josé maría pozuelo yvancos. ensayista

"Góngora es el poeta total"

  • El profesor y crítico disecciona las claves creativas de un quinteto de primera fila de las letras universales en su nueva obra, 'La invención literaria', publicada por la Universidad de Salamanca

Crítico literario y catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Murcia, José María Pozuelo Yvancos (Murcia, 1952) dedica su último ensayo a La invención literaria (Universidad de Salamanca) a partir de la indagación en cinco figuras mayores de las letras: Garcilaso, Góngora, Cervantes, Quevedo y Gracián.

-¿Cómo ha evolucionado el concepto de invención literaria desde los siglos XVI y XVII hasta la actualidad?

-La noción de invención, que está unida a la de creación, es quizá la que más cambios ha sufrido desde el siglo XVI hasta la actualidad. Se podría decir que la frontera decisiva para el nuevo sentido de creación se sitúa en el movimiento romántico. Son los románticos los que pusieron en valor tanto la originalidad temática como la esfera personal. Pero antes de ellos, estoy pensando en los siglos XVI y XVII, ser original no era un valor en sí mismo. Los poetas querían escribir al modo de Virgilio o de Petrarca, y considerar su creación según los temas y las formas de esos modelos era lo que se buscaba. Lo original no estaba unido a lo nuevo, como ocurre con el modelo imperante de hoy. Y esto vale para la literatura y en general para toda la esfera artística.

-¿Qué criterio le ha llevado a escoger estos cinco autores?

-Es muy difícil sustraerse a la fuerza que suponen Garcilaso, Góngora, Cervantes, Quevedo y Gracián. Forman un quinteto de primera fila europea y universal. Si a ellos les añadimos Fray Luis, San Juan de la Cruz y Lope de Vega estaríamos hablando de la cima literaria más alta que ha alcanzado nunca la literatura escrita en español. Los cinco elegidos me permitían analizar un dinamismo interno situado dentro de un paradigma de creación compartido por todos ellos. Por supuesto son distintos, pero las particularidades de cada uno no impiden ver que suponen etapas diferentes en un mismo viaje y en un mismo concepto de lo que es creación literaria, que es el leitmotiv del libro.

-¿Qué es, literariamente, lo más específico de cada uno?

-El más separado de todos los analizados es Cervantes, pero eso ocurre porque en este libro no me ha interesado analizar al Cervantes poeta (que sí estaría en la línea posgarcilasiana) sino al Cervantes novelista, que es el que más avanza a la hora de dotar de un sesgo propio a la idea de fantasía e imaginación, que son conceptos que estaban unidos, eran casi sinónimos, pero que Cervantes comienza a matizar y diferenciar. En el caso de los otros cuatro sí hay una unidad en torno a lo que entienden como creación de una forma poética, pero con matices de cada uno: Garcilaso es el creador de un molde clasicista que llega con Góngora a su cima y que el Quevedo poeta reelabora dándole una dimensión más ideológica y desengañada. Gracián aportaría la dimensión de pensador.

-En el caso de Góngora, ¿qué rasgos le definen desde el punto de vista de la invención literaria?

-Góngora es el poeta total. Fue el primero que se mostró consciente de que el castellano necesitaba crearse como lengua literaria. Y para hacerlo tensó la cuerda del idioma como nadie, tanto que casi llega a romperlo. Pero no lo rompió sino que creó una lengua de laque han vivido luego todos los poetas posteriores, desde Bécquer hasta Juan Ramón, García Lorca, Jorge Guillén o Caballero Bonald. Hay una poesía antes y después de Góngora. Fue en realidad el que creó el idioma poético español como forma culta. Góngora ha enseñado a todos los poetas que únicamente la forma es el contenido por el que merece la pena luchar, que no hay contenido que merezca la pena si no es consecuencia de un hallazgo y fruto de una lucha lingüística.

-¿Está devaluada la invención literaria en nuestro tiempo?

-La invención únicamente se devalúa cuando se devalúa el propio lector. El problema principal que tiene la literatura de hoy es el mercado, que la ha dominado casi por completo al acomodarse a la apetencia de un lector que se quiere masivo. Por definición, el lector masivo tiende a coincidir con formas fáciles y acomodaticias, que signifiquen poco esfuerzo. Y la invención en todo arte es una aventura que supone ganar espacios, no confirmar los ya existentes, que es el designio que el mercado impone. En un campo artístico dominado por las leyes del mercado, ni Góngora ni Picasso ni Virginia Woolf habrían podido desarrollar su obra. En ese sentido hay una tendencia a la devaluación de la invención literaria, por la hegemonía creciente del lector entendido como consumidor.

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