En el Festival de Pessac

Cine y vino: un modelo

  • El productor cinematográfico y académico de San Telmo Carlos Taillefer comparte sus impresiones tras participar en el Festival du Film d'Histoire de Pessac, en Francia

Una de las actividades del Festival de Cine de Pessac en el cine Jean Eustach de la localidad francesa.

Una de las actividades del Festival de Cine de Pessac en el cine Jean Eustach de la localidad francesa. / M. H.

En Pessac, localidad ubicada en el departamento de Gironda, en la región de Aquitania, apenas a siete kilómetros de Burdeos, rodeados de viñas y castillos, con una población de 62.000 habitantes, se celebra desde hace 30 años el Festival International du Film d’Histoire. La última edición transcurrió del 18 al 25 de noviembre de 2019.

Fui invitado al mismo por tres días para formar parte del homenaje al cineasta y embajador del cine iberoamericano en Europa, mi amigo Atahualpa Lichy, venezolano de origen y francés de nacionalidad. Es una de las personas con más experiencia en programar y seleccionar películas para festivales internacionales. Trabajó 22 años en la Quinzaine des Réalisateurs de Cannes, era su número dos; dirigió el Festival de Lille en los ochenta, y como director de cine y realizador de televisión es autor de innumerables títulos.

El Festival de Pessac lleva treinta años eligiendo un tema histórico que se convierte en la razón monográfica de cada edición. En este 2019 el tema era América Latina y por ello se programaron durante ocho días películas, cortos y documentales, todos relacionados con Iberoamérica. Fue un repaso inmenso por toda la cinematografía iberoamericana histórica y reciente. Con secciones varias de competición y pre-estrenos inéditos y exclusivos.

Pudieron verse así películas de Herzog, Glauber Rocha, Patricio Guzmán, Héctor Babenco, Walter Salles, Lucrecia Martel, Fernando Meirelles, Jorge Sanjinés, Alejandro Jodorowsky, Fernando León de Aranoa, Ciro Guerra, Fernando Solanas, Tomás Gutiérrez Alea, Luis Puenzo, Hugo Santiago, Icíar Bollaín, Costa-Gavras, Pablo Larraín, Luis Buñuel, Ruy Guerra, Eisenstein, Nanni Moretti, Carlos Diegues, Barbet Schroeder y un largo etcétera. De Atahualpa Lichy pasaron Claves (1981), cuatro capítulos de 30 minutos donde se analiza el estado del cine latino-americano de los años 60 y 70, y sus relaciones con la cultura y la crítica europea; y su magnífico largometraje de ficción Río Negro (1989), que participó a concurso en el Festival de San Sebastián con una espléndida y sugerente Ángela Molina como protagonista.

El Festival de Pessac, además de las muchas películas que se exhiben, se caracteriza por una cantidad importante de debates, mesas redondas y encuentros con cineastas donde participan gran cantidad de historiadores de los más diversos lugares, países y universidades, así como muchos politólogos; nunca he visto tal cantidad de politólogos juntos, y desconocía por completo que esta especialidad tuviese tan gran reconocimiento en Francia. Nada que ver con España.

Salas abarrotadas, participación hiperactiva de los espectadores y todos rodeados de vinos y castillos en el entorno.

Cartel de la última edición del certamen. Cartel de la última edición del certamen.

Cartel de la última edición del certamen. / M. H.

La importancia del cine en Francia tal que la sede del festival es un enorme complejo frente al Ayuntamiento con cuatro salas de medio tamaño de carácter municipal. Es decir: mantenidas por el municipio, punto de encuentro cultural de toda la población a pesar de tener sólo 62.000 habitantes. De las cuatro salas, dos de ellas con proyección en 35mm, además del formato digital. Esto es muy significativo y diferencia a España y Francia en materia de filosofía cultural. Disponer de proyección en formato 35mm implica una amplitud de miras, lo que posibilita que muchas películas de filmotecas y archivos diferentes, que todavía no están digitalizados, puedan visionarse en pantalla grande en su formato original. En España, cuando uno sale de Madrid o Barcelona, y acude a otras ciudades a participar en actividades cinematográficas, apenas es posible ver películas ni siquiera en BluRay y muchas se ven en condiciones técnicas de bajísima calidad. Siempre me he preguntado porqué en provincias, en España, no se pueden visionar las películas, cuando se programan en distintos actos culturales, con la misma calidad y formatos que en la capital. La falta de respeto a los formatos originales es absoluta. En Málaga mismo, muchas de nuestras instituciones y museos proyectan películas y audiovisuales en DVD, formato doméstico no profesional. La restauración del Museo de la Aduana ha costado 40 millones de euros, pero si participamos en una proyección en sus instalaciones es exactamente la misma que cualquiera puede tener en su casa familiar. No parece de recibo.

Cada día nos acompañaba, daba la bienvenida y hacía de anfitrión dando un pequeño discurso a los invitados, Alain Rousset, presidente de la Región Aquitania-Lemosin-Poitou-Charentes, la más grande en extensión de Francia, parecido a Andalucía en relación a España. Rousset hablaba cada día de un aspecto distinto de la cultura y lo que hacían o dejaban de hacer en esa región de Francia, o de los proyectos culturales a medio y largo plazo implicándose absolutamente en su compromiso político con los ciudadanos y la cultura. ¿Se imaginan ustedes que existiera un festival de cine en Vélez-Málaga o Antequera, más o menos con la misma población que Pessac, y que el Presidente Juan Manuel Moreno Bonilla acompañara durante siete días a todos los invitados dándoles la bienvenida y hablando de Cine y Cultura noche tras noche? ¿Verdad que no? Eso sí, el 25 de enero todos nuestros políticos irán a pasearse y fotografiarse en la alfombra roja de los Goya malagueños.

Propusimos a Pedro Aparicio crear un Festival de Cine Europeo en Málaga

En Andalucía hay desde hace más de un año una Ley del Cine aprobada por unanimidad en el parlamento andaluz, sí, unanimidad, aunque parezca imposible, pero con una dotación económica de cero euros. Es decir, sirvió para venderla en tres telediarios de Canal Sur y poco más. Una ley con dotación cero es solo papel de lectura que vuela al viento. Igual que Rajoy que para no cumplir la ley de Memoria Histórica la dotó de cero euros. Paradójicamente, en la nueva nomenclatura del Gobierno Andaluz la consejería se llama de Cultura y Patrimonio Histórico. Parece que el Patrimonio Histórico Cinematográfico Andaluz no está incluido entre sus planes. La Filmoteca andaluza con sede en Córdoba, que desde hace muchos años trabaja en la conservación y restauración de películas o audiovisuales andaluces, tiene también una dotación de cero euros.

Por último, y para despedirme, contar que Atahualpa Lichy, y yo mismo, en el año 1995, fuimos conjuntamente a proponerle a Pedro Aparicio un festival de Cine Europeo para Málaga y de esa forma cubrir el enorme vacío que había dejado la Semana de Cine de Autor de Benalmádena desaparecida varios años antes. En ese momento no existía ningún festival con la denominación Cine Europeo. A los tres meses de nuestra propuesta, Pedro Aparicio perdió las elecciones. Poco tiempo después nació el Festival de Cine Español de Málaga bajo el dominio de Celia Villalobos.

Si Aparicio hubiera seguido de Alcalde, quizás Málaga tendría hoy su Festival de Cine Europeo. El español, el de Málaga, el festival que quiere ocultar su carácter iberoamericano, ha vuelto a cambiar por tercera vez de apellido, su nombre, su todo; pero esto lo dejamos para un próximo artículo.

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