Cultura

Un Ferreiro destemplado y un público frío

Le costó entrar en calor a Iván Ferreiro. Parece que la lluvia que caía fuera de la Sala Vivero cuando comenzó el concierto le afectó. Pero poco a poco se fue metiendo en el papel. Con unos primeros veinte minutos que no pasarán a la historia, el gallego aumentó el nivel de decibelios que casi no caló en un público que no bailó durante las dos horas de concierto: se dedicó grabar vídeos con sus móviles.

A Ferreiro se le vio cómodo en el escenario. Se nota que el cantante disfruta con lo que hace: además de la voz, puso el teclado y, a ratos, la batería, así como un artilugio que le daba un toque espacial a temas como Estrella de la muerte. El concierto sirvió para que el grupo presentara su último disco Mentiroso Mentiroso, cargado de ritmos y sonidos habituales de la banda. También para recordar las grandes canciones e sus discos anteriores; tanto, que Ferreiro se dejó para el bis final sus mayores éxitos: Turnedo, El viaje de Shihiro y Días Azules, lo único bueno de la película con el mismo nombre y único tema con el que el público se movió algo. Quizás, Ferreiro tampoco pretendía que se movieran; a él le faltó motivación. Pero el público se fue feliz: dos pinceladas de Los Piratas, sobre todo Promesas, quitaron el gusanillo a los fieles del antiguo grupo, que son cada vez menos.

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