los rejoneadores, Diego Ventura fue el artífice de la obra cumbre a caballo que se pudo ver esta temporada en La Malagueta, aunque no pudo materializar su triunfo debido al fallo con los rejones de muerte. En la corrida del domingo con la que se cerró la Feria, Léa Vicens volvió a demostrar su evolución, mientras que Pablo Hermoso de Mendoza dejó patente que sigue siendo el abanderado del rejoneo clásico, cortando ambos una oreja. El menor de los Hermoso, Guillermo, hizo su presentación en Málaga, dando una buena imagen con su lote en el que fue ovacionado.

Por su parte, en la novillada con picadores, este año ubicada en el serial el lunes de Feria, destacó el malagueño José Antonio Lavado, que arrancó una oreja de una difícil corrida remendada por novillos de Antonio Ordóñez. También Curro Márquez y Corruco Chico -que debutó con picadores tras proclamarse triunfador el pasado año del certamen internacional de escuelas taurinas- dejaron buena huella de su toreo, aunque no pudieron armar faena al verse en ocasiones desbordados por los novillos que le tocaron en suerte.

EN LOS TENDIDOS

Este año se ha percibido, en líneas generales, una mayor afluencia de público a La Malagueta respecto a la temporada pasada, aunque ningún día se consiguió colgar el cartel de "no hay billetes". Las promociones y descuentos llevados a cabo por la empresa Toros del Mediterráneo atrajeron a aficionados de todas las edades, lo que deja entrever un esperanzador futuro para la tauromaquia. No obstante, la entrada más frecuente a lo largo de la semana osciló en torno a la media plaza.

También resultó llamativo el descenso de público a la corrida de rejones del domingo 20 con la que se puso fin a la Feria, a pesar de la afición creciente en Málaga por este tipo de espectáculos. Muchos de los espectadores optaron por acudir al festejo mixto del jueves 16, en el que estaba acartelado Diego Ventura.

El día de mayor expectación, el sábado 18, también se vio reflejado en las taquillas, siendo esta la mejor entrada de la Feria, rozando un casi lleno. Además, durante ese festejo se pudieron ver a varias personalidades en el callejón y en los tendidos de La Malagueta, entre los que destacaron el premio Nobel Mario Vargas Llosa, Isabel Preysler, Carmen Martínez Bordiú, Jaime de Marichalar o su hija Victoria Federica, a la que Roca Rey le brindó uno de sus toros: "Por el futuro de la fiesta".

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