Crítica cine

Una Frears sin inspiración

Chéri. Drama romántico, Reino Unido, 2009, 100 min. Dirección: Stephen Frears. Guión: Christopher Hampton. Intérpretes: Michelle Pfeiffer, Rupert Friend, Kathy Bates, Tom Burke, Iben Hjele, Felicity Jones. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Darius Khondji. Cines: Alameda, Málaga Nostrum, Plaza Mayor.

Stephen Frears nos regala un par de grandes, grandísimas películas cada década. Y rellena el resto con obras más o menos meritorias pero situadas a enorme distancia de ellas. En los 80 nos dio hasta tres: Ábrete de orejas, Mi hermosa lavandería y Las amistades peligrosas. La última avisó que este realizador, formado con los maestros del cine libre de los 60 Karel Reisz y Lindsay Anderson y al parecer abocado a revitalizar el realismo suburbial, no era previsible: de los suburbios y el presente saltó al siglo XVIII y a la aristocracia libertina. En los 90 nos obsequió con Los timadores y Mary Reilly, un filme noir y una recreación del Dr. Jeckyll & Mr. Hyde de Stevenson. Y en la primera década del siglo XXI había ya cumplido sobradamente su compromiso dándonos tres grandes obras: Alta fidelidad, Mrs. Henderon presenta y La reina. Tal vez por eso ha llegado a Chéri sin fuerzas, o sin sentirse obligado a cumplir su deuda, y le ha salido un churro blandiblú al que sólo da prestancia la presencia siempre fascinante de Michelle Pfeiffer.

Y la cosa no pintaba mal sobre el papel: el trío responsable de Las amistades peligrosas (porque además de Frears y la Pfeiffer interviene el guionista Christopher Hampton) viéndoselas con una de las más famosas novelas de la inteligentemente frívola Colette (1873-1954): Chéri, publicada en 1920 y ambientada en el efervescente París anterior a la Primera Guerra Mundial. Champán, pasión, Maxime, sexo sin prejuicios ni distinciones, art nouveau, prostitutas de alto rango -es decir, cocottes o cortesanas- y jóvenes iniciados en los secretos del sexo antes de ser instruidos en los peligros del amor. Léa es una madura cortesana a la que el dinero y el esplendor otoñal de su pasada belleza le procuran jóvenes amantes. Chéri, hijo de otra cortesana que pretende salvarlo de los peligros del mundo encerrándolo entre los brazos de su colega, es su amante. Pero el amor lo trastocará todo, convirtiendo una sensual, cínica y ligera historia de sexo en una grave y atormentada historia de amor que enfrentará a Léa a su declive y a Chéri a un futuro burgués sin pasión.

Frears ha dirigido la película sin inspiración, sin cogerle el pulso a la novela, sin dar vida a los lujosos decorados y apabullante vestuario (que acaban por asfixiar la película y derivarla a la postal), sin hacer creíbles a los personajes. Todos, hasta Kathy Bates, están mal y actúan con amaneramiento y exceso. Aunque el peor de todos es Rupert Friend, que compone un Chéri con aires de lánguido anuncio de colonia. Michelle Pfeiffer no se salva del desastre más que en el largo primer plano final que, nada sale bien en esta película, recuerda demasiado al de la Close en Amistades peligrosas y suena a forzada e insincera búsqueda de una profundidad humana de la que la película carece.

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