Cultura

Historia de una basílica sin retablo

  • La actual junta de la Esperanza tiene dos proyectos de altar compartido, contrarios al acuerdo aprobado por Bujalance que apostaba por la separación de los titulares

Urge un retablo para la basílica de la Esperanza, como la llaman los malagueños. Del Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso y a María Santísima de la Esperanza, según el breve pontificio Dulce Nomen Iesus de su Santidad el Papa Juan Pablo II, fechado el 28 de mayo de 1998. Casi una década después, el templo está inconcluso y desangelado. Los archicofrades son conscientes de la necesidad de hacer un retablo, o dos, para el templo, pero la disparidad de criterios alarga tan histórica decisión. El último suceso devuelve al punto de partida el debate, pues deshace lo poco realizado hasta el momento.

La junta de gobierno de Juan Antonio Bujalance aprobó el 18 de julio de 2003 que los titulares de la Archicofradía dejen de compartir el mismo retablo. Sin embargo, la actual junta, encabezada por Manuel Harras, ha redactado dos proyectos de retablo compartido. Uno de éstos, el de Andrés García Ibáñez (autor de los frescos del templo) o de los Talleres Granda, será presentado al cabildo de hermanos, que aún no se ha pronunciado en ninguno de los dos sentidos. Los diseños, que este medio adelanta, se darán a conocer en los próximos días en el boletín de la corporación perchelera y son de estilo manierista y barroco, respectivamente.

La actual junta defiende su posición (retablo único) en base a motivos devocionales, económicos y técnicos. Según Manuel Harras, situar al Nazareno en una capilla lateral podría dañar los sentimientos de muchos fieles. Además, apunta a que dos retablos doblarían el presupuesto, pero, además, dice que técnicamente es "imposible de ejecutar sin derruir media basílica".

El proyecto de realizar un retablo en el altar mayor para la Virgen de la Esperanza y una capilla sacramental en la nave izquierda del templo, que presidiría el Nazareno del Paso, con una puerta en la nave derecha, fue defendido en su día y publicado en el boletín de la Archicofradía de diciembre de 2003, según motivos históricos y devocionales, litúrgicos y estéticos. Los partidarios de esta idea recuerdan los orígenes, cuando existían mayordomías propias y altares independientes. Litúrgicamente recuerdan que una titularidad compartida no impide la realización de dos altares y sacan a las "disimilitudes estéticas que rozan el antagonismo". Una Virgen barroca y un Nazareno clasicista.

En la Esperanza hay dos concepciones que chocan frontalmente, una basílica inconclusa y un cabildo de hermanos por hablar, al que todavía nadie ha pedido opinión.

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