Con 80 años cumplidos, Carlos Pérez Siquier tiene el espíritu de un joven y la sabiduría de haber vivido intensamente. Parte de su obra, aclamada internacionalmente, se encuentra actualmente en la ciudad italiana de Bolonia, que celebra su Feria Internacional de Arte Contemporáneo. También en Almería, su tierra natal, donde ayer se inauguró La Chanca. Todo un barrio, una exposición en cuyas imágenes -de personas en blanco y negro; de los espacios urbanos en color- se filtra la mirada de este genial fotógrafo sobre un lugar y un tiempo muy concretos, y con más fuerza aún sobre sus gentes. La muestra incluye un aliciente especial: El entierro, una serie de estampas tomadas en esa barriada almeriense que nunca antes habían sido vistas en España y que se exhibieron una sola vez, en París en 1959 dentro de una exposición sobre el Grupo AFAL, del que este pionero de la vanguardia fotográfica en España fue uno de sus miembros más destacados.

-¿Qué sensaciones tiene cuando echa la vista atrás?

-Que el tiempo ha pasado en mi vida fugazmente, inadvertidamente, y que aunque las facultades mentales siguen igual, el cuerpo empieza a pedir un taller de reparaciones. Si hubiera presentido que mis fotos llegarían a ser trascendentes, es decir, que iban a sobrevivirme, seguramente habría conservado un archivo mucho más amplio.

-Usted es uno de los fotógrafos más activos con los que cuenta este país. ¿A qué se debe ese ininterrumpido ritmo de trabajo? ¿Alguna vez ha llegado a plantearse hacer una parada?

-Fotografiar es paralizar la vida de los otros mientras uno sigue viviendo. Es un motor de ilusión que te mantiene alerta, que te mantiene activo a ti mismo y a aquellos con quienes consigues establecer un puente de comunicación. Creo que nunca pararé de fotografiar mientras tenga fuerza, moriré con las fotos puestas.

-Esta exposición está dedicado al barrio de La Chanca. Y sorprende que 50 años después quedase material inédito...

-Sí, la exposición es exclusivamente de La Chanca, aunque no están todas las imágenes que tomé allí. Por falta de espacio en el Museo Arqueológico [espacio que alberga la muestra] y porque, al igual que me ocurre cuando planteo mis fotos, no me gusta sobrecargar. La mayoría de ellas han sido expuestas o publicadas en diversos libros, pero hay algunas inéditas y tengo más en mi archivo esperando su oportunidad.

-¿Podríamos considerar que esta muestra tiene en cierto modo un carácter antológico?

-No, de ningún modo. Eso está aún por hacer, ya que he abordado muy distintas argumentaciones además de La Chanca; así mis posibles o seguros detractores no me podrán llamar fotógrafo chanquero ni fotógrafo playero por mi serie sobre la playa. He procurado siempre alcanzar otra dimensión.

-Últimamente ha realizado un interesante proyecto en la comarca malagueña de Axarquía centrado en el vino. ¿En qué ha consistido exactamente?

-Me encargaron un reportaje de la comarca, famosa por el cultivo de viñas y elaboración de vino dulce. Son diez fotos de aproximadamente dos metros de diámetro, se exhibieron en la calle Larios, la mas céntrica de Málaga. Y por otro lado una exposición de estas características, pero con el tema de la playa, se ha clausurado recientemente en el bulevar Salvador Allende de Alcobendas (Madrid).

-¿Le queda algo por fotografiar de Almería?

-Acabo de ultimar un trabajo, cuyo tema lúdico me reservo por prevención... Está concebido especialmente para la Galería Meca, pero lamentablemente creo que este espacio cultural lo van a cerrar por problemas de financiación institucional.

-¿Qué hay del libro que se está preparando sobre su trayectoria profesional?

-La edición del libro está por cerrar. Será una especie de biografía o antología sobre mi obra y persona.

-¿Cuáles son sus planes de futuro más inmediatos?

-Después de todo esto, y a la vez que exponen mis fondos en distintos territorios, me dedicaré a disfrutar de nuestros parques naturales, a la contemplación del mar y a la degustación de buenos vinos.